5︙✿ Retrouvialles

287 57 88
                                    

"Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas"

-Santa Teresa de Jesús

•──•─•──•✦•──•─•──•


El mundo humano jamás dejaría de sorprenderle, era fascinante, voluble, y terriblemente delicioso. Los susurros en los oídos de los mortales siempre sería su actividad favorita de todas, las almas frágiles e inocentes eran sus favoritas, y justo por ello estaba decidido a devorar la mejor de todas y de una vez quedarse en aquel plano carnal.

No obstante, disfrutaría de las malicias que su presencia provocase en las personas con tan solo persuadirlas lo suficiente para perder el control. El tiempo no se estancaba, sin embargo; era lo único que no podía controlar así que debía ser cauteloso y darse prisa si quería permanecer prófugo.

"Una vida por otra". Era el mandato que le habían propuesto para acotar su trato con el inframundo de permanecer en el plano terrenal, por tanto, debía hacer un intercambio merecedor de su escape, una especie de sacrificio que a los ojos de los peores espectros y demonios fuera un platillo servido en bandeja de obsidiana, porque para ellos no había mejor cosa que degustar de un espíritu acendrado.

Una vez los ojos de aquella pueblerina se tornaron blancos, terminó de aspirar el contenido de su esencia pura, y de cualquier manera no fue suficiente, nunca lo era. Despegó sus puntiagudos dedos oscuros del cuello de la mujer, quien resbaló sin vida contra la pared de aquel callejón, no bastaba con solo alimentarse de esa gente, ninguna vida era digna de ser recibida. No hubo gran cosa, solo se empezó a mover lejos de aquel cuerpo, colocándose las manos atrás que poco a poco volvieron a la normalidad, y caminando con una sonrisa apacible; realmente un perfecto hijo de puta.

No es suficiente. —oyó decir a unja voz siniestra en su mente.

—Lo sé, lo sé, tenedme paciencia. —respondió a nadie en particular, cualquiera que lo viese pensaría que aparte de parecer un bicho raro, estaría loco por hablar solo.

¡Queremos a uno de los guerreros de este maldito pueblo! —regañó una voz extra.

—Y lo tendrán, solo dadme unos días más, quizá hasta pueda daros a uno de los policías.

¡No! Queremos al líder. —Samael detuvo sus pasos al escucharlos. Sonrió imaginándose un escenario en donde asesinaba a ese tal... Vegetta.

—Él no es un alma pura.

Pero es él más poderoso, venció a la enfermedad del Haname. —continuó una de las voces demoniacas en su cabeza.

—¿Haname? ¿Qué coño es eso? —se burló. Sus demonios máximos no siguieron más la discusión pero pretendía darles lo que querían, después de todo, para seres poderosos solo él. Siguió caminando en dirección a la mansión de dicho hombre, mucho se decía del ojiamatista, pero Samael nunca había tenido el placer de tentarlo, mucho menos de conocerlo como tal, pues luego de haber estado tanto tiempo residiendo en los confines del infierno, sus vacaciones en la tierra le venían como un soplo de aire fresco.

Apenas llegó, pudo vislumbrar un mar de luces fulgurantes, música resonando en cada rincón de la redonda, risas y voces animadas que acompañaban el ambiente de celebración llevado a cabo. ¿Una fiesta?

El demonio se escabullo entre los imponentes muros y la parte baja en la enorme isla flotante, ahí pudo divisar a un conjunto de personas charlando y bebiendo. Una mueca de picardía se dibujó en su boca dejando entrever sus aberrantes dientes puntiagudos, de pronto, su atención fue captada en las alturas; su siguiente objetivo a inquirir. Cerró los ojos y se teletransportó hasta la parte superior, allí pudo ver a más personas, entre ellas, niños y niñas jugando en el enorme patio, globos de colores, postres, y demás adornos infantiles decoraban los muros y puertas de esa enorme estructura de vidrios tintados en purpura. No necesitaba un escondite, pero requería una zona de descanso y lo halló en una de las partes traseras, ahí se situaba una hamaca morada, perfecta para tomar la siesta, así que prefirió esperar, y divertirse un rato siendo invisible ante los ojos del mundo, caminando entre la gente, soplando en sus oídos y escupiendo a sus bebidas. Haciendo que un hombre estirara su pie para que otro se tropezara con este, o incluso que a un pobre chiquillo se le cayera su helado al suelo, mientras su llanto lo llenaba de gozo.

Pᴇᴛᴀʟs Fʀᴏᴍ Iʀɪs || ᵘⁿᶠᵃᵈⁱⁿᵍ ᵉʸᵉˢ ⸽⋆ ʳᵘᵇᵉᵍᵉᵗᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora