Capítulo IX: Revelaciones y Fracaso

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8 días antes del presente...

12:00 AM

Amelia:

No pienso registrar la invocación hecha por Zed (son mis memorias, no un manual de magia), aunque sí diré que parecía una modificación a la usada por el monje Jonás Sufurino. Desde luego, era para obligar a los espíritus del cuarto a entrar al pentagrama.

Mientras Zed hacía lo suyo, en cuestión de segundos el cielo se nubló y comenzó a llover copiosamente, siendo acompañada la repentina tormenta por fuertes azotes de viento, relámpagos y truenos.

El cuarto no estaba mucho más tranquilo, empezó a temblar y también hubo ráfagas de viento que hacían difícil mantenerse de pie, pero ninguno de los dos flaqueó. El piso comenzó a resquebrajarse y la habitación entera pareció rugir de ira. Entre la esporádica luz de los relámpagos y la apenas viva luz de las velas, pude vislumbrar horribles rostros entre las sombras, parecían gemir de dolor y resistirse a la implacable invocación.

Entonces los vimos: eran como columnas de humo negro arremolinados en las esquinas, lo más lejos posible del círculo cabalístico, pero finalmente, ante la autoritaria voz de Zed, que continuaba ordenándoles entrar al círculo, tuvieron que ceder.

Al ingresar al pentagrama se fundieron en uno solo y entonces se manifestó el ser más horrible y asqueroso que jamás vi. Evité a como pude que mi rostro reflejara la repulsión que me causaba, y es que a los demonios no les gusta que los insulten.

Jamás piensen que los demonios son hermosos, no son como en los animes, donde los hacen ver como seres casi perfectos, la realidad es otra. Sin duda pueden alterar su apariencia a voluntad, pero su verdadera forma no deja de ser aterradora.

Éste era como una mezcla de duende, cabra y murciélago: de baja estatura, piel arrugada, sarnosa y velluda, con patas de cabra, dos pares de cuernos torcidos que estaban enredados por una rojiza y alborotada a más no poder, de murciélago tenía las alas, aparte su boca era horrorosa, con colmillos como de jabalí, y la baba que derramaba hacía huecos en el piso como si fuera ácido, pero lo más aterrador eran sus ojos. En ellos se veía reflejada la profundidad del averno...

- ¡Libérame! -Exigió con una voz similar a la que tendría un sapo.

- ¿Sabes lo que tengo aquí? -Preguntó Zed alzando un pergamino amarillento aparentemente vacío- Lectura Invisible: ¡Las Terribles Palabras de San Bartolomé! A menos que quieras experimentar el verdadero sufrimiento vas a responder nuestras preguntas.

- ¡No! ¡No las palabras de Bartolomé! -Gritó el demonio aterrado intentando retroceder, pero al hacerlo chocó con la barrera espiritual que le propinó una descarga energética.

- ¡Silencio! -Ordenó Zed, dueño de la situación- Amelia, debes permanecer serena y no dejar que te afecte de ninguna manera, si llegas a tener miedo o alguna emoción negativa podría liberarse.

-Entiendo. -Dije haciendo acopio de todo mi valor- ¿Vas a desterrarlo ya?

-No, voy a interrogarlo primero, después voy a torturarlo y finalmente desterrarlo. -Anunció con un brillo de crueldad reflejado en su ojo visible mientras se giraba hacia el demonio- Dime tu nombre.

-Soy Sebekabel. -Respondió éste- Vivo en este cuarto desde hace más de cincuenta años.

- ¿Por qué vives aquí? ¿Cuál es tu propósito? -Continuó Zed.

-Es por el pacto...

- ¿Qué pacto? ¡Habla! -Exigió el emo.

-El trato que hizo el Dennison Princeton con el Señor de las Tinieblas.

El Contrato. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora