Capítulo 2. 🌻

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"¿Qué te pasa?"

Ran no logró dormir durante toda la noche, se pasó mirando el techo con la frente fruncida, no podía encontrar una repuesta clara a lo sucedido y aquella escena se repetía cada cierto tiempo dentro de su cabeza, incluso sus mejillas se encendían cuando pensaba.

Levantándose al momento que su alarma se activó, poniéndose el uniforme, arreglándose y finalmente desayunando.

Kogoro bufó molesto al ver a Ran tan sumida en sus pensamientos, mientras que Conan estaba confundido.

—¿Qué te hizo el maldito niño detective ahora, Ran? —preguntó su padre, alejando su plato de comida y observándola.

Ran, sin soltar su amarga expresión, vio a su padre medio ruborizada.

—No fue él... —dijo sin querer.

—¡¿Qué?! —ambos detectives saltaron furiosos.

Ran terminó rápidamente su desayuno, no dio más palabras y salió de su hogar en silencio, dejándo a los chicos impactados.

Bajaba las escaleras con lentitud, vio a Sonoko recién llegar a esperarla, quién sonreía nerviosa. El día era luminoso y tranquilo.

—¡Ran! —dijo. —¿Nos vamos?

—Sonoko... —murmuró estando cerca, lista para empezar su camino hacia la escuela.

Milisegundos fueron los que Ran veía a los ojos de su mejor amiga, intentado encontrar respuestas y evitando a toda cosa dirigir su cabeza en dirección del Poirot.

—Bueno, ¡Vamonos! —dijo Sonoko.

—¡Ah...! —se escuchó la voz de un hombre y el abrir de una puerta, la del café. —Buenos días, Ran-san. —aquellas amables palabras resonaron en la cabeza de la karateca, quién se giró a él sin dirigirle ni una mirada, agachándose avergonzada.

Era Amuro. Tenía unos emparedados entre las manos.

"¿Qué pretende? " se preguntó Ran, "¿Acaso no recuerda qué...?"

—¿Eh? ¿Qué pasa Ran-san? —cuestionó inocente.

La chica tembló y Sonoko veía sin la menor idea de cómo actuar.

En ese momento, Kogoro bajaba por las escaleras y de inmediato notó la extraña situación.

—¿Qué sucede aquí?

—¡Buenos días, Mouri-sensei! —dijo el rubio. —Esta mañana nos sobraron algunos emparedados y quería dárselos a Ran-san.

—Gracias. —dijo Ran tomandolos rápidamente y apresurando a irse, seguida de Sonoko.

Ambos hombres se quedaron ahí, viendo a las chicas alejarse. Pero el pocas veces presente instinto paternal de Kogoro, apareció. Cruzó los brazos y se recargó en la pared, echándole al mesero la misma mirada que le daría a Kudo Shinichi.

—Amuro-kun. —habló serio.

—¿Sí, Mouri-sensei? —preguntó desconcertado.

El viejo detective lo barrió con su mirada, no dijo más, pues se limitó a volver a su departamento, dejando al rubio un tanto alerta.

Por otra parte, Ran y Sonoko caminaban por Beika.

—Oye Ran...

La karateca tenía la cabeza agachada, intentaba que su cabello cubriera su cara.

—¿Ran?

Sonoko podía sentir el raro pesar de su mejor amiga, así que hizo la pregunta que Ran no quería escuchar.

—¿Qué le dirás a Shinichi?

Ran se detuvo, seguido también Sonoko, quién observaba preocupada.
Y cuando levantó la cabeza, la contraría se mostró asombrada, el rostro de Ran estaba muy rojo.

—¡¿Estás bien, Ran?! —dijo tomándola por los hombros.

—No sé que hacer, Sonoko... —murmuró con los ojos como perdidos.

—¿Qué dices, Ran...?

—Yo... —susurró temblorosa. —Me gusta Shinichi, me gusta mucho Shinichi...¡De verdad que me gusta! —daba la impresión de querer llorar. —¡Pero me siento tan nerviosa cuándo Amuro-san está cerca!¡Ni siquiera puedo evitar que mi cara se sonroje!

Sonoko estaba más que sorprendida.

—No ha pasado ni un día desde que me besó, entonces... ¿Por qué? —decía Ran totalmente confundida.

Ran lo sabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora