2︙✿ Stitches

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Finalmente cruzamos la línea,
Puedo ver la oscuridad en tus ojos,
Pretendiendo que todo está bien,
Pero hay otro corazón sufriendo aquí, y es el mío.

–Human Touch (Promise Not To Fall).

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El olor a mora azul que se impregnaba en las fosas nasales de quien lo aspiraba, bien podía funcionar como aromatizante, tomando en cuenta que aquel humo despedido por la boca de quien consumía su sabor en el vape, fuera un sabor bienvenido y delicioso si se expedía en la direcciones o lugares correctos. Dando una bocanada más, llenó de esa sustancia sus pulmones por enésima vez y la exhaló en el cristal purpura de la ventana, en donde su mirada yacía perdida en algún punto inespecífico afuera, solo se limitaba a observar y a dibujar con uno de sus delgados dedos un numero 7 cuando estos se empañaban gracias a su aliento humeante.

Se sentía perdido, se sentía mal, no cómodo con algo, pero todo se lo atribuía a él mismo. Poca cosa, inútil... perfecto fenómeno, esas y más cosas arrullaban su mente y sus sentidos, asaltando sus pensamientos con ideas fatídicas y tristes. Sin embargo; tenía a sus pilares, dos amores de su vida que...

—¿Papi? —preguntó una suave y tierna voz, esperando por una respuesta en el marco de la entrada a la sala.

—Brayan... ¿qué haces despierto a esta hora? —preguntó Rubius mientras despegaba los ojos de los cristales para dirigirlos a su hijo somnoliento esperando por él, de pie sin más, tallándose los ojos con su pequeña mano y en la otra sosteniendo su lindo oso de felpa.

—No puedo dormir. —respondió el pequeño oji-heterocromo, Rubius sonrió con suavidad y apagando su cigarro electrónico para dejarlo a un lado, extendió sus brazos hacía su pequeño, indicándole a este que era seguro refugiarse en ese guardián de carne y hueso, de orejas de oso y cabello humano, de aquel híbrido que llamaba padre. El niño esbozo una pequeña sonrisa y corrió a abrazar al rubio, él lo sentó en sus piernas mientras lo abrazaba con ternura y jugaba con su cabello enredado y castaño, como el de su padre.

—Oye... —dijo Rubén mientras lo miraba atento —, ¿le recuerdas a papá ozito de que color es tu ojo derecho? —Brayan no dijo nada en un principio, pues estaba algo entretenido con su peluche, girándolo para que este diera una maroma con sus propias extremidades de felpa, pero había escuchado la pregunta de su padre.

—Es verde, papi. —dijo sin mirar a Rubius —Papi Samuel dice que solo puedes ver mi ojo violeta porque hace años sufriste un accidente. —Rubius desdibujó su sonrisa en cuanto lo escuchó otorgarle ese dato. —¿Qué te pasó?

Rubius solo pudo hacer una mueca y besar de pronto la frente de su pequeño Brayan Dobluque, pero se negó a contarle.

—Es una larga historia...

—Brayan. —le llamó una tercera voz bien conocida para ambos. —Por qué no vuelves a la cama, pequeño. —dijo Vegetta con suma ternura recargado en el muro de la sala, el niño asintió y Rubius lo ayudó a bajar de su regazó, dejando que su hijo caminara hasta Samuel y lo tomara del brazo. —Rubius... ¿vienes? —le preguntó el castaño dando media vuelta, a lo que el rubio movió la cabeza positivamente, aunque no muy convencido con la orden aparentó comodidad.

Juntos se dirigieron escaleras arriba, con Vegetta llevando en brazos a su pequeño hijo, Rubius siguiéndole muy de cerca hasta llegar a la habitación de Brayan, para arroparlo nuevamente y que durmiera otro poco más, pues no era muy saludable que un niño de seis años de edad estuviera despierto a horas poco recomendables de la madrugada. Rubén le devolvió su osito de felpa y Samuel le besó la frente, para así, salir de su cuarto y permitirle al pequeño conciliar el sueño de nuevo. Una vez afuera, el matrimonio -si es que aún se le podía llamar así- no se atrevió a decirse mucho, la tensión era palpable.

Pᴇᴛᴀʟs Fʀᴏᴍ Iʀɪs || ᵘⁿᶠᵃᵈⁱⁿᵍ ᵉʸᵉˢ ⸽⋆ ʳᵘᵇᵉᵍᵉᵗᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora