Capítulo 31

483 76 15
                                    

Había visto su fotografía en Internet, pero sin duda de eso ya había pasado algún tiempo. Era un sujeto con cabello castaño; su rostro era terso y de un tono canela, no podría saber. Me sonrió.

"Kim Minju." Se levantó. "Qué placer me da conocerte." Me extendió la mano y la tomé, recelosa, con mi ceño ligeramente fruncido. "Siéntate, por favor."

La silla rechinó en el suelo cuando así lo hice.

"Señor Jung..." Empecé.

"Hoseok, por favor." Me interrumpió, afable.

"Bien, Hoseok. Esa fotografía no debió llegar a usted, es que..."

"¿Cómo que no?" Se echó para atrás, como sorprendido.

"Es que esa foto era..." Luché con mi fuero interno para no decir 'prohibida' y buscar la palabra adecuada. "Era..."

"¿Fenomenal? ¿Excelente? ¿Maravillosa? ¿Cautivadora?" Me interrumpió, de nuevo.

Y a pesar de todo lo que dijo, aquello no se acercaba ni un poco al significado que yo le daba. Me reí.

"No, es que..." Resoplé, frustrándome. "Esa foto es personal."

'Piénsalo, sería una bellísima exposición fotográfica." Gesticuló, como imaginándose la escena, ignorando mi comentario. Luego de un segundo, me miró. "Y sin duda sería una gran oportunidad para ti. No me digas que no es lo que quieres. Todo fotógrafo lo quiere." Presionó, y tenía razón.

"¿Qué fotografía le dio Hyewon?" Inquirí, quería saber cuál era la imagen que le había fascinado tanto.

Suspiró al verme renuente, luego se levantó de su silla de cuero y fue por una carpeta azul de su archivero. Volvió a sentarse y me dio el folder. Lo tomé y luego lo abrí. El corazón se me expandió por todo el pecho y el estómago se me encogió. Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de tantas imágenes que no había visto hace tiempo. El hermoso rostro de Chaewon exponía su perfil izquierdo, y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos. Era hermosa.

"No sé si vea lo mismo que yo veo en esa foto." Me dijo Jung. "Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarles a mis hijas en las noches. No sé si me doy a entender." Juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él. "Me gustaría ver todas,
por favor."

Entonces lo miré. Luego saqué de mi morral el sobre que contenía las demás, y aun media vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Hoseok.

Él me sonrió y luego abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía pero no estaba segura de hacerlo. Yena y Chaewon vinieron a mi cabeza. Si de alguna manera se dieran
cuenta, ¿cuál sería su reacción? ¿lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo Chaewon, ella es quien aparece en las fotos y... ¡Chaewon! Por un momento pude ver una cara de la moneda que no había visto.

Si Chaewon llegase a saber, ¿vendría a buscarme? Al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo... la volvería a ver. No que eso cambiara las cosas, quizá me odiaba por destruir su relación con Yena y más aun por publicarla sin derecho alguno pero... era tanto el anhelo de saber de ella que de cierta manera se había convertido en una necesidad. ¿Llegaría la noticia hasta Japón o donde sea que Chaewon se encontrara? Miré a Hoseok y de pronto lo vi como una esperanza.

Él había terminado de ver todas mis fotografías y la sonrisa en su rostro me decía que le habían gustado. Repentinamente la idea de exponerlas
no me resultaba tan descabellada. No si eso, de alguna forma, me acercaba a ella.

"Vaya." Dijo Hoseok, admirando la última imagen. "Son fantásticas." Confesó. "Es como si te contaran una historia."

Me reí.

"Tienen una historia, no hay fotografía que no la tenga." Admití.

"Me gusta, estoy encantado con su trabajo, señorita Kim. Sería un honor para nosotros exponer estas fotografias." Me dijo, con los ojos rebosando de excitación. "¿Qué dice usted?"

Y entonces mi mente había cambiado por completo, mi perspectiva ya no era la misma que hace unas horas.

"Hagámoslo." Acepté, llenando mi cabeza de la imagen de Chaewon, ignorando si estaba bien o mal.

La sonrisa de Jung se volvió aun más intensa, acentuándose en su moreno rostro, luego me extendió la mano.

"Hagamoslo." Repitió.

Estaba loca, severamente loca. Había aceptado la propuesta de Jung y ahora no podía echarme para atrás. Y es que alguna parte de mi cabeza, quizá la más destornillada, tenía la ridícula esperanza de que aquella exposición, de alguna manera me acercara a Chaewon.

Tenía que llamar a Jung para darle el nombre de la exposición, me había dado sólo un día para pensarlo, ya que todo se llevaría acabo en un mes, a finales de enero.

El manual de lo prohibido (2kim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora