Capítulo 17

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-¿Qué estabais haciendo?- preguntó Chris, con dureza e ira controlada. 

Jesse tenía miedo. Era la primera vez que dos miembros de la banda se besaban entre sí, seguramente a punto de pasar a más, por lo que no sabía cómo iba a reaccionar Chris. Quien, por cierto, estaba lleno de arena y sangraba por la nariz. Jesse abrió la boca, intentando encontrar las palabras adecuadas, pero lo cierto es que él tampoco sabía qué ocurría; sí, Jasper y él estaban besándose, pero, ¿por qué? Jasper fue más veloz y respondió:

-Chris, esto es culpa mía. Yo lo he empezado, Jesse sólo me seguía la corriente...

-¿Lo has obligado?

El silencio se hizo unos momentos antes de que Jasper contestara:

-Sí.

-¡No!- saltó entonces Jesse, quien al fin había reactivado la parte del habla en su cerebro.- No me estaba obligando. Sí, ha empezado él, pero yo he querido seguir. 

Chris miró las vías y echó a andar, saltando a estas. Llevaba una manguera enrollada en las manos, junto a un extintor, y la conectó al surtidor de agua de bomberos, siguiendo su camino. Johan se quedó con ellos, arrodillándose, con un botiquín en las manos.

-Hablaremos después; voy a apagar esa mierda- dijo Chris antes de desaparecer por el túnel, con la manguera tras él y el extintor en la mano. Sonó tan frío, tan inexpresivo, que Jesse se sintió mal, como un niño que sabe que ha hecho mal. 

-Jesse, túmbate; voy a mirar esa pierna- dijo Johan, sacando diversas cosas del botiquín que Jesse prefería no mirar.

-Johan, hay que llevarlo al hospital, tiene el trozo demasiado profundo; puede que necesite una operación- intervino Jasper, acercándose. Jesse no podía imaginarse a su madre pagando la factura del hospital de una operación, pero sí los gritos que irían hacia él.

-No. No, no, no, no puedo ir al hospital y menos operarme. Mi madre me matará, no podemos permitírnoslo- dijo Jesse, tapándose la cara.

Johan suspiró y sacó unas tijeras junto a unas pinzas largas, seguidas de un enorme rollo de gasa, esparadrapo, aguja, hilo, alcohol farmacéutico y algo que no le gustó a Jesse para nada: un bisturí. 

-Jesse, no tengo tiempo de ponerte anestesia, ¿vale? Estás perdiendo más sangre a cada rato. Así que voy a cortar un poco los bordes, a sacarte eso, desinfectarte y coserte, ¿de acuerdo? 

Jesse se vio obligado a asentir. Johan se puso guantes, una mascarilla y alzó el bisturí. Jesse apretó los dientes cuando notó la hoja de frío metal rasgar la piel y carne donde el cristal se incrustaba, liberándolo así en los minutos más tediosos y largos que había vivido Jesse jamás. Con ayuda de las pinzas, Johan sacó el cristal poco a poco, con cautela y toda la precisión de la que era capaz. Le llevó un buen rato, teniendo que cortar más algunas veces, pero consiguió sacarlo por completo. Luego, se dedicó, para el horror de Jesse, a hurgar por si había más cristales. Al parecer, el trozo había salido entero. A Jesse le ardía la pierna, apretaba los dientes soltando quejidos y llevaba un buen rato lagrimeando. Johan le había sacado alguna que otra bala alguna vez, pero aquello era diez veces más doloroso: el cristal le había rasgado hasta casi llegar al hueso, la herida era enorme, un brecha de sangre y piel, un estropicio. 

Johan desinfectó la herida por dentro, haciendo que Jesse se retorciera y tuviera que ser sujetado por Jasper.

-¡Quema!- chillaba.- ¡Quema, quema!

-Aguanta, Jesse. Si no hago esto, el después puede ser mucho peor- lo animaba Johan. Jesse estaba seguro de que iba a quedarse sin dientes de tanto apretarlos y, seguramente, sin pierna. Johan desinfectó entonces el exterior y empezó a coserle. Los pinchazos de la aguja y la sensación del hilo pasando entre sus carnes le parecieron a Jesse un alivio. 

Choker ShotWhere stories live. Discover now