La semana paso tan rápido, que cuando Emilio menos lo pensó había llegado el día de la sorpresa, estaba nervioso y mucho. Estaciono el auto frente a la casa de su madre y justo al bajar, reconoció al pequeño castaño que salió corriendo de su casa, directo a abrazarlo.
— Hola, mi amor —susurró abrazando por la cintura a Joaquín, mientras besaba su sien.
— ¿Por qué ayer no viniste ayer? —intrigó el menor, con un puchero.
— Lo lamento, pero tenía algunas cosas que arreglar cariño, además ya me tienes aquí —dijo el rizado con una pequeña sonrisita.
— Esta semana te extrañe más que nunca, no pudimos hablar a diario y eso no me gustó —reprochó el castaño con un puchero.
— Perdón, pero tenía exámenes y necesitaba estudiar —mintió, ya que la verdadera razón era que tenía miedo de arruinar la sorpresa.
— Solo te perdono por eso —musitó sonriendo— Ahora entremos a mi casa, que mi mamá nos preparo el desayuno.
— Adelántate bonito, iré a saludar a mi madre y te alcanzo —dijo el mayor, el castaño asintió dejando un pequeño beso en los labios contrarios antes de ir a su casa.
Tal como dijo Emilio, en tan solo unos minutos estaba en la casa del menor, salido con un pequeño beso en la mejilla a la madre de esté, antes de sentarse.
— Joa deberías cambiarte, ¿Acaso no te da pena que tu novio te vea así? —dijo la madre de Joaquín.
— ¡Mamá no digas esas cosas! Además no es mi novio —comentó con las mejillas sonrojadas, viendo como su madre se retiraba.
Emilio soltó una pequeña risita al ver la actitud de su pequeño, también observó con detenimiento por primera vez su vestimenta, dándose cuenta de que el castaño aún estaba en pijama, ni siquiera lo había notado, para el se veía igual de lindo que siempre.
— Te vez muy bien —susurró el mayor contra el oído del castaño, haciendo que esté se sonroje más.
— No te burles de mí, ¿cómo voy a ser lindo, recién levantado? —advirtió Joaquín.
— Te juro que no lo hago, en serio me pareces muy lindo, de todas las formas posibles.
Emilio acaricio la mejilla del castaño, antes de unir sus labios, besándose con suavidad y hubieran continuado de no ser por el carraspeo que se escucho a sus espaldas. Al separarse ambos notaron como la madre de Joaquín los miraba muy felices, mientras que el padre estaba muy serio; el rizado se sonrojo ya que pensó que estaban solos.
— ¿Por qué los interrumpes? Nunca los había visto besarse —regañó la mujer a su esposo.
— Quizá porqué no me agrada la idea de ver cómo besan a mi hijo en mi casa y mucho menos alguien que no es su novio —contestó, recibiendo una mala mirada de su familia.
— No digas tonterías, Joaquín ya no es un bebé y Emilio hablo con nosotros. Además pronto las cosas van a cambiar —murmuró con una sonrisa, que fue borrada al ver la cara de preocupación del rizado— Al menos eso pienso, pero bueno mejor vamos a desayunar.
El castaño volteo a ver al mayor buscando una respuesta, pero este solo encogió los hombros.
Durante el desayuno, no hablaron mucho, ya que había un ambiente un poco tenso, pero no demasiado.
Al terminar los jóvenes salieron a la entrada de la casa, no sin que antes el rizado agradeciera por la invitación y la comida.
— No sabía que habías hablado con mis padres —susurró el castaño recargando su cabeza en el pecho del mayor, mientras se abrazaban.
— Ese era el punto —admitió, Joaquín lo miró con el ceño fruncido, mostrando su molestia— No hablamos mucho solo les dije que yo iba en serio contigo, también tu papá me amenazó, pero nada fuera de lo normal, descuida.
— Esta bien, ¿seguro que no te quedas otro ratito? —intrigó con un puchero.
— No puedo tengo cosas que hacer, pero recuerda que pasare por ti a las seis para nuestra cita —dijo el rizado con una pequeña sonrisa, Joaquín asintió.
Se dieron un pequeño beso, antes de que cada quien entrará a su casa.
[...]
Cuando llegó la hora de la cita, el castaño estaba algo ansioso no tenía ni idea porque tanto misterio. Escucho el timbre de su casa, de inmediato fue a despedirse de sus padres, tomó su mochila donde llevaba una chamarra más abrigadora, un gloss, su teléfono y algunos otros artículos. Al abrir la puerta vio a Emilio perfectamente arreglando, portando una preciosa camisa.
— No sabía que iríamos a un lugar tan elegante, debiste avisarme que era así para vestirme más adecuado —dijo el menor, intentando mostrar su inconformidad.
— Como estas te ves increíble, así que no hay nada de cambiar —musitó entrelazando sus manos— A sí que vámonos o no llegaremos.
Con unas grandes sonrisas, ambos subieron al auto, el rizado abriéndole la puerta al menor, para ayudarlo; una vez en el vehículo comenzaron el trayecto.
A pesar de la instancia de Joaquín, el mayor decidió no decir nada de la sorpresa o a donde se dirigían.
Aunque cuando llevaban más de una hora de camino, la insistencia hizo que le dijeran que ya estaban por llegar y que no olvidaría se día jamás; a pesar de no decir nada de detalles, eso logro calmarlo un poco.
Algunos minutos después llegaron a si destino, confundiendo aún más al castaño, pues básicamente estaban solo rodeados del árbol.
— ¿Qué planeas? —intrigó.
— Lo descubrirás pronto, ahora ponte esto —dijo el rizado extendiéndole un pañuelo al menor, quien se lo colocó de mala gana.
Emilio guio al castaño, hasta llegar a la cabaña que estaba a unos metros, ayudándolo a subir las escaleras que llevaban al segundo piso, deteniéndose justo enfrente del balcón.
— ¿Estas listo? —preguntó el rizado, contra el oído del menor, quien asintió— Cuando te quite la venda, contaras hasta tres y los abrirás —pidió.
En el momento que Joaquín sintió como quitaban el pañuelo, contó lentamente hasta tres y abrió los ojos, su vista tardo en enfocarse unos momentos, pero cuando lo hizo se impresionó por completo...
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Ultimos capítulos
Ya solo queda un capítulo así que preparense.
Gracias por leer los amo 💜
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Crush
FanfictionJoaquín no supo en qué momento su vecino reservado se convirtio en su crush, ni mucho menos se dio cuenta en que instante terminó llorando después de acostarse.