Capítulo 15

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La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya en algún punto del cielo cuando volvimos al departamento.

Había sido increíble haber pasado todo un día con Chaewon cuando no estaba en mis planes. Me sentía mal a veces de haber utilizado a Wonyoung en varias ocasiones para sacarle ese rostro adusto y un ceño fruncido a Chaewon. Pero más allá de la remota culpa, se sentía bien.

"¡Uff! Fue un día magnífico hoy." Dijo Wonyoung, riendo complacida.

"Lo fue." Concordé. "Gracias, Wonnie."

Besé su mejilla ligeramente coloreada por una bella pincelada rosa y crucé los dedos porque el ceño fruncido de Chaewon apareciera de nuevo en su bello rostro. La miré por la colilla del ojo cuando me alejé de Wonyoung y la vi con las manos en sus bolsillos y la mirada baja, como si quisiera evitar ver. La fierecilla se decepcionó.

"Hasta luego, Wonyoung." Le dije.

"Hasta luego." Rió, tímida, luego dio la vuelta y se introdujo al departamento de su tía. Miré a Chaewon quien ahora esbozaba una linda sonrisa, ¿no le había afectado en nada mi patético intento por ponerla celosa?

"Qué grosera es Wonyoung, no se despidió de mí." Dijo, pero mantenía aun esa sonrisa.

"Es un poco despistada, no te lo tomes a mal." Sonreí. Abrí la puerta y ella me siguió.

"Son las seis treinta de la tarde, ¿qué quieres hacer?" Me preguntó.

"Estuve caminando casi todo el día por la plaza, no creo que me queden ánimos de hacer algo más." Musité, aventándome al sofá y dejando la rosa roja sobre la mesa de centro.

"¿Quieres jugar cartas?" Sugirió, sentándose a mi lado.

"No, siempre me ganas." Hice mohín y ella rió por lo bajo.

"Bueno, que tal... ¿ver una película?"

"Ya vi todas las que Yena tiene, y me da pereza ir hasta el video club a rentar una. Lo siento."

"Está bien, ¿por qué no jugamos a las diez preguntas?" Insistió.

"Bueno creo que eso puedo hacerla sentada aquí." Reí y me crucé las piernas sobre el sillón, acomodándome para quedar cara a cara con Chaewon.

"Está bien, comienza tú." Me dijo.

"Me dijiste que te gustaba la música. ¿Alguna vez has escrito una canción?"

"Sí, tengo algunas letras, pero no son tan buenas." Sonrió y bajó la mirada.

"Estoy segura de que son geniales." Animé.

"Siguiente pregunta." Rió.

"¿Algún día me enseñarás una?"

Me miró y rió de nuevo por mi insistencia.

"Está bien, algún día." Prometió.

"Bien. Veamos..." Pensé. "¿Tu punto más cosquilloso?"

"Emm... el cuello." Dijo, como quien no quiere la cosa.

"¿Qué hay de tu futuro?" Pregunté, meramente curiosa. Se encogió se hombros, elegante.

"Pues sólo estoy segura de una cosa. No seré administradora como Yuri." Rió. "A lo mejor, quizá, compositora."

"¿Compositora? ¡Dios, eso sería fenomenal!"

"Gracias."

"¿De qué hablan las canciones que escribes?"

"De la vida, de mí, del amor..." Se encogió de hombros de nuevo. La fierecilla se removió y me animó a preguntar:

"¿Alguna vez le escribiste alguna a Yena?" Inquirí, temerosa por la respuesta, porque la fierecilla no sólo era terca, también era sensible. Se quedó seria por un segundo, con un semblante duro e inexpresivo. La fierecilla se removió curiosa, inquieta e impaciente.

El manual de lo prohibido (2kim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora