Capitulo 5 "El Torneo"

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Llegamos al castillo y nos fuimos a sentar a la mesa de Slitheryn esperando a que pasaran los de primero luego a comer y despues el discurso de bienvenida por parte del Director

-Opino que ya tengo hambre - dijo Blaise
-Tu siempre tienes hambre cariño - le dijo Pansy dandole un beso y Blaise puso una sonrisa
-No veo al profesor de DCAO- dijo Charly y empezamos a recorrer la mesa y habia una silla vacia
-¿Quien creen que sera?- les pregunte a los chicos
-Mientras no sea un loco como Quirrel,un idiota como Loockard o un licantropo domesticado como el año pasado- dijo Draco, que aun seguia molesto por lo que paso
-Tienes que aceptar que fue con el unico que aprendimos algo- dije viendolo de forma seria
-En eso te voy a dar la razón,era un ecxelente profesor- dijo dandome la mano.
Tiempo despues llegaron los nuevos estudianes y los seleccionaron en casas. Cuando terminamos de comer el director hablo.
—¡Bien! —dijo Dumbledore, sonriéndoles a todos—. Ahora que todos estamos bien comidos, debo una vez más rogar vuestra atención mientras os comunico algunas noticias:
»El señor Filch, el conserje, me ha pedido que os comu­nique que la lista de objetos prohibidos en el castillo se ha visto incrementada este año con la inclusión de los yoyós gritadores, los discos voladores con colmillos y los bumera­nes-porrazo. La lista completa comprende ya cuatrocientos treinta y siete artículos, según creo, y puede consultarse en la conserjería del señor Filch.
La boca de Dumbledore se crispó un poco en las comisu­ras. Luego prosiguió:
—Como cada año, quiero recordaros que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona prohibida a los estudiantes. Otro tanto ocurre con el pueblo de Hogs­meade para todos los alumnos de primero y de segundo.
»Es también mi doloroso deber informaros de que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.
—¿Qué? —dije sin aliento.
—Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparan­do una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutaréis enormemente. Ten­go el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts...
Pero en aquel momento se escuchó un trueno ensor­decedor, y las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe.
En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se cubría con una capa negra de viaje. Todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacu­dió una larga melena en parte cana y en parte negra, y ca­minó hacia la mesa de los profesores.
Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profe­sores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente ha­cia Dumbledore. El resplandor de otro rayo cruzó el techo. Sam ahogó un grito.
Aquella luz había destacado el rostro del hombre, y era un rostro muy diferente de cuantos había visto en su vida. Parecía como labrado en un trozo de madera desgasta­do por el tiempo y la lluvia, por alguien que no tenía la más leve idea de cómo eran los rostros humanos y que además no era nada habilidoso con el formón. Cada centímetro de la piel parecía una cicatriz. La boca era como un tajo en diago­nal, y le faltaba un buen trozo de la nariz. Pero lo que lo ha­cía verdaderamente terrorífico eran los ojos.
Uno de ellos era pequeño, oscuro y brillante. El otro era grande, redondo como una moneda y de un azul vívido, eléc­trico. El ojo azul se movía sin cesar, sin parpadear, girando para arriba y para abajo, a un lado y a otro, completamente independiente del ojo normal... y luego se quedaba en blan­co, como si mirara al interior de la cabeza.
El extraño llegó hasta Dumbledore. Le tendió una mano tan toscamente formada como su cara, y Dumbledore la estrechó, murmurando palabras. Parecía estar haciéndole preguntas al extraño, que ne­gaba con la cabeza, sin sonreír, y contestaba en voz muy baja. Dumbledore asintió también con la cabeza, y le mostró al hombre el asiento vacío que había a su derecha.
El extraño se sentó y sacudió su melena para apartarse el pelo entrecano de la cara; se acercó un plato de salchichas, lo levantó hacia lo que le quedaba de nariz y lo olfateó. A con­tinuación se sacó del bolsillo una pequeña navaja, pinchó una de las salchichas por un extremo y empezó a comérsela. Su ojo normal estaba fijo en la salchicha, pero el azul seguía yendo de un lado para otro sin descanso, moviéndose en su cuenca, fijándose tanto en el Gran Comedor como en los es­tudiantes.
—Os presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala—: el profesor Moody.
Lo normal era que los nuevos profesores fueran recibi­dos con saludos y aplausos, pero nadie aplaudió aquella vez, ni entre los profesores ni entre los alumnos, a excepción de Hagrid y Dumbledore. El sonido de las palmadas de ambos resonó tan tristemente en medio del silencio que enseguida dejaron de aplaudir. Todos los demás parecían demasiado impresionados por la extraña apariencia de Moody para ha­cer algo más que mirarlo.
—¿Moody? —dijo Sam—. ¿Ojoloco Moody? ¿El que encerro a nuestros padres?
—Debe de ser él —dijo Charly
—¿Qué le ha ocurrido? —pregunte—. ¿Qué le pasó en la cara?
—No lo sé —contestó Draco observando a Moody .
Moody parecía totalmente indiferente a aquella fría acogida. Haciendo caso omiso de la jarra de zumo de calaba­za que tenía delante, volvió a buscar en su capa de viaje, sacó una petaca y echó un largo trago de su contenido.
Dumbledore volvió a aclararse la garganta.
—Como iba diciendo —siguió, sonriendo a la multitud de estudiantes que tenía delante, todos los cuales seguían con la mirada fija en Ojoloco Moody—, tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar du­rante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí in­formaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos.
—¡Se está quedando con nosotros! —dijo la fotocopia acosadora
Repentinamente se quebró la tensión que se había apo­derado del Gran Comedor desde la entrada de Moody. Casi todo el mundo se rió, y Dumbledore también, como apre­ciando la intervención de la fotocopia.
—No me estoy quedando con nadie, señor Weasley —re­puso—, aunque, hablando de quedarse con la gente, este ve­rano me han contado un chiste buenísimo sobre un trol, una bruja y un leprechaun que entran en un bar...
La profesora McGonagall se aclaró ruidosamente la garganta.
—Eh... bueno, quizá no sea éste el momento más apro­piado... No, es verdad —dijo Dumbledore—. ¿Dónde estaba? ¡Ah, sí, el Torneo de los tres magos! Bien, algunos de voso­tros seguramente no sabéis qué es el Torneo de los tres ma­gos, así que espero que los que lo saben me perdonen por dar una breve explicación mientras piensan en otra cosa.
»EI Torneo de los tres magos tuvo su origen hace unos setecientos años, y fue creado como una competición amis­tosa entre las tres escuelas de magia más importantes de Europa: Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Para re­presentar a cada una de estas escuelas se elegía un cam­peón, y los tres campeones participaban en tres pruebas mágicas. Las escuelas se turnaban para ser la sede del Tor­neo, que tenía lugar cada cinco años, y se consideraba un medio excelente de establecer lazos entre jóvenes magos y brujas de diferentes nacionalidades... hasta que el número de muertes creció tanto que decidieron interrumpir la cele­bración del Torneo.
—¿El número de muertes? —susurre, algo asustada.
Pero la mayoría de los alumnos que había en el Gran Comedor no parecían compartir aquel miedo: muchos de ellos cuchicheaban emocionados.
—En todo este tiempo ha habido varios intentos de vol­ver a celebrar el Torneo —prosiguió Dumbledore—, ningu­no de los cuales tuvo mucho éxito. Sin embargo, nuestros departamentos de Cooperación Mágica Internacional y de Deportes y Juegos Mágicos han decidido que éste es un buen momento para volver a intentarlo. Hemos trabajado a fondo este verano para asegurarnos de que esta vez ningún campeón se encuentre en peligro mortal.
»En octubre llegarán los directores de Beauxbatons y de Durmstrang con su lista de candidatos, y la selección de los tres campeones tendrá lugar en Halloween. Un juez imparcial decidirá qué estudiantes reúnen más méritos para competir por la Copa de los tres magos, la gloria de su cole­gio y el premio en metálico de mil galeones.
Dumbledore volvió a hablar, y en el Gran Comedor se hizo otra vez el silencio.
—Aunque me imagino que todos estaréis deseando lle­varos la Copa del Torneo de los tres magos —dijo—, los di­rectores de los tres colegios participantes, de común acuerdo con el Ministerio de Magia, hemos decidido estable­cer una restricción de edad para los contendientes de este año. Sólo los estudiantes que tengan la edad requerida (es decir, diecisiete años o más) podrán proponerse a considera­ción. Ésta —Dumbledore levantó ligeramente la voz debido a que algunos hacían ruidos de protesta en respuesta a sus últimas palabras, especialmente los gemelos Weasley, que parecían de repente furiosos— es una medida que estima­mos necesaria dado que las tareas del Torneo serán difíciles y peligrosas, por muchas precauciones que tomemos, y re­sulta muy improbable que los alumnos de cursos inferiores a sexto y séptimo sean capaces de enfrentarse a ellas. Me aseguraré personalmente de que ningún estudiante menor de esa edad engañe a nuestro juez imparcial para convertirse en campeón de Hogwarts. —Sus ojos de color azul claro brillaron especialmente cuando los guiñó hacia los rostros de Fred y George, que mostraban una expresión de desa­fío—. Así pues, os ruego que no perdáis el tiempo presentándoos si no habéis cumplido los diecisiete años.
»Las delegaciones de Beauxbatons y Durmstrang llega­rán en octubre y permanecerán con nosotros la mayor parte del curso. Sé que todos trataréis a nuestros huéspedes extranjeros con extremada cortesía mientras están con noso­tros, y que daréis vuestro apoyo al campeón de Hogwarts cuando sea elegido o elegida. Y ya se va haciendo tarde y sé lo importante que es para todos vosotros estar despiertos y descansados para empezar las clases mañana por la maña­na. ¡Hora de dormir! ¡Andando!
Dumbledore volvió a sentarse y siguió hablando con Ojoloco Moody. Los estudiantes hicieron mucho ruido al ponerse en pie y dirigirse hacia la doble puerta del vestí­bulo.

-Vaya, que emotivo-dije agarrando la mano de Draco
-Es mejor asi,confio en Dumbledor,no vaya a ser que tu hermano te meta en todo esto- dijo Draco
-Y si mejor dormimos -dijo Charly bostezando.

Esta largo
HC

Siempre A Tu Lado { Draco Malfoy }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora