Dragoncita

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No esperaba esto. No esperaba verlo de nuevo, mucho menos quedarme a solas con él.

¿Qué clase de mala broma es está? Supongo que pensé más en Luiggie para que se quedara a solas con Roland, que en mí y la incomodidad que no esperaba de estar a solas con Ryan.

Lo veo cómodo en mi antigua cama, supongo que es buen momento para irme a la habitación con Tina y Teodoro. Pero justo antes de tocar la perilla, mi subconsciente me traiciona y me hace darle un último vistazo: él está cómodo, pero está muy herido. Niego con la cabeza pues no puedo dejarlo así, incluso sabiendo que es lo que él quiere, yo no tengo corazón para dejarlo solo.

Regreso al sofá a esperar que lleguen mis amigos, aunque en el fondo tengo un ligero presentimiento que ellos no van a volver. Otro motivo por el cual me quedare aquí, a cuidar del Bipolar. Quizá él ya no despierte hasta mañana, pero aun así, estaré aquí, por si necesita algo.

Reviso el móvil para intentar poner la alarma, pero el movimiento brusco de Ryan me pone en alerta; me parece que algo le está molestando. Al cabo de unos segundos él se ha incorporado para arrojar sus lentes negros y volver a tumbarse a la cama.

¿Habrá tenido una pesadilla?

— ¿Necesitas algo? —Él no responde, pero sé que está despierto. Creo que él necesita algo pero es tan orgulloso como para pedírmelo—. ¿Ryan? —Insisto una vez más, deseando obtener respuesta. Quiero que sepa que estoy para ayudarlo y que no me iré tan fácil. Aun estando de espaldas puedo verle que se toca el vientre. De seguro tiene hambre—. ¿Comiste? ¿Quieres algo de comer?

— ¿Cómo sabes...? —Gritonea mientras se incorpora de nuevo, mostrándome de una vez su rostro. Quedo perpleja al verle esos golpes, y como si una extraña fuerza me poseyera, he corrido hasta él para revisarlo mejor. Su golpe en el ojo derecho es mucho más profundo y negro de lo que podía imaginar, qué decir del puente de su nariz que aún tiene una herida con sangre, su pómulo esta igual de golpeado que su ojo, y su labio inferior esta reventado—. Me duele, no toques.

— ¿Quién te hizo esto?

—No fue nada grave, estoy bien — responde mientras evade mi mirada.

Es evidente que él está mintiendo y que oculta algo grave. Esos golpes fueron provocados por varias personas, y el solo imaginar esa escena, hace que me duela el pecho. Sé que él no es un santo, que pelear es algo que me parece que él disfruta, pero debe entender que debe controlarse y dejar de ser tan impulsivo. Esto pudo terminar peor, y esa sola idea, ha hecho que mi corazón pareciera detenerse.

Intento tomar aire, tranquilizarme mientras voy por el bendito botiquín que tiene Tina. Intento no pensar en que lo ha llevado a esto, pero verlo de esta forma me hace llenar de mil preguntas.

—Quédate quieto —Le ordeno mientras preparo el algodón con alcohol. Y por extraño que parezca, él me hace caso. No tengo problemas con él cuando comienzo a limpiar sus heridas. El verdadero problema soy yo, al sentirme tan inquieta de acércame tanto a él, de verlo tan frágil y lastimado. En mi mente no paro de escuchar la voz de Roland diciendo que él ha sufrido mucho a lo largo de su vida. El corazón se me vuelve a partir de tan solo imaginarlo—. ¿Ya me vas a decir lo que te sucedió? —Él no responde, pero sigue muy quieto ante mi tacto—. ¿Alguien te ataco?

Es evidente que sí.

—No es de tu incumbencia, ya te dije.

Otro golpe en el pecho, pero es mi culpa. Sé que el suele ser grosero y con poca paciencia, y yo sigo presionándolo con mis preguntas. De verdad quisiera no preocuparme por la gente que no lo merece. De verdad quisiera tratar a Ryan como él me trata..., pero simplemente no puedo. No sé porque, pero no puedo ser igual que él.

El Placer en la Oscuridad [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora