9︙✿ Staying Up

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Ahora es triste bajo la luz de esta calle vacía.
Y odias las partes que solías amar de mi.
Te traigo a mis brazos pero aún estás fuera de mi alcance.
No te culparé por irte,
Amarme puede ser una carga,
Cuando mi corazón se congela
Necesito que lo calientes
Oh, supongo que soy una persona jodida

–Kygo (Hurting)

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¿En qué momento se volvió tan inalcanzable?

Una pregunta con una respuesta lógica. Lo sabía perfectamente.

Sentía el suave y frío césped bajo la planta de sus pies, no entendía qué segundo terminó descalzo, pero nada de eso importó, ni su entorno repleto en maleza y árboles goteando de rocío matutino, producto de la tormenta de anoche. No, nada importó más en el segundo que divisó a Vegetta a unos metros delante de él, de pie, desnudo a la intemperie, los tobillos bañados en barro y un par de terribles cicatrices frescas en la espalda, como si algunos huesos de su espalda hubiesen sido arrancados del tirón.

—Vegetta... —soltó en un suspiro, tan quedito que ni el propio susodicho lo escuchó. —Vegetta. —lo intentó de nuevo más alto.

Dio un paso hacia adelante, con la intención de caminar en si dirección, pero todo fue en vano. Su movilidad se vio interrumpida en el momento en que una liana salió salvajemente de debajo del barro en el suelo, capturando así sus blancos y lastimados pies.

—¡¿QUÉ COJONES?! —gritó Rubius con incredulidad, quizá miedo. Y todo empeoró cuando su captora lo derribó hasta el suelo y comenzó a arrastrarle con ella. —¡NO, VEGETTA!

Un grito de auxilio fue desplegado desde el interior de su garganta, desgarrando por poco sus cuerdas vocales por la intensidad de este.

Lo volvió a intentar sin ningún éxito nuevamente, pues las ramas que se cernían en su cuerpo comenzaron a escalar su torso y posteriormente sus brazos, inmovilizándolo casi por completo, Rubius peleaba con todas sus fuerzas, pero siendo en vano cuando parecía más un indefenso gusano siendo atrapado por una araña gigante a punto de devorarlo.

El rubio echó una última mirada hacia adelante en dónde su amante permanecía dándole la espalda.

—¡VEGETTA! —gritó una vez más, y esta vez, el castaño pareció escucharlo, pero solo pudo observarle apenas sobre su hombro, regalándole la mirada más triste y dolorosa que no imaginó ver jamás. Casi como si sintiera lástima por aquel que un día ¿amó? 

Aquella imagen petrificó al rubio, obligándole a resignarse a su doloroso destino. La oscuridad que invadió sus ojos fue inmediatamente reemplazada por el chute aire que se coló a sus pulmones, mientras la luz natural de su habitación y el exterior de los ventanales le decían que la realidad era ya palpable y que solo había sido una cruel pesadilla, la jugarreta habitual desde que perdieron a...

—Brayan... —suspiró, llevándose las manos hasta su cara para pasarla con cierta desesperación contenida, permaneció unos momentos sentado, contemplando la nada, en silencio, divisando los detalles de su "nueva realidad". Se percató de que el lado derecho de su cama estaba ya vació, señal de que Vegetta ya se había levantado—muy temprano, a decir verdad—o que incluso ni siquiera haya llegado a dormir, seguramente lo que menos deseaba ahora el oji amatista era permanecer a su lado mas tiempo. Su piel se erizo de pronto, pero no sabía si era por el repentino pensamiento o la ligera corriente de aire que se colaba por la ventana, se sorprendió con el torso descubierto y para mayor confusión del pobre hibrido, con un extraño corte en el costado, no era profundo, parecía más un enorme rasguño, y vaya que le ardía.

Pᴇᴛᴀʟs Fʀᴏᴍ Iʀɪs || ᵘⁿᶠᵃᵈⁱⁿᵍ ᵉʸᵉˢ ⸽⋆ ʳᵘᵇᵉᵍᵉᵗᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora