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Roma nunca había sido el lugar favorito de Crowley, no cuando iba solo al menos...

La última vez que estuvo ahí, la había pasado muy mal tratando de hacer que los gladiadores se revelaran, una espada casi lo lástima y se sintió muy bien cuando se enteró que las rebeliones pasarían a estar a cargo de otro departamento.

Aunque dejando eso de lado, seguía recordando a Azirafel felicitando a Petronius por las “exquisitas muestras culinarias” para después beber su vino y sonreírle.

Cómo siempre, el pelirrojo le había dicho que podía estar haciendo otras cosas o más bien, comiendo algo más, pero en el fondo, sabía que le había gustado la comida, no importaba de que charco hubiera salido.

Cuando llegó a su destino, se topó con que todo estaba muy cambiado, ya no había tierra por doquier, casi, las construcciones como era de esperarse se habían vuelto más iluminadas y grandes, con finos cristales, pero sin perder su escencia.

La tarea que le habían confiado era sencilla, solo tenía que arruinar la compra de una pintura famosa, precisamente de Leonardo da Vinci, y de paso, tal vez, arruinar la pintura también.

Se apresuró pues sabía que donde había Da Vinci, había Azirafel. Había pensado bastante en su órden, no tenía nada en contra de las pinturas del buen Leonardo, él mismo tenía una buena gama de bocetos que le había regalado y no se sentía bien destruyendo una tan importante, pero decidió guardar eso en lo profundo, pues había decidido que, “el cielo”, frustraria sus planes.

Recorrió las calles de Roma hasta llegar al museo donde se llevaría a cabo la compra y solo buscaba una cosa, claramente no era la pintura.

Por su lado, el ángel, había llegado justo a tiempo para infiltrarse en el servicio postal que llevaría la pieza de arte hasta el museo, él mismo supervisaba que nadie extraño estuviera involucrado, él adoraba las piezas de Leonardo y a Leonardo también en su momento, eran grandes amigos y jamás se juzgaron por sus gustos extraños de vestimenta, así que está misión, era muy personal.

Los dueños del museo los recibieron con gusto, la pintura ya estaba sana y salva dentro del lugar, o eso creían.

Cuando Crowley llegó al lugar, pudo ver a Azirafel caminando tranquilamente con la satisfacción de una orden cumplida a la perfección tatuada en su rostro, se acercó lentamente y aclaró su garganta. El ángel lo miró con incredulidad, pero antes de que dijera algo, la serpiente lo tomó del brazo y lo llevó hacia una esquina un poco oscura.

-¡Crowley¡...¿Qué... qué ángeles estás haciendo aquí?...

-Solo vine...vine a ver si estabas bien-El demonio sonrió pero al parecer Azirafel no se creyó eso.-Esta bien...vine a frustrar tus planes pero decidí cuidar que salieran bien...-El ángel sonrió ante eso.

-¿Cuidar que salieran... bien?-Había algo divertido en la forma en que Crowley decía la verdad y en esa, había algo incluso tierno.

-Si, somos amigos, ¿No?... Los amigos se cuidan entre sí...

Azirafel estaba a punto de sonreír pero todo eso desapareció al ver una fumarola de humo frente a ellos.

-¡No!... El museo...-El rubio corrió rápidamente, o lo más que pudo, hasta el lugar, estaba completamente en llamas, varias personas salían corriendo despavoridas huyendo del siniestro.

Crowley observó a Azirafel, esté se encontraba pasmado y una lágrima corrió por su mejilla.

-¿An... ángel?-El pelirrojo tenía miedo, demasiado, y no era para menos, en ese museo habían cosas demasiado valiosas de tiempos que el mismo había presenciado y el ángel, aunque no lo recordara igual, también.

-¿Lo...lo hiciste tú?-Los ojos azules del contrario no se posaron en él, la pregunta lo tomó por sorpresa.

-No...ya te lo dije, yo vine a...ver qué todo estuviera bien.

-Y, ¿Cómo?... exactamente

El pelirrojo tragó saliva, recordando que pudo haber salido mal, quizá había sido la lámpara que acondicionó en uno de los mostradores para que la pintura se apreciará con más luz...o quizá la vela que uno de los mensajeros usó para alumbrar su camino a la bodega.

Tal vez demoró demasiado en contestar, pues cuando quiso mirar al ángel para darle una explicación, él ya no estaba.

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Ambos regresaron a sus hogares en la Tierra, el corazón de Azirafel estaba muy triste, y por varios días no abrió la librería, Crowley se culpaba por eso. Quizá simplemente no podía hacer todo bien, o incluso nada...

De igual manera, una noche condujo hasta la librería y dejó el paquete que pertenecía a Azirafel en su puerta. Triste regresó a su departamento y que Hastur apareciera en su televisor para felicitarlo por las ruinas de Roma, no ayudo en nada.
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-Debo decir que fue una pena lo del museo, aún así, fue un excelente trabajo.-Gabriel sonrió y miró a Sandalfón.

-No fue nada, lo haría de nuevo, fue casi como ver Sodoma arder de nuevo.

Ambos rieron y caminaron hasta sus oficinas.
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Holaaa!!!
Se que me desaparecí un tiempo, pero ya volví.

Ojalá les guste el capítulo de hoy

L@s amo!!♥️♥️

Recuerda el tiempo... -IneffableHusbands- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora