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No sabía que hacia ahí.

Bueno, más bien sí pero le daba vergüenza admitirlo.

Ya había dejado atrás el letrero del Ars, bajaba las escaleras y trataba de actuar normal, aunque la verdad no sabía que era actuar normal en ese lugar, ese no era su clase de sitio. Ni de su hyung. Solo de Bambam.

Aquella noche de sábado corroboró los planes de sus amigos y para su buena suerte, su hyung tenía un lugar al que ir y su amigo tailandés dijo que iría a hacer las compras. Así que Yugyeom se dirigió al club para hacer lo que le daba vergüenza ante sus amigos.

Se abrió paso entre la gente, con cuidado de no tirar nada ni chocar con alguien. Se encaminó al taburete en el que se había sentado la semana pasada, el barman atendía un grupo de personas al otro lado de la barra.

Jugó sus dedos en la barra de madera y cuando apenas sacaba su celular de su bolsillo escuchó esa voz de nuevo.

—¿Qué haces aquí, niño?

—Quería verte —contestó sincero, las mentiras nunca fueron su fuerte.

—Deberías irte a casa, niño.

—No soy un niño —frunció el ceño.

—Pues para mí lo eres, niño —lo molestó.

—El otro día dijiste que solo eras tres años mayor, hyung —sus cejas aún fruncidas, ahora con un leve puchero.

—Eso no cambia nada.

—Pero tú... —sus pálidas mejillas pintándose de un ligero rosado —me dijiste que era bonito.

Jinyoung se carcajeó y eso hizo a Yugyeom alzar la mirada.

—Eres tan fácil.

Yugyeom se enfureció con ese comentario —¿Ah sí? Pues tu risa no tiene alma. ¿Y qué hay de genial en ser barman? Ni siquiera eres tan guapo y ni hablar de tus orejotas, casi sales volando.

—Estaba diciendo que eres fácil de avergonzar —esta vez fue el mayor el que tenía el ceño fruncido.

—Oh... —miró la barra y tanteó con sus dedos nervioso.

—¿No piensas decir algo? No te preocupes en hablar muy fuerte, seguro mis orejotas te escucharán.

—Hyung...

—¿O te preocupa que salga volando si dices algo más?

—Lo siento, hyung.

—Como digas —se volteó a otro lado mientras preparaba un trago a unos chicos que se habían acercado.

Yugyeom esperó pero incluso cuando el otro se desocupó no fue a su lado. Se sintió algo culpable así que lo llamó con su aguda voz de la forma más dulce que pudo.

—¿Jinyoung hyung?

El mayor suspiró cuando escuchó que era llamado —¿Mm?

—¿Podrías venir?

Como si aquello fuera nada, se acercó con desinterés.

—¿Podrías perdonarme?

—Da igual.

—En verdad lo lamento. Solo quería verte un poco, no quería molestarte.

—Estoy trabajando —su tono monótono.

—Bien, entonces dame un trago.

El otro se rió —Te traeré un refresco.

—No, me vas a traer una cerveza. No soy un niño, soy mayor de edad. Además soy un cliente y al cliente lo que pida.

touch ❀ jackbeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora