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*POV Hazel*

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*POV Hazel*

Después de dejar a Ezequiel atrás me acerqué a la barra para pedirme otro vaso de agua.

La fiesta nunca acabó, se podía ver a muchísimas personas bailando, cantando y jugando a la botella, y a muchas otras besándose en las esquinas oscuras de la sala enorme en la que nos encontrábamos.

Me fijé en una sombra en medio de la muchedumbre que bailaba. No parecía una persona normal, era una mancha negra la cual era medio transparente por que se podía ver a través de ella. No tenía rostro, pero donde se suponía que debería estar su cara el color negro se volvía más oscuro y ya no tan transparente como el resto del cuerpo.

Intenté acercarme más para poder per con más detalle, pero la gente me empujaba, acorralaba contra su cuerpo o simplemente se interponía. De un momento a otro estaba en el suelo boca abajo. Notaba zapatos aplastándome las piernas, la espalda y el culo, parecía que nadie supiera que estaba ahí. Entonces la volví a escuchar.

- Ya están aquí, están entre vosotros. Pero aún estás a tiempo de pararlo, de que no vaya a más. La luz, tienes que encontrarla y pedirle ayuda, sino las consecuencias, los trágicos sucesos que se avecinan y las muertes que se provocarán serán culpa tuya. Si no quieres que todos esos hechos acaben en tu conciencia harás lo que te estoy diciendo y acabarás con esto lo antes posible.

Cada vez que escuchaba aquella voz siniestra sentía un escalofrió por todo el cuerpo. Parecía que la sangre se me calentara y las venas se contrajeran. Notaba la falta de saliva en mi boca y los dedos de las manos rígidos.

Las personas que me estaban aplastando segundos atrás se hicieron a un lado y dejaron pasar a Ariel.

- Dios mío, ¿estás bien? -dijo mientras me ayudaba a levantarme.

- Si, estoy bien ­-fue lo único que pude decir.

Después de que me sacaran la tarta a las 12 en punto, de que me cantaran la canción de feliz cumpleaños, de que todos me felicitaran y de tomar más chupitos, todo se volvió borroso.

*Al día siguiente*

Obro poco a poco los ojos mientras noto como por ellos entra una línea de luz proveniente de la ventana que no tiene la cortina puesta. Me siento en la cama. Tengo puesta una camisa ancha de color azul, ¿Dónde estará mi vestido? Me pongo en pie, siento como todo me da vueltas, las ganas de vomitar se adueñan de mi garganta mientras las copas de ayer se acumulan en la parte superior de mi cabeza. Fue mala idea beber de más ayer.

El reloj marca las 14:03 del mediodía.

No recuerdo nada después de comerme la tarta. Me vienen flashbacks: yo cantando a todo volumen, yo subida en una mesa mientras le bailo a alguien, yo besándome con alguien, pero la cosa más extraña es que no puedo ponerles caras a las personas.

Atrapada en mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora