La Chica del Espeon

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Durante una semana Gray viajó sin encontrar demasiadas novedades en su camino, pero aquel viaje tranquilo le sirvió para conocer mejor a su umbreon y darse el tiempo de entrenarlo apropiadamente. Así fue como con un poco de esfuerzo... Bueno en realidad con bastante esfuerzo, logró que aprendiera mordisco. 

A decir verdad Umbreon era un pokémon bastante perezoso y quejumbroso en lo que respectaba al entrenamiento, sus mayores intereses eran jugar y vigilar a Gray. En este último punto llegaba a ser perturbador. Gray no podía ni ir al baño tranquilo, el pokémon lo seguía a todas partes, y siempre estaba alerta a todo lo que ocurriera a su alrededor, se sobresaltaba ante cualquier sonido que no pudiera explicar, y miraba con recelo a todos los pokémon que se acercaban a Gray a una distancia que considerara inapropiada.

Su preocupación era tan grande que cualquiera diría que la vida de su entrenador corría peligro. Este comportamiento ponía bastante nervioso a Gray, quien ni siquiera podía regañarlo, pues ante cualquier cosa que le dijera respecto a esta actitud, Umbreon armaba un berrinche de grandes proporciones. Incluso un vez, había hecho un escándalo tan grande que terminó despertando a un nido de beedreels, quienes no dudaron en perseguirlos furiosos  dispuestos a atacarlos sin siquiera darles tiempo de defenderse.

Otros problemas eran los que se creaban cuando shuppet y Umbreon se juntaban. Ambos pokémon luchaban constantemente entre sí, no había forma de que se llevaran bien, por eso Gray hacía todo lo posible por mantener a Shuppet en su pokebola, pero era imposible evitar que se encontraran cuando les daba de comer, además no podía mantener a Shuppet constantemente encerrada, era necesario dejarla salir para que se ejercitara. Así con estas constantes dificultades transcurrió su agitada semana.

Aún con todas estas distracciones, Gray no perdía de vista su objetivo, encontrar al pikachu negro, pero era difícil seguirle el rastro. No encontró muchas personas en el camino a quienes pudiera preguntar por el pokemon y la verdad es que aquellos que se encontraban con él, preferían olvidar su existencia y lo que menos hacían era fijarse por donde se había ido. 

Debido a esto Gray optó por consultar con algunos pokémon que encontrara por ahí, ya se había acostumbrado a su nueva habilidad de hablar con los pokémon y pensaba sacarle provecho. Pero lamentablemente, como siempre había sido, los pokémon preferían mantenerse alejados de Gray y evitar todo contacto con él, así era difícil pedir indicaciones. Los pokémon fantasmas no habían visto nada, y no había muchos pokémon siniestro a quienes consultar, finalmente un Purrlion le sugirió a Gray que le preguntara a los pokémon voladores, ellos siempre estaban atentos y se fijaban en todo lo que ocurría alrededor. 

Le pareció una buena sugerencia y lo intentó, pero los únicos que no salieron volando ante su presencia fueron los murkrow y por desgracia estos pájaros son la peor opción cuando se trata de pedir indicaciones. Estas aves eran traviesas y traicioneras, además de que tenían afición por hacer que la gente se perdiera. Gray lo sabía muy bien pero no tenía alternativa. 

Durante un par de días el peligris anduvo perdido siguiendo las instrucciones de los murkrow, pero el colmo fue cuando en un momento consultó con un grupo de tres de estas aves y cada una señaló una dirección diferente, en este punto Gray ya estaba al borde de la desesperación.

Fue entonces cuando una valiente pachirizu se acercó tímidamente a Gray y compadeciéndose de él le dio la primera pista confiable sobre el paradero del pokémon. Según lo que dijo la ardilla, ella había visto al pikachu negro dirigirse hacia el norte, a una ciudad en la que había una enorme torre abandonada en una zona donde abundaban los árboles de bayas atania. Con estas pistas Gray dedujo que el pikachu negro se dirigía hacia ciudad Lunar, era la única ciudad que cumplía con esas características.

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