La Mansión Fantasma

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Esa noche todos se fueron a dormir temprano, incluso Gray, quien ahora tendría que levantarse antes para evitar las quejas de las chicas. En realidad, él solía acostarse tarde porque se quedaba jugando con los pokémon fantasmas y siniestros que venían a él. Quizás tenía muchos problemas para relacionarse con las personas, pero con los pokémon se llevaba muy bien. 

Pero esa noche, no jugó con nadie, hizo a los pokémon a un lado y se fue a dormir. En verdad le hubiera gustado jugar con los litwick, nunca había tratado con esa clase de pokémon antes, pero prefirió ahorrarse problemas con sus compañeras de viaje. Pero lo que no sabía es que si hubiera hecho amistad con esos litwick, seguramente ellos habrían tenido consideración con él y no habría pasado lo que pasó.

Era una noche tranquila sin luna, oscura con miles de estrellas brillando, como ojos curiosos que intentaban espiar a los únicos tres humanos que dormían en medio de la espesura del bosque, una brisa fría y suave mecía las ramas de los árboles haciendo un sonido delicado y tenue. Los sacos de dormir de las chicas estaban un poco apartados del de Gray y junto a él dormían sus tres pokémon.

 Un sonido rompió el silencio de la noche, era dulce y harmonioso, alegre y pacífico, era la melodía de una flauta, específicamente una pokeflauta. Nadie del grupo pareció despertar con la música excepto Shun lee, pues el tipo de pokeflauta y la melodía tocadas eran específicos para los pokémon fantasma. Se despertó alegremente y bailó en el aire, le gustaba mucho la melodía.

 -Mamá-dijo Gray entre sueños esbozando una sonrisa.

 Shun lee se acercó a él para verlo mejor, rara vez veía a su entrenador sonreír, solo de vez en cuando al dormir. Era algo curioso, Gray era incapaz de recordar algo de su vida anterior a sus 6 años de edad, cuando quedó huérfano, pero los recuerdos de sus padres parecían estar enterrados en su mente, en algún lugar, emergiendo solo entre sus sueños, trayéndole la tranquilidad que usualmente no tenía de día.

De pronto, algo apartó su vista de su entrenador, a lo lejos entre la espesura de los árboles, se veían una serie de luces de tono azul violáceo que se acercaban, la fantasma se alarmó un poco ante esto, pero se mantuvo firme aguardando lo fuera que sucediera. Las luces se acercaron lentamente hasta que fue posible ver de qué se trataba, eran un grupo de litwicks jóvenes que al parecer no se habían rendido y habían vuelto para jugar.

 Shun lee suspiró aliviada al ver que no era nada grave, sólo unos pequeños litwicks, como estaba de buen humor decidió jugar con ellos. El sonido de la pokeflauta aún se escuchaba en la lejanía invitando a los pokémon a bailar bajo las estrellas, así lo hicieron. La shuppet se contoneaba al ritmo de la música mientras los litwicks le seguían el paso haciendo una ronda alrededor de ella. Tan absorta estaba en su baile, que no se fijó en que otro grupo de litwicks llegó también al lugar, estos eran un poco mayores, más astutos, más sigilosos. Volaron sobre los jóvenes durmientes como seleccionando una presa, hasta que se decidieron por Gray.

 Volaron en círculos alrededor de él, acercándose poco a poco hasta casi posarse sobre su pecho, introdujeron sus pequeños brazos en el cuerpo que tenían debajo y comenzaron a subir lentamente con esfuerzo, como si estuvieran jalando algo desde el interior de Gray. Entonces algo empezó salir desde el cuerpo del muchacho, una masa informe plateada de aspecto etéreo. 

Siguieron tironeándola hasta que salió completamente, lanzaron un grito de alegría cuando lo lograron. Fue un sonido suave, casi inaudible, pero Shun lee lo oyó, desvió la mirada hacia ellos y palideció con lo que vio. Ella sabía muy bien qué era aquella cosa plateada que los litwick sujetaban, era ni más ni menos que el alma de su entrenador.

 Se lanzó como una flecha hacia los pokémon vela, pero ellos se alejaron rápidamente llevándose el alma consigo. Se internaron en el bosque, alejándose del campamento tan rápido como podían, Shun lee los seguía de cerca, no era difícil perseguirlos, sus luces azules brillaban intensamente en medio de la oscuridad del bosque, indicando exactamente en qué posición estaban. La persecución continuó durante algunos minutos más, hasta que de pronto las luces se apagaron.

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