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Ya había avanzado, Azirafel lo había aceptado, no estaba seguro de que ya eran amigos, pero al menos ya no era detestado por el ángel, lo único que lo desanimaba era que Azirafel no estaba ni cerca de recordar nada, ni un indicio.

Un día mientras miraba a su ángel degustando una "Tarte aux pommes", que él mismo le había llevado y hablando sobre algunas cosas que les gustaban del pasado, a Crowley se le ocurrió una magnifica idea.

-¿Sabes?... Nadie ha encontrado los primeros tomos que escribió Shakespeare-Mencionó la serpiente y obtuvo rápidamente la atención del contrario.

-Bueno, nadie sabe donde los dejó, al parecer se deshizo de ellos-El ángel tomó la servilleta blanca que reposaba sobre sus piernas y se limpió los labios con ella para dejarla en su lugar después. 

-Cierto, o quizá alguien se las robó...o se las obsequió a un viejo amigo...

-¿Por cuál te inclinas más?

-No lo sé, era un buen tipo, no creo que no la regalaría a cambio de un favor-El demonio trataba de sonar tranquilo, sabía que esto haría muy feliz a Azirafel, al menos eso esperaba.

-No hay que esperar demasiado, soy el único con tomos originales de los mejores escritores, y aún así no he podido encontrarlos.

-Todos los días se descubren cosas nuevas, seguramente alguien los encontrará y apuesto a que lo sabrás... 

Azirafel sonrío y suspiró, al parecer el demonio malvado que recordaba se había quedado en otro lugar menos frente a él, desde aquel día contemplando las creaciones de Crowley, todo entre ellos cambio, era casi imperceptible, pero sabía que esa chispa estaba ahí y le preocupaba que se convirtiera en una llama mas fuerte que su deber. ¿Erróneo?, claro que lo era, pero , ¿Qué podía hacer?, Crowley le había llevado uno de sus postres favoritos, le había enseñado cosas magnificas en el cielo, no importando que le trajeran recuerdos dolorosos, y aún no encontraba algún indicio de que tramara algo, y rogaba, en el fondo, que nunca sucediera.

Aquella tarde cuando Crowley salió de la librería de su ángel, se dirigió a su departamento a tomar la sorpresa que tenía para Azirafel de la caja fuerte y la llevó al servicio postal, el regalo no sería de él, sería demasiado para el principado y quizá lo acusaría de robo, así que un "admirador secreto" le haría llegar un paquete inesperado.

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A la mañana siguiente, Azirafel se encontraba trabajando cuando recibió un mensaje importante diciendo que tenía que ir urgentemente a realizar un milagro menor en Roma, el lugar no era su favorito, pero órdenes eran órdenes y no podía desobedecer.

Se preparó y salió a su destino, sin percatarse de que un mensajero se había detenido en su puerta.

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Crowley estaba particularmente feliz, le garantizaron que su regalo llegaría a su destino antes de que el día terminara, así que estuvo feliz, sabiendo que su ángel también lo estaría.

Cumplió todas las ordenes que tenía de la oficina, todas las maldades y encargos que Hastur le hizo  llegar, no podía cuestionar nada de todos modos, ya no cuestionaba nada ahí en realidad, había aprendido bien su lección.

Al llegar a su departamento y después de hacer el rociado semanal a sus elegantes y atemorizadas plantas, se recostó para descansar, y miró hacia la ventana, recordando la noche que Azirafel estuvo con él, había sido el mejor día de su vida, aunque no lo había demostrado, de hecho, ahora se preguntaba por qué no había demostrado lo suficiente como se sentía, siempre malhumorado, diciéndole a Azirafel que su entusiasmo estaba de más, aunque él no lo escuchará, incluso si por dentro le encantará.

Cambió demasiado tarde.

Pero esa noche, esa noche pudo decir todo lo que quería decirle, besar los labios de Azirafel fue una de las cosas más únicas que había vivido, seis mil años en la Tierra y nada de lo que había visto era tan hermoso como su ángel.

De verdad se preguntaba por qué seguía siendo uno, debería ser un caído, quizá las reglas ya cambiaron y él no lo sabía.

Estaba sumido en sus pensamientos cuando alguien encendió la televisión, salió de su habitación y observó a Hastur en una película romántica, sentado en un restaurante.

-¿Que tal, Crowley?-La voz desagradable del demonio irritó a la serpiente, se acercó a su silla y suspiró.

-¿Qué quieres, Hastur?

-Espero que ya no estés deprimido por tú ángel...-Sonrió burlón.

-Por todos los infiernos, Hastur...-Crowley se levantó de su silla totalmente furioso.

-Tranquilo, solo estaba jugando...-Hastur volvió a reír y siguió hablando.-En realidad te tengo buenas noticias, tenemos un trabajo grande para ti, el amo decidió que irás a Roma, escuchamos que un ángel fue enviado allá y, queremos, ya sabes, que vayas a molestar.

-Claro, envíenme toda la información...

-Seguro, hasta luego, Crowley...-La televisión se apagó después del tono burlón que utilizo Hastur para llamarlo, pero eso no le importó, lo que rondaba su mente era su trabajo, no muchos ángeles eran enviados a la Tierra, eso solo dejaba una opción, tomó rápidamente su saco y sus llaves y sin importarle la tormenta de afuera se dirigió a aquella librería en el Soho.
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-¿Crees que el demonio no lo seguirá?-Miguel llegó hasta Gabriel quien contemplaba el paisaje detrás de los ventanales y escuchó que el arcángel suspiró.

-¡Oh, Miguel!, lo envié allá justo por qué lo seguirá, ya le dieron las órdenes a Crowley de interferir.

-No logro comprender tú plan...

Gabriel sonrió y tomó de los brazos a Miguel.

-Ellos están en contacto de nuevo, debemos evitar que Azirafel descubra todo, pero no te preocupes, Sandalfón se encargará de eso.-La soltó y sonriendo se perdió entre los blancos pasillos, Miguel estaba en contra de que Azirafel fraternizara con el enemigo, pero no estaba segura de que los planes de Dios, fueran así.
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Crowley llegó rápidamente a la librería y encontró cerrado, tocó fuertemente varias veces pero no obtuvo respuesta, entre la lluvia y la oscuridad no había podido ver el paquete que estaba al pie de la puerta hasta que tropezó con el y casi cae al suelo, lo levantó y se percató de que su regalo no había llegado a las manos del ángel.

-No puede ser,...¡Maldita sea!-El pelirrojo dio una fuerte patada a la puerta y entró de nuevo a su auto con el paquete.

Si no podía ser de un “enamorado secreto”, él mismo se lo entregaría a Azirafel, así estuviera al otro lado del mundo.

Se puso los lentes de nuevo y encendió el radio, “Don’t stop me now” comenzaba a sonar.

-Y ahora, un milagro demoníaco...
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Hola ♥️
Se que l@s abandoné
Pero de verdad, la página ha estado muy maric* conmigo
De todos modos ya volví
Ojalá les guste este capítulo
L@s amo  🖤✨

Recuerda el tiempo... -IneffableHusbands- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora