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—¿Eh? —susurró Joaquín

— Creo que me gustas —repitió el rizado.

— ¿Qué quieres que te diga? —preguntó el castaño, después de escuchar aquella confesión, por segunda vez.

— No lo sé, ¿que me digas que también te guste y regresemos a lo de antes? —afirmó, más que preguntar. Al escuchar eso la felicidad que Joaquín mostró al principio, desapareció por completo.

Joaquín soltó una risita— ¿Te refieres a cuando, nos acostabamos y yo básicamente me humillaba, intentando recibir un poco de tu afecto, para que tu solo me despreciabas? No gracias, creo que ya llore  suficientes veces. —comentó, Emilio no dijo nada— Pensé que no caerías más bajo, al parecer me equivoque, mira que decirme que según te gusto solo para que vuelva a acostarme contigo.

— N-no, no... —fue interrumpido por el castaño.

— Sabes que no me importa, solo vete —pidió, cerrando la puerta.

Emilio maldijo, soltó un suspiro frustrado, antes de regresar a su casa.

Joaquín tras cerrar la puerta, se dirigió a su habitación, acurrucadose en su cama, mientras pensaba lo que le dijo el rizado; quería creerle, pero todo parecía siendo lo mismo, solo quería jugar con él. Se volvió a recriminar a sí mismo el haber aceptado desde un principio ¿cómo pudo ser tan estúpido, para  pensar que tendría una oportunidad? Si desde el principio le pidió tener sexo en ves de querer conocerlo. Todo se hubiera evitado, si no hubiera seguido aquel estúpido juego de seducción. Los pensamientos o en realidad  regaños a sí mismo de Joaquín fueron interrumpidos por sus madre.

— ¿Qué es lo que tienes hijo? Estás muy raro, desde hace algunos días, no me gusta verte así —preguntó, sentándose en la cama junto al castaño.

— No debes preocuparte, yo estoy bien, solo son algunas cosas nada importantes —mintió, en definitiva no le iba a contar, que se acostó con  Emilio y todo lo demás.

— Esta bien, cualquier cosa yo estoy para hablar, cariño —dijo, acarició el cabello de Joaquín antes de darle un beso en la frente y salir de la habitación.

Mientras que Joaquín reanudó sus regaños a sí mismo, en la casa de al lado, estaba un rizado más que enojado, encerrado en su habitación.

—¡Maldita! sea Emilio eres un estúpido —se reprochó a él mismo.

[...]

Dos días pasaron desde aquel intento de confesión o estupidez según el castaño.

Aquellos días fueron una tortura para ambos, Joaquín seguía recriminando cada una de las cosas que hizo con Emilio; mientras que esté no dejaba de sentirse estúpido, justo como ahora que está reprochandose a si mismo, mientras mira por la ventana.

Todos sus pensamientos, fueron pausados al ver a los padres de Joaquín, pasar en el coche. En ese momento recordó cuando su madre le comentó lo mucho que le encantaba el matrimonio de los vecinos, además del gran amor que se tenían, eran sus cenas de todos los sábados. Sabía que debía aprovechar, que los padres de Joaquín no estaban, debía hablar con él; corrió a su habitación para colocarse algo más decente ya que solo estaba en ropa interior, se cambio lo mas rápido posible, corriendo hasta la casa de a lado.

— Ni lo pienses —dijo el castaño, al ver a Emilio parado en su puerta, de inmediato la cerró, o al menos lo intentó ya que el rizado lo impidió.

— Quiero hablar contigo —pidió, Joaquín negó y volvió a intentar cerrar la puerta— Por favor —suplico.

— Yo no quiero hacerlo —dijo, Emilio lo miró suplicante— Tienes un minuto para hablar así que rápido.

—  Cuando vine a verte hace un par de días, al decir que regresar como antes, no me refería a lo del sexo, si no al momento en el que me hablabas. Se que nunca fuimos muy cercanos pero, se que eres una gran persona y odio el hecho de que no nos dirijamos ni siquiera una palabra —dijo bajó la mirada atenta del castaño.

— ¿Cómo carajos sabrías qué soy una gran persona? Si las pocas veces que me hablaste fue para algo relacionado con el sexo, no vengas aquí a intentar decir lo primero que se te ocurre con tal de que regrese.

— Por qué todo lo que te digo, le encuentras una manera de ponerlo para que se mal interprete —habló Emilio frustrado alzando un poco la voz.

— ¿De quién crees que sea la culpa? ¿Quien me habló solo para tener sexo? ¿Quien me rechazó tantas veces? ¿Quien me hizo llorar noche tras noche? ¿Quien estaba consciente de mis sentimientos hacia ti y los utilizó en mi contra? —reclamó enojado.

— Y-yo —suspiró— Creo que tienes razón, yo solamente te hago más daño del que ya te hice, ya te dejaré de molestar, no te preocupes; te deseo lo mejor de corazón Joaquín, se que eres una gran persona y mereces a alguien que no dude de lo que siente por ti, cuidate —dijo, le dedico una a última mirada a Joaquín antes caminar de regreso a su casa.

El castaño se quedó unos momentos en la puerta después de que el rizado se fuera, intentando asimilar las cosas que le acaban de decir en especial una, que no entendió del todo ¿cómo que merecía a alguien que no dudará de sus sentimientos? Entró a su casa aún confundido.

Tras irse de la casa del castaño, Emilio entró a su casa hecho más que una furia, su madre acababa de llegar y noto el enojo; decidió no preguntar por el momento, el rizado llegó a su habitación tirandose en la cama, no sin antes azotar la puerta.

[...]

— ¿Qué tienes? —susurró la madre del rizado, al entrar a la habitación de su hijo— Te deje un par de horas, para que se pasara el enojo, pero me preocupas, jamás te había visto tan molesto.

Emilio rodó en su cama para voltear a mirar a su progenitora— ¿Por qué ma'? ¿Por qué tuve que hacer todo mal? ¿Por qué me empecé a dar cuenta de mis posibles sentimientos, cuando ya era tarde? —preguntó nostálgico.

— Cariño, odio verte así —admitió, acariciando los rizos de su hijo, intentando reconfortarlo— Sabes jamás pensé que llegaría el momento en el que te aconsejaría por amor, siempre fuiste alguien muy reservado, en toda tu vida solo has tenido dos amigos. —suspiró— Te diré algo, debes intentar luchar por aquella persona, decirle como te sientes, el que estás confundido.

— Ya lo intente y dos veces, él solo terminó odiandome más —susurró disfrutando de las caricias de su madre en su cabeza— Solo quiero dejarlo ir, para que encuentre a alguien que haga las cosas bien y no tenga dudas.

— Es tu decisión, pero ¿qué es lo que te causa dudas? ¿El que te guste un hombre? —preguntó confundida.

— No es eso, yo no me recriminó por la posibilidad de que me guste un hombre y se que a ti tampoco te importa. Yo solo quiero dejar de hacerlo sufrir y eso es lo que haré.

— Por supuesto que no me importa, yo solo quiero verte feliz sea con quien sea. Te amo hijo —dio un beso en la frente a Emilio— Piensa las cosas, cualquier cosa estoy aquí.

— Sí ma' —contestó antes de que su madre saliera de su habitación.

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¿Qué les gustaría ver en la historia?

Espero que les haya gustado los amo 💜

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