10︙✿ Al final no hay ningún ángel en ti.

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Dime qué se supone que debo hacer
con todos estos sentimientos que quedaron de tí, porque no lo sé.
Y dime cómo se supone que me debo sentir, cuando todas esas pesadillas se hacen realidad, porque no lo sé.
Y no creo que veas los lugares dentro de mí en los que estás.
Y no sé como nosotros separamos las mentiras de la verdad.

-Rise Against (Roadside)

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Sus pasos eran parsimoniosos, deseaba y al mismo tiempo quería evitar llegar a la habitación que a estas alturas compartían. Su amigo Luzu ya se había retirado, dejándoles nuevamente en soledad, una soledad incómoda y que no siempre era tan bien recibida, porque siendo dos, nunca dejaba de sentirse como uno y lo odiaba, odiaba con cada fibra de su ser aquella sensación tejida en espinas punzantes.

Samuel ya había terminado de ducharse, vestido en su fina bata de baño de lana púrpura, secando su cabello con una toalla se dirigió hasta su armario para encontrar algo de ropa limpia. Estaba por quitarse su única prenda que le impedía estar desnudo cuando Rubius apareció por la puerta de la habitación, lo sorprendió repentinamente que por acto reflejo se cubrió con rapidez, algo ridículo ya que siendo esposos se conocían hasta la parte más íntima de su anatomía.

—Hey... —saludó Vegetta al instante. Le regaló una sonrisa seca, pero fue ahí cuando sus ojos viajaron hasta el torso del rubio al reconocer la prenda que vestía. —Oh, veo que llevas puesta mi polera.

Rubius lo miró confundido, pero entendió cuando él imitó su acción y se observó a sí mismo, por la prisa de la mañana no se había percatado que aquella no era su ropa.

—Ostia, perdona tío, no me enteré... —Rubén estaba a punto de quitársela, pero ya con la tela a medio camino de su rostro fue impedido por un par de manos que le detuvieron las suyas propias. Sus movimientos cesaron y permaneció inmóvil unos segundos, sintiendo el cálido tacto de aquellas manos fuertes y suaves que en más de una ocasión se ocuparon de grabarse a fuego cada rincón de su cuerpo.

La camiseta volvió lentamente a su lugar y con ello un par de orbes violeta que observaban con cierta ternura las aceitunas causantes de la expresión. Y todo aquello resultaba de pronto tan surreal, ninguno de los dos quería hacer otro movimiento, ya que temían que todo eso pudiera arruinarse. Sin embargo; en algún momento el orgullo debía ceder, como cuando Vegetta extendió su mano izquierda para acariciar con delicadeza la mejilla de Rubius. El híbrido se paralizó en cuando el contacto de seda le provocó una descarga eléctrica en cada nervio de su ser.

En un momento así las palabras no hacían falta, pues sus miradas eran las encargadas de decirse todo: que se extrañaba más de lo que imaginaban, que se deseaban como el primer día... que podían empezar de nuevo. La respiración de ambos era lenta, como si estuvieran frente a la porcelana más delicada del mundo y no quieran quebrantarla con su aliento.

Rubius cerró los ojos y sintió dejándose tocar por su marido, fue que llevó una de sus manos hasta aquella que descansaba en su mejilla, posando encima suya una caricia recíproca y cuidadosa. Sus delgados dedos viajando desde la muñeca hasta los nudillos y posteriormente los dedos. La sonrisa que adornaba un rostro que se sentía querido nuevamente después de un tiempo se desvaneció en cuando notó la irregularidad más dolosa en esa extremidad.

—No llevas tu alianza... —dijo Rubius tratando de sonar lo más sereno posible, pues al notar que Samuel no llevaba puesta su alianza matrimonial, su garganta y piernas hicieron un trato para flaquear en impotencia.

Pᴇᴛᴀʟs Fʀᴏᴍ Iʀɪs || ᵘⁿᶠᵃᵈⁱⁿᵍ ᵉʸᵉˢ ⸽⋆ ʳᵘᵇᵉᵍᵉᵗᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora