Kenta limpiaba con lejía la tapicería trasera del coche con la ayuda de Jackson. Debería haber puesto alguna manta o toalla, pero en ese momento no tuvo tiempo siquiera de abrocharlo de alguna manera; así que esa era la recompensa que recibía por salvar a un herido de bala: una paliza por parte del novio celoso y manchas permanentes en su coche. Bravo.
Se permitió mirar unos segundos hacia delante, donde la otra puerta trasera estaba abierta y siendo limpiada por Jackson. Kenta se permitió pasear la mirada por los bíceps que dejaba al aire libre esa camiseta de tirantes negra que vestía su amigo. Se imaginaba cómo sería posar sus labios en esa piel algo tostada por las tardes de surf en las playas de Los Ángeles o ser abrazado y arropado por esos brazos de Apolo.
-Kyle.- Kenta dio un respingo al oír su nombre de guerra.- Tu padre dice que entres.
Kenta se giró, con el trapo chorreante de lejía en la mano, viendo cómo su padre le hacía señas desde la ventana trasera para que entrase; parecía apurado.
Nada más entrar, estuvo a punto de salir corriendo, pero la mirada de su padre le advirtió que ni se le ocurriese. Había dos agentes en su comedor, decorado con jarrones japoneses y una vitrina de abanicos abiertos.
-¿Eres tú Kenta Tsukino?- preguntó uno de ellos, rubio y grande. Kenta asintió. La mirada de su padre iba nerviosa de los agentes hacia su hijo.- Llevaste tú a Hugh Thompson al hospital ayer, ¿verdad? ¿Dónde lo encontraste?
-En el metro, en el tren secuestrado- respondió Kenta de manera rápida.
-¿Qué hacías allí?
-Había cogido el tren para casa, pero en vez de bajar cuando nos lo permitieron, me quedé; quise ayudar a Thompson.- Que bonita manera de decir que Adán, el líder de su banda, lo había mandado a buscar a Hugh, pero que se había equivocado de vagón y uno de los Bloody Cherry le dio una paliza antes de ir a buscar a Hugh.
El agente paseó sus ojos por las heridas visibles del chico, deteniéndose en sus brazos desnudos y cara. Le hicieron unas preguntas más, pero enseguida se dieron cuenta que Kenta respondía de manera automática y escueta, sin entrar en detalles, por lo que abandonaron su hogar a los pocos minutos. Su padre se volvió hacia él cuando la puerta se cerró, con el ceño fruncido.
-*No me opuse casi a que entraras en los CB, pero de eso a colarse en un tren secuestrado y liarte a puñetazos con Jesse...- soltó, en español, cruzándose de brazos.
-Tranquilo, papá, Jesse es francotirador y tiene hipermetropía, no acertó ninguno ni de lejos. Solo ve las cosas cuando están a cien metros de él- contestó Kenta, sonriendo. Su padre lanzó un resoplido al aire, negando con la cabeza, volviéndose a la cocina para seguir preparando la comida. Kenta salió al patio por la puerta de atrás, encontrándose aún a Jackson allí, limpiando su coche, un Hyundai Ioniq del 2016 negro, con el sol en la espalda y cara de mosqueo al ver que una mancha no salía.
Kenta suspiró, yendo hacia él y preguntándole:
-¿Te quedas a comer? Creo que mi padre está haciendo migas**...
Jackson sonrió, levantándose y abandonando su tarea de limpiar la última mancha de sangre. Echó el trapo a la palangana llena de agua sucia y la levantó del suelo. Cuando se puso derecho, le sacó más de media cabeza a Kenta y los dos entraron en la casa por la puerta de atrás, blanca con flores de cerezo pintadas y mosquitera.
-¡Papá, Jackson se queda a comer!- gritó Kenta antes de entrar en la cocina, viendo a su padre pelearse con una enorme sartén llena de migas.
-¡Vale!- fue lo único que contestó, gritándole también. Jackson se preguntó por qué en esa casa siempre andaban gritando; al menos, cuando la madre de Kenta vivía, ponía un poco de control.
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Choker Shot
AksiHugh es un periodista al borde del divorcio de apenas veintisiete años que trabaja en un periódico pequeño con una ambiciosa jefa y un extremadamente vago compañero. Si quiere ascender y ver su nombre en Los Ángeles Times, tendrá que arriesgar su vi...