Capítulo 4

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"Vamos, Minju, sé que conociste a alguien, tus ojos me lo dicen". Insistió, con la sonrisa aún más amplia y los ojos chispeantes de curiosidad.

"Sí y no". Farmullé.

"¿Sí y no? ¿Cómo es eso?".

"Bueno, conocí a alguien que ha decir verdad, me deslumbró; pero...".

"¿Pero qué?".

"No puedo decir que sea ese 'alguien especial'". Hice comillas con mis dedos.

"¿Por qué no?".

"No creo en el amor a primera vista, lo sabes". Sacudí la mano, como restándole importancia al asunto.

"Sí, ¿pero sabes? Con Chaewon fue amor a primera vista". Sonrió, como si de pronto se hubiera perdido en el recuerdo. "¿Tú dónde conociste a la chica?". Preguntó de repente.

"Emm... en...". Vacilé, mientras buscaba un lugar ideal. "En el avión".

"¿Se sentó junto a ti?". La curiosidad de Yena parecía nunca terminar.

"Mmm...". Recordé entonces cuando Chaewon se sentó a mi lado en el piso del pasillo, reí. "Algo así".

"¿Quieres contarme?".

"No en realidad, no tiene demasiada importancia, Yena. Era sólo una chica atractiva".

Y era cierto, porque para empezar, Chaewon sólo era una cara bonita entre otros muchos rostros de París y además, no podía inventarme una historia acerca de otra chica sólo por no tener el valor de decirle a Yena que su novia me parecía lo más atractivo desde que había llegado a París.

"Estoy realmente cansada, Yena. Dime, ¿dónde está mi cama?".

"Habitación". Corrigió ella y luego sonrió. "Justo allá". Señaló hacia la derecha, apuntando una blanca puerta de madera.

"Gracias, mañana será un día fenomenal, mañana que no esté tan cansada".

"Que duermas bien, Minju. ¡Wow! No puedo creer que estés aquí". Lo último pareció que se lo había dicho a ella misma. "¡Te quiero!".

"Y yo a ti. Buenas noches".

Arrastré el par de maletas hasta el pequeño cuarto donde sería mi habitación y luego me interné en el. Era tamaño medio, ni tan grande ni tan pequeño, ideal para mí. La cama estaba al otro extremo de la puerta, contra la esquina; cerca de la ventana. Había un pequeño escritorio y un armario frente a la cama. Saqué de la maleta más pequeña el estuche donde traía mi cámara y tomé una foto de la habitación. Aventé luego las maletas en alguna parte de la habitación y puse con cuidado la cámara en su estuche y lo coloqué sobre el escritorio, estaba demasiada cansada como para ponerme a acomodar la ropa justo ahora.

Me acosté sobre la cama y coloqué las manos bajo la cabeza, entonces me puse a pensar en todo lo ocurrido durante el día, y el rostro que había traído a mi memoria, era tan bello como el de un ángel, pero, un rostro que no me pertenecía. Pero, ¿por qué había pensado en ella? En la idea de que Yena y Chaewon no se conocían lo suficiente como para decirse "Te amo"; me reí por lo bajo al descubrir que lo que yo tenía ahora era envidia, desde Yiren sólo dos idiotas habían figurado en la lista de mi corazón, y ahora, que Yena había encontrado a alguien, yo le tenía envidia. Volví a reír. Qué patética. Pero lo cierto era que detrás de esa risa burlona había una palpable preocupación, el corazón de Yena no podía volver a romperse por segunda vez de una forma tan desastrosa como la primera. Allí figuraba mi miedo.

O eso yo creía.

El manual de lo prohibido (2kim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora