Viaje Al Futuro ✔

016| Amor y nostalgia

Anna Louis Weasley en multimedia (Alexandra Daddario)

02/06

Albus, Aria, Scorpius, Hermione y Draco llegaron a la oficina del profesor Longbottom, donde él ya los esperaba. 

 — ¿Albus viene?— preguntó el profesor.

— Sí, ¿por qué?— dijo el nombrado a la defensiva.

— No, por nada— se apresuró a decir, para no hacer enojar al hijo de su mejor amigo.

— Al, creo que no deberías venir— dijo Scorpius, suplicándole con la mirada que no haga una escena. 

Él abrió la boca para reprochar, pero luego la cerró, tragó saliva y asintió.

— Gracias, ve y habla con Anna.

— Vete.

Mientras Albus se quedaba fuera, el resto ingresó a la oficina.

POV Albus:

Luego de que me dejaran solo como un perro, me senté en la puerta, enojado. No había tenido una buena mañana, especialmente porque confirmé con mis propios ojos lo que James me había dicho. Sí, Anna se estaba besando con Orion Flint. El recuerdo me daban ganas de vomitar.

Lo peor era que, según ella, yo todavía no sabía que ella seguía con su vida como soltera. Y se andaba besuqueando por ahí con otros chicos, como si quisiera que me enterara de esa manera. ¿Y si ese era su plan? ¿Que me entere viendo como se besa con otro? 

Me levanté y me alejé de la puerta, no me gustaba pensar sentado, así que caminar por los pasillos sin rumbo alguno era lo mejor que tenía para hacer. Caminaba con la mirada en mis pies, moviendo el derecho y luego el izquierdo. Derecho, izquierdo, derecho izquierdo, derecho, izquierdo, derecho...

Choqué contra la pared y caí al suelo de espaldas. Mantuve mis ojos cerrados, adolorido, y me froté la zona golpeada.

— ¿Estás bien?

Abrí los ojos para ver quién me hablaba. Y ahí estaba Anna, tan hermosa como siempre, con el ceño fruncido, preocupada por mí.

— Sí— respondí y me levanté, aunque permanecí sentado. Me giré y apoyé la espalda en la pared, me dolía la parte de la coronilla—. ¿Cómo estás?

— Bien, aunque me resulta raro ver a tus padres con quince años paseando por Hogwarts y haciéndose pasar por Dylan y Maree— respondió y se acomodó la correa de la cartera en el hombro. 

— ¿Lo sabes?— preguntó y asintió. Solté un gruñido, doblé las rodillas, apoyé los codos en ellas y me cubrí el rostro con las manos. No hizo ningún ruido, pero supe que Anna se sentó junto a mí.

— Todos los sabemos, y todos están enojados con ustedes por tratar de ocultarlo— explicó Anna y soltó un suspiro—. ¿Tú cómo estás?

Como la mierda.

— Bien— respondí y me quité las manos del rostro. Apoyé la cabeza contra la pared y Anna hizo lo mismo, pero doblando el cuello para mirarme.

— Si estás bien, ¿por qué tienes esa cara?— preguntó con tono suave. Suspiré y volteé a verla, con la cabeza aún apoyada en la pared.

— ¿Por qué no me dijiste que ya no quieres nada conmigo?— pregunté, dolido. Anna me miró unos segundos con pena, y supe que eso es lo único que siente por mí.

— Porque ni yo sabía si quería estar contigo— respondió, con el mismo tono, como si decirlo de esa manera fuera menos doloroso.

La miré a los ojos. Extrañaba sus ojos celestes, extrañaba su cabello, extrañaba estar con ella sin tener que hablar porque su sola presencia era necesaria. Extrañaba todo ella. Pero no estaba seguro de si ella también me extrañaba.