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Narrador Omnisciente
Oficina del director
Durante la noche, la oficina de Albus Dumbledore era más aterradora que impresionante; La única fuente de luz era la chimenea, dándole un aspecto antiguo al lugar. Y la mayoría de las personas de los cuadros se habían ido o estaban durmiendo.
Justo delante de la chimenea estaba una figura alta e imponente, Albus Dumbledore.
—¿Cómo está la muchacha, Severus?
Severus Snape no se veía muy feliz de estar ahí. Daba la impresión que su túnica negra atrapaba la poca luz que había.
—Se encuentra en estado delicado todavía, pero Madame Pomfrey dice que se recuperará.
—Si no me equivoco, fue atacada varias veces con la maldición Cruciatus ¿No es así?
Snape frunció los labios, aunque sólo por un segundo.
—Sí.
—Entonces, me parece impresionante que siga viva.
—Madame Pomfrey también se encuentra sorprendida. Aunque sus heridas eran mortales se está curando a una velocidad magnífica. Cómo si su cuerpo se curara solo.
Dumbledore por fin se dió la vuelta y miró a Snape.
—Creo que tú y yo sabemos bien la razón, Severus.
Snape contuvo un bufido de exasperación.
—Tendremos suerte si despierta, Señor. Y mucha más si se despierta mentalemente bien.
—Lo hará.
—¿Cómo está tan seguro?
—Tú sabes por que.
Un atisbo de preocupación apareció en el semblante de Snape.
—Usted no creerá que ella es la chica de la profecía, ¿cierto?
Dumbledore miró hacia la ventana, y con aire preocupado contestó:
—Esperemos que no, Severus, esperemos que no.
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