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Aveces me arrepiento de escoger como estudio, un ámbito tan complicado como lo es la psicología humana, pero amo analizar cada mínimo gesto en las personas, detalles tan insignificantes que pueden decir tanto. El tinte de cabello, la forma en que sonríen, como se sientan, se paran, se mueven, todo dice más de lo que las palabras comunican. Un tema complicado de explicar y comprender, además difícil de llevar.

Sobre todo cuando te utilizan como jugador de mentes.

Terminé de revisar la ficha de mi último paciente con una depresión leve. Guardé los diagnósticos en el maletín y acomodé mejor el regalo que tenía para mí compañero de café.

Desde que nos encontramos por primera vez en el Mouse Rabbit Coffee, decidimos reunirnos cada viernes al acabar nuestros quehaceres, para charlar y despejar la mente. Una gran rutina para comenzar el fin de semana, claro que hoy apenas es miércoles y por alguna razón el plan se adelantó.

Llegué a la cafetería y miré hacia los ventanales.

Ahí estaba, como siempre pensando en su insuficiente existencia.

¿Cómo lo sé?

Pues por la manera en la que observa su reflejo en cortos segundos, y luego evita hacerlo por otros aún más extensos. Como si deseara encontrar otra persona en el cristal.

A pesar de que nuestra amistad es un muy buen negocio para mí, no puedo evitar sentir lástima por él y su vida en busca de cariño correspondido, así que decidí comprarle un pequeño obsequio. Necesito ver si su estado de ánimo cambia un poco.
Se dice que un regalo, inconscientemente mejora y fortalece las relaciones. Y a nivel comunicativo, genera alegría, y receptividad. Hace que se sientan valiosos y apreciados.

Hermoso ¿no?
Lo que un simple regalo puede llegar hacer.

Entré al recinto y saludé a Joy, la mesera que normalmente nos atendía, y con la cual tal vez pasé una noche buena.
Me acerqué hasta mi amigo y le saludé como de costumbre mientras me sentaba frente a él.

Su rostro cambió al instante en el que llegué. Aquella sonrisa distraída y esa mirada perdida en la mía, era adorable.
Me saludó de regreso y conversamos unos instantes antes de pedir lo mismo de siempre a Joy.

Te traje algo.— Dije al momento que la muchacha desapareció.
Revisé mi maletín y del interior saqué un cuadro decorativo con algunas flores bien pintadas en colores pasteles.

¿Cómo sabías que me gustaban?— Su sonrisa de felicidad, aumentó de la manera que me gustaba. Porque algo increíble era verlo sonreír de felicidad, emoción o gracia.

Ver como sus ojitos desaparecen por sus largas pestañas, sus mejillas abultadas en un lindo color rosa, y su nariz arrugada de manera tierna. Nada se comparaba con mirar a este chico feliz.

Intuición.— Mentí, en tanto analizaba el cuadro. De seguro buscaba donde colgarlo entre tantos que tenía.

En serio, ¿Cuál es tu secreto?— Reí al escucharlo y bajé la mirada un momento.

Tu casa está llena de ellos. Es obvio que te gustan.— Confesé y sus mejillas se ruborizaron entre risas avergonzadas.

Me hacen sentir más acompañado.— Soledad... Su compañera fiel desde que lo vi por primera vez la noche de la cena.

Por alguna razón su mente distorsiona cada imagen buena y la convierte en autodestrucción. Las infidelidades de John y el rechazo de su familia son razones, pero hay algo más que no puedo descifrar.

Gracias.— Sonreí en respuesta y nuevamente apareció Joy con los pedidos.

Deberías vestir así más seguido. Te ves bien.— Me atreví a analizar su vestimenta simple pero que lograba resaltar aquella alegría perdida en él.

TOGETHER ; (TaeTen Ver.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora