Ya serían casi tres semanas desde su encuentro con el extranjero, fue el martes que había recibido los resultados de su examen y para la fortuna del chico, todo estaba en orden.
Habían sido tres largos y tediosos días pero por fin era viernes en la noche y él se preguntaba cuál era la hora indicada para ver al menor, recordaba que este le había dicho su turno terminaba a las tres de la mañana pero aún no eran las doce y él se encontraba ya impaciente.
Jaebeom era intenso y caliente, pero no le importaba. Por que eso le había permitido acercarse al castaño.
El mayor no había cometido el mismo error dos veces y la noche de su encuentro, justo antes de irse a casa, le pidió su número al chino. Al día siguiente le mandó un mensaje: «Buenos días» el cual fue respondido con una maravillosa selfie, donde una de sus manos cubría la mitad de su rostro permitiendo ver una media sonrisa y uno de sus grandes ojos. Por supuesto con lo único que podía responder era una fotografía.
Al día siguiente probó su suerte, otro mensaje de buenos días fue enviado y otra selfie había sido recibida, y así empezó ese coqueteo lo suficientemente provocador pero aún bastante conservador. Cada día dos fotografías eran enviadas sin falta.
Trató de entretenerse; jugó con su gata, revisó sus redes sociales, vió de nuevo las 20 selfies que reposaban ahora de Jackson en su celular.
La hora en su celular ya marcaba más de las dos de la mañana y decidió que estaba demasiado impaciente como para quedarse ahí una hora más, así que tomó su celular, cartera y sobre doblado en su bolsillo y emprendió camino al Ars.
Dió cada paso con tranquilidad, de cualquier forma apresurarse no iba a evitar que tuviera que esperar afuera del club. Cuando llegó aún faltaban quince minutos para que el turno de Jackson terminara.
«Buenas noches»
«Vaya, nunca habías mandado un mensaje de noche» le contestó Wang; apenas sus dedos se paseaban por el teclado, tratando de pensar con algún comentario ingenioso cuando una selfie le llegó: «y buenas noches».
El menor llevaba la camisa abierta y la luz morada de la sala privada lo iluminaba.
Se recargó de la pared, justo debajo del letrero del Ars y mandó también una selfie suya, como de costumbre.
La respuesta llegó en un par de minutos después: «Ese fue el último. Te veo en cinco»
La sonrisa complacida enorme y brillante en su rostro. Y tal como lo prometió, Jackson salía por aquella puerta después de cinco minutos.
—Hyung —caminó hacia él.
—Hola Jackson —el menor depositó un beso de pico como saludo en los labios del mayor.
—¿Qué haces aquí tan tarde? ¿A qué debo el honor?
—Pues... —su mano fue a su bolsillo trasero, sacó el sobre y de ahí la doblada hoja, exponiéndola en el rostro del otro—, tenía esta sorpresa.
—Que agradable sorpresa —tomó la hoja en sus manos—. Voy a quedarme esto, te lo regreso luego, a menos que traigas una copia.
—No. Toda tuya.
—Bien. Entonces... —Jackson posó el dedo índice de su mano diestra sobre los dos pequeños lunares de JB sobre su ojo, acariciándolos brevemente—, ¿a tu casa o la mía?
—Mi casa queda más cerca que la tuya.
—Entonces a tu casa será, hyung —sonrió y empezó a caminar buscando un taxi al cual le hizo la parada—. Espero no te importe que vayamos en taxi, pero tengo algo de urgencia —le guiñó.

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touch ❀ jackbeom
FanfictionPor circunstancias de la vida, Jackson terminó en aquel lugar, dispuesto a bailar para cualquiera que pueda pagarle. Cuando Jaebeom escucha las ideas de Bambam, seguro terminará en una situación extraña.