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Joaquín comprobó en tan solo un par de días que, el rizado no mentía cuando decía que era muy tímido. Después de su reconciliación, los abuelos y la madre de Emilio no tardaron en averiguar lo que ocultaban, por lo que los jóvenes tuvieron que sufrir un pequeño interrogatorio.

Con la noticia ya conocida el castaño quería demostrar un poco de cariño, besando la mejilla o abrazándo, al mayor, pero este solo se sonrojaba y bajaba la mirada. También había ocasiones donde se encontraban solos y Emilio tomaba la iniciativa de besar, pero en cuanto había alguien cerca de donde estaban, se separaba de  inmediato se separaba, bastante apenado.

A Joaquín no le molestaba, esa actitud del rizado, al contrario le encantaba ya que cuando estaban completamente solos, demostraba todo lo contrario, aunque sólo habían llegado a unos besos bastante intentos, pues ninguno quería hacerlo por el momento, deseaban hacer las cosas bien, al menos esta vez.

La madre de Emilio tuvo que hablar con los padres del castaño, para que no se preocuparan y lo dejaran quedarse más tiempo, ya que originalmente solo se quedaría tres días, los cuales ya habían pasado; ellos aceptaron que se quedara, con la condición que les marcara a diario.

— Aún no entiendo cómo es que traes ropa para casi dos semanas si solo te ibas a quedar unos cuantos —intrigó el mayor, en cuanto su madre se fue, después de darles la noticia.

— Decidí ser optimista y pensar que  saldría bien el que viniera —susurró, sentándose en regazo de Emilio, haciendo que esté lo abrace por la cintura.

— El que vinieras fue la mejor decisión que tomaste —admitió, besando el cuello de Joaquín, escuchando los pequeños suspiros— Me encantas bonito.

— ¿También llegaste a esa conclusión por encuestas de Internet? —bromeó, el rizado frunció su ceño, fingiendo indignación— Perdón, debía decirlo. También me encantas.

— Esta bien, admito que es algo de lo cual te puedes burlar —suspiró— Te traje algo, así que cierra los ojos.

En cuanto el castaño obedeció, el rizado sacó de su chamarra, una pequeña cajita, que tenía una nota encima. Joaquín abrió los ojos cuando se lo pidieron, al principio puso una cara de confusión, para después tomar la nota.

"Por miles de años las estrellas guiaron a los navegantes a sus destinos. No soy un navegante pero contigo llegare a mi destino, por eso eres mi estrella..."

En cuanto leyó aquella frase el castaño sonrió ampliamente, tal como lo prometió Emilio, comenzó a ganarse su corazón, aunque en realidad ya lo tenía. Pero eso no fue impedimento para que varias veces al día le diera una flor acompañada de una nota, que decía lo lindo que se veía o alguna frase, acompañado de un cumplido.

Aún sonriendo Joaquín abrió la caja, encontrándose con un pequeño collar, que tenía como dije una estrella.

— Eres un romántico —susurró el castaño, con una gran sonrisa.

— Mi abuela me ayuda demasiado, pero admito que he sido un poco romántico estos días, pero solo quiero recompensarte por todo lo que te hice pasar —murmuró acariciando la mejilla de Joaquín.

— Solo olvidemos eso. No te lo había dicho, pero ya estoy decidido a aprender a montar de caballo, así que vamos a que me enseñes —dijo el castaño levantándose, jalando un poco a Emilio para que se levantará.

— Pensé que le tenías miedo, por eso me rechazaste cuando te dije —comentó, levantándose.

— Lo tengo, pero se que tu me vas a cuidar, así que vamos, antes de que me arrepienta.

— Primero déjame ponerte tu collar bonito —pidió, rápidamente el castaño aceptó.

Salieron de la casa, con una gran sonrisa, caminaron hasta los establos, donde Emilio se encargó de preparar el caballo para que el castaño lo montará, una vez listo fueron a donde daban las clases de equitación.

— ¿Estás seguro de esto mi amor? —preguntó el rizado.

— Sí Emi, quiero aprender —mencionó emocionado.

— Esta bien, primero ponte el casco y las botas que traje —el castaño asintió y rápidamente se colocó lo que le indicaron— Ahora debes relacionarte un poco con Jovero, el es muy noble pero aún así debes hacerlo, para que ninguno esté nervioso y esto no salga mal.

Joaquín se acercó al caballo comenzando a acariciarlo un poco, tenía bastantes nervios, que fueron notado por el rizado, quien ayudó a acariciarlo para que ambos dejaran de ponerse nerviosos.

— Hola bonito —susurró el menor acariciando el animal.

— Los veo a ambos muy tranquilos así qués momento de que te subas, recuerda que no debes ponerte nervioso y que yo estaré para cuidarte.

— De acuerdo Emi —aceptó, tomó al mayor del cuello para hacer que se incline y besarlo— Te amo.

— Te amo más —susurró.

Joaquín subió al caballo, con ayuda del rizado, quien de inmediato comenzó a explicarle lo que debía hacer para que avanzará o diera vuelta.

Apesar de entenderlo a la perfección,  el castaño le pidió a Emilio que se subiera con él, para así sentirse más seguro; este no lo dudo ningún momento subiéndose justo detrás del menor, casi rodeandolo.

Algunas horas después, Joaquín logró tener mucha más confianza, logrando mostrar al caballo solo, claramente no iba muy rápido pues aun le daba un poco de miedo, pero lograba guiarlo a la perfección; incluso sin que el rizado lo cuidara o estuviera también montado al caballo.

El castaño se bajó cuidadosamente, del animal, corriendo inmediatamente hacia el mayor, haciendo que esté lo abrace, mientras le daba vueltas en el aire.

— Viste amor —gritó emocionado, con una sonrisa.

— Sí mi niño, estoy muy orgullosos de ti —susurró separándose del abrazo, para besar la frente del menor— Javier llévate el caballo al establo —indicó al trabajador, quien rápidamente se retiró.

— ¿Le pediste que se fuera para poder besarme verdad? —intrigó el castaño, Emilio asintió rápidamente, antes de besarlo.

— Sabes que me cuesta ser cariñoso contigo y me es imposible cuando hay alguien presente —murmuró, al separarse del beso.

— Sabes que yo lo entiendo a la perfección, no me importa el que no me demuestres afecto cuando hay mas gente, mientras lo hagas cuando estemos a solas —dijo Joaquín— Pero aún así, quiero que consideres el ir a algún psicólogo, para que te ayude y te desahoges.

— Ya lo había pensado, pero me da algo de miedo ir, fui cuando era niño pero ya es muy diferente.

— Es por tu bien cariño, yo prometo estar ahí en cada paso que des —musitó, tomando de las mejillas al rizado.

— De acuerdo, cuando regresemos lo haré —aceptó Emilio.

Con una gran sonrisa Joaquín volvió a unir sus labios besándolo, con suavidad, abrazando por los hombros al rizado, mientras que éste lo tomaba de la cintura.

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Últimos capítulos...

¿Que quieren ver en los últimos capítulos de esta pequeña historia? Si pueden ser específicos mejor, es decir si quieren que tengan una cita, pueden dar su idea de como les gustaría que fuera el lugar y varios detalles, así se me facilitaría escribirla.

Gracias por leer los amo 💜

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