Capítulo 10

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"Emm... no." El color se me subió al rostro al haber sido descubierta en mi análisis visual de aquella maravilla que era su rostro.

Después de un silencio incómodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacían que mi estómago se moviera, una luz llegó a mi razón y pudo conectar con mi lengua y hacer salir mi voz.

"Amm... me decías que Yuri había aceptado. ¿Cuándo sería?" Dije.

"Bueno, si quieres, mañana mismo." Comentó, animada.

"Mañana... ¿Pero qué tal si le dan a Yena el trabajo?"

"Buen punto, entonces sería quizá hasta el domingo."

"No falta mucho, de todas formas." Dije, sabiendo que mañana era viernes.

El mozo llegó y colocó los platos delante de nosotras. El olor a queso fundido de las crepes se adentró en mi nariz y mis tripas rugieron. La sonrisa de Chaewon apareció fugaz en sus labios y el rubor tímido en mis mejillas.

Mientras comíamos saqué varias fotografías del lugar y justamente como la vez anterior, el rostro de ella apareció furtivo entre algunas.

No sabía que pasaba, no sabía porque cada vez que Chaewon hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco porque cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía por qué cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligó a pensar en Yena y sin saber tampoco porque, me sentí culpable de pronto.

Todos mis intentos por hacer que ella no pagara mi comida fueron en vano.

"Tomalo como un regalo." Terminó por decir y antes de que yo le refutara algo tendió el dinero sobre la mesa.

Me llevó de regreso hasta el departamento de Yena, mientras que la fierecilla rogaba encontrar alguna manera de extender el tiempo y si era posible hacerlo parar. Aquello me daba miedo, porque yo también lo deseé.

Cuando llegamos, ella subió conmigo, encaminado sus pasos junto con los míos.

"Espero que a Yena le hayan dado el trabajo." Musité, mientras mis pies medios cansados, subían desganados los escalones del edifico.

"Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo." Concordó.

"Exacto, sé que la haría bastante feliz estar dedicando su tiempo a algo que le gusta bastante hacer." Sonreí.

Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces Chaewon siguió mis pasos y se adentró también. Una rara combinación entre la extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno. Me le quedé mirando cuando cerró la puerta.

"Son las tres treinta, seguro que le dieron el empleo." Dijo, observando el reloj que colgaba de la pared.

"¿Tú crees?" Pregunté, mientras sentía a la fierecilla celebrar de emoción y no precisamente por una buena razón.

"Sí, ¿te molesta si la espero?" Preguntó, jugando con una manzana que había tomado de algún lugar en la cocina.

"No, por supuesto que no, siéntate."

La fiera celebró aún más, el tiempo con Chaewon se me había expandido, al menos hasta que Yena llegara. Esa última idea no le agradó del todo a la fierecilla.

El día terminó, Yena había llegado pasadas de las cinco de la tarde anunciando jovialmente su nuevo empleo y Chaewon, luego de tres horas se había marchado. Ahora yo me encontraba recostada en la cama, mirando el techo de nuevo, como en la noche anterior; haciendo un análisis del día transcurrido y trayendo a mi mente aquel perfecto rostro, maravillándome al recordarlo.

➳➳

Rebusqué entre las amarillas hojas de aquel grueso libro de anuncios un buen laboratorio para imprimir las fotos que había tomado ayer. Yena había partido temprano a su empleo y llegaría tarde, así que tenía que buscar alguna manera de pasar el rato.

Refunfuñé para mis adentros por no entender nada de lo que me mostraba el libro y me pregunté entonces cómo podría encontrar el laboratorio si no sabía siquiera leer el anuncio. Definitivamente tenía que aprender francés. Aquella idea me hizo pensar en Chaewon y reí como tonta al recordarla. Pero eso abrió paso una pregunta que me hizo fruncir el ceño... ¿Por qué?

Sin embargo, no era tan tonta como para no entender absolutamente nada de ese anuncio, me ubiqué un poco al distinguir las imágenes y garabateé la dirección en un papel de aquel lugar que parecía ser lo que yo buscaba.

Salí del departamento con la dirección en mente que afortunadamente había encontrado en la guía mientras trataba de acomodar mi cámara fotográfica en el estuche. Mis pies siguieron caminando entre tanto que intentaba introducir toda la cámara y de pronto mi andar se vio interrumpido al chocar con otro cuerpo.

"¡Lo siento!" Dijimos ambas al unísono.

Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y pálida hacía lucir oscuros sus ojos, las pestañas se expandían con firmeza hacia arriba. El cabello largo en su cabeza perfectamente intacto se encontraba acomodado y peinado, haciendo que sus ondas bien marcadas se noten. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y un par de arruguitas se formaron a los lados mientras se dibujaba una bonita sonrisa curiosa.

"Hola." Pronunció.

"Hola." Dije, media atontada por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.

El manual de lo prohibido (2kim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora