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[   i  l i k e  ]

—¿Listo?

El menor asintió, rodeando su brazo en el agarre de aquella cesta llena de comida y un par de bebidas. Mientras YeonJun llevaba una sombrilla para cubrir a ambos del sol.

La primera vez haciendo un picnic, fue un éxito, y habían pasado ya unas cuantas semanas desde entonces. Así que prometieron hacer uno tras otro cada vez que podían.

SooBin había cambiado de idea al querer pasar la tarde con su madre, pensaba despejarse un rato y estirar las piernas junto al mayor, quien ya había regresado de la ciudad por haber teñido su cabello del mismo color azulado. Y al castaño que encantaba demasiado, tanto, que no dejó de acariciar aquellas hebras hasta quedarse dormido en brazos de YeonJun.

—Y dígame, joven Choi. —Rodeó su cuello con un brazo, haciéndolo reír. —¿A dónde nos lleva?

—Bien... Solo quería caminar contigo. No es nada especial.

—¿Ah, no? —Sonrió al ver negar con su cabeza, encogiéndose de hombros. —¿Vas a secuestrarme acaso?

—N-No. —Rió, tomando aire sin despegar la vista de enfrente. —Supuse que no has pasado de tu casa al pueblo, del pueblo a tu casa. Así que pensé, que estaría bien salir a caminar y encontrar un lugar para pasar el rato.

—¿Y podremos pasar a esos lugares?  No vaya a ser que me griten por ser propiedad privada.

—Cortaste mi flor, ¿de acuerdo? Aquí no haremos eso, y voy a asegurarme de ello.

—Sí, sí, sí. —Apretó su mejilla con cuidado, soltandola después al verlo realizar una mueca diminuta. —¿Aún te duele?

—Descuida. No pasa nada.

—Claro que pasa. Mi madre te acababa de untar una crema hecha por ella para que bajaran los hematomas, y viene tu padre a golpearte de nuevo.

—Me... sienta bien cuando la pones tú.

—¿Por qué?

—JinYon ssi estaba enojada y presionaba muy feo.

Sin soltarle, soltó una carcajada, admirando el puchero formado en los labios del menor. —¿SooBinnie me prefiere a mí? Me siento afortunado.

—N-No me refiero a eso.

—De igual manera, es un logro para mí.

Sus rostros tan cerca, no podían hacer que YeonJun evitara no bajar los ojos hasta la pequeña boquita del castaño, quien inmediatamente giró su cabeza, tomó su mano y tiró de él hasta acelerar el paso.

¿Desde cuándo había comenzado a sentirse diferente junto al menor?

Entre semana eran muy pocas las veces en las que podía convivir con él. Los fines de semana, eran mejores para ambos. YeonJun podía disfrutar de un día tranquilo junto al castañito, y éste se liberaba al salir de aquel infierno en el que vivía.

Y gracias a eso, descubrió más cosas sobre SooBin. No fue demasiado, pero hacía unos días que notó su favoritismo por las comidas hechas con harina, como los pastelillos de la señora JinYon. Desde entonces, amaba ver las sonrisitas y mejillas rellenas de pan dulce del menor.

Cada parte, cada mirada, cada sonrisa, cada lágrima. No importaba qué cosa viniera o viera de SooBin.

Maldición, le gustaba un chico. Y pudo confirmarlo con lo que se venía.

—Mira. Ahí. —El menor de ambos Choi, apuntó con su índice aquel área pasando por los frondosos robles.

—Nadie es dueño de ese lugar... ¿verdad? —Cuestionó, sin despegar la mirada de sus manos entrelazadas.

𝑭𝒍𝒐𝒘𝒆𝒓 𝑮𝒖𝒚 [ YeonBin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora