Mal reencuentro

968 81 90
                                    


— ¿Ya me dirás por que estas así?

— ¿Así como? —digo sin comprender. Ella señala mi pie, que no para moverse de arriba abajo con frenetismo—. Si te soy honesta, no sé. Pero me siento intranquila.

Miento descaradamente, pues desde el mensaje de Roland que estoy echa un manojo de nervios. Ellos podrían llegar en cualquier momento, y el solo pensar ver a Ryan cara a cara, hace que la mía arda de vergüenza.

— ¿Paso algo con aquel chico, o ha sido el Ladrón?

Suelto un suspiro y me acomodo el pequeño mechón rebelde por detrás de la oreja.

—La pase bien con Well —Le confieso, aunque eso no parece sorprenderla, pues sigue terminando la actividad de hoy—. Charlamos mucho. Descubrí que tenemos mucho en común, además de tener la misma edad —Me encojo de hombros.

Tina chasquea la lengua y por fin cierra el libro; dedicándome toda su atención. — ¿Saldrás más con él?

—Con todos los proyectos que tenemos ahora, creo que muy apenas podremos vernos nosotras —Bromeo, logrando que ella sonría—. Podría ser una buena amistad con Well, pero salir no es algo de lo que tenga ganas ahora.

—Disculpen... —musita un chico, que pareciera nunca ha hablado con una mujer—, ¿Quién de ustedes es Christina Wood? —Ambas nos hemos volteado a ver, siendo Tina quien se apresura a responder—. Me pidieron que te entregara esto.

El chico le entrega una pequeña carta a mi amiga y después sale corriendo.

—Eso fue extraño —En cuanto ella termina de leer la hoja, pone los ojos en blanco y arruga el papel. Se cruza de brazos sin decirme algo—. ¿Estás bien?

— ¡Dan! —Esa respuesta es más que suficiente para decirlo todo—. Quiero mantenerme alejada pero él no parece entender eso.

— ¿Qué te dijo?

—Me está invitando a comer. Pero no solo eso, él ha estado enviándome mensajes muy extraños —dice esto último en susurro.

— ¿Mensajes groseros?

—No. Me envía mensajes preguntando como estoy, o deseándome un buen día... cosas que jamás había hecho en su vida. Y eso me asusta —Pero puedo ver algo más allá que miedo en ella—. Él no era así, Lía. Me asusta que... —La interrumpo.

— ¿Qué este jugando contigo? —Ella asiente con la cabeza, bajando la mirada. Luiggie estaría molesto de saber que en el fondo, este chico aún tiene efecto en Tina—. Te entiendo perfectamente. Es una sensación horrible, porque quieres perdonarlo, superarlo, pero en el fondo aún existe ese miedo de que todo vuelva a ser como antes o incluso peor.

—La confianza no es la misma después de una traición. No es fácil perdonar.

—Pero se puede intentar —responde el pequeño Tete, quien parece ha escuchado parte de nuestra conversación. Él aún tiene pinta de estar desanimado, pero disimula sonriendo un poco—. Todos cometemos errores, pero lo importante es saber reconocerlos y tratar de enmendarlos. Sé que ambas se sienten lastimadas, distintas razones, pero ambas se sienten así. Ustedes deberían intentar perdonar, no por ellos, sino por ustedes.

Cuando Tete se pone reflexivo, el ambiente parece cambiar y tornarse más ameno y tranquilo. Me recuerda un poco a mi padre; él siempre hacia ver los problema desde una perspectiva mejor, como si nada fuera tan malo. Tete hace lo mismo y nos alienta a continuar.

—No digo que ustedes vuelvan con ellos, pero al menos intenten darle una oportunidad a sus disculpas. Estoy seguro que ellos entenderán cual sea su decisión.

El Placer en la Oscuridad [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora