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Todos estábamos fuera, esperando a los bomberos

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Todos estábamos fuera, esperando a los bomberos. Las llamas anaranjadas eran altas y sobresalían por las ventanas, poco a poco esa parte del edificio se consumía más y más.

La alarma seguía sonando, las personas estaban aterradas, tiradas por los suelos mientras gritaban, otras en cambio, miraban las llamas como si fuese el mejor espectáculo del mundo. Los trabajadores corren de una punta a la otra intentando separar a los internos que se peleaban.

– Es interesante como una cosa que proviene de la naturaleza puede ser tan peligrosa y destructora, y nosotros que somos humanos y nos creemos los reyes del planeta no podemos hacer nada para pararlo, solo esperar a que gente que trabaja de ello venga a salvarnos para no morir chicharrados – dice alguien detrás de mí. Me doy la vuelta poco a poco hasta que veo a Gabriel, el chico del grupo, hablándome mientras observa con deslumbramiento lo que está sucediendo a pocos metros de nosotros.

– ¿Por qué estás aquí? – vuelve a hablar, pero esta vez mirándome a los ojos.

– ¿Por qué lo quieres saber? –pregunto.

– Me intereso por tu vida. Y me pareces guapa–dice somo si nada.

– Emm... ¿gracias?

– Ahora contesta – dice como si fuese una orden

– Me están haciendo una evaluación para saber que me pasa.

– ¿Y qué es lo que te pasa exactamente?

– Dicen que quizás tengo esquizofrenia, pero necesitas hacerme unas pruebas para saber que síntomas tengo y así hacer algo al respecto – le contesto apartando la mirada. Sentía como si sus ojos me taladraban, como si pudiera ver a través de mí, como si supiese exactamente quien era y de donde venia.

– No hagas eso – dice mientras con su mano hace que lo vuelva a mirar.

– ¿Hacer el qué?

– Apartar la mirada – la mano que me tenía cogida por la barbilla baja poco a poco hasta mi cuello, y ahí hace un pequeño apretón bastante doloroso.

– Me...me estás ha...haciendo daño – digo como puedo por la falta de aire en mi cuerpo.

El mentón derecho se le levanta un poco, haciendo que mi mirada se pose en los labios que forman una sonrisa malvada. Con rapidez él acorta la distancia que hay en nosotros y me besa. Aunque él hace movimientos, yo no los sigo. La necesidad de aire es tan necesaria que poco a poco mis sentidos se empezaban a apagar, primero la vista ­-porque tenía los ojos abiertos- después el gusto y el tacto, y aunque suene raro, el único sentido que me funcionaba en ese momento era el del oído.

Ya la tenemos donde queríamos, en un sitio sin salidas fáciles. La parte B del plan está a punto de empezar. Ella no sospecha nada. Es nuestro momento de actuar – no puedo ver nadie, pero esa voz no era conocida para mí.

Necesitamos más tiempo, para que de verdad crea que está a salvo, en sus pensamientos, sin la capacidad de averiguar lo que está pasando realmente. Confía en mí, querido. Pronto estará aquí y tú la podrás disfrutar cuanto quieras – esa voz sí que la reconocí, era una de las chicas que siempre veía, una de las personas que mi mente rota había formado. Cada vez que veía u oía cualquier cosa me replanteaba si de verdad existía, pero después de la charla que había tenido con la mujer de la reunión supe que estaba loca, que algo en mi cerebro estaba mal, y por eso tenía esa enfermedad, esa maldita y horrible enfermedad que hacía que mis ojos y oídos funcionaran de la peor manera, que ponían cosas donde no existían, cosas que me atormentaban durante todo el día. Desde entonces no me tomaba en serio nada de lo que sucedía a mi alrededor.

Y puff... mi oído tampoco funcionaba.

Siento una presión en mis muñecas y en mis tobillos. Abro los ojos lo más rápido que puedo. Una habitación blanca y que toda ella parece un colchón.

Una sombra a mi lado se mueve y llama mi atención.

Gabriel.

– Ya estás despierta, bombón. Pensaba que te había matado – dice mientras se acerca a mí.

– ¿Qué hago aquí? ¿Qué me has hecho? ¿Por qué estoy atada? ¡Suéltame! – grito mientras las palabras salen de mi boca. Los nervios se apoderan de mí al ver que no me puedo soltar de las cuerdas que me tienen cogida por mis extremidades.

– Esas son muchas preguntas. ¿Alguna vez te han dicho que eres muy ruidosa? Espero que también lo seas cuando estés gimiendo mi nombre – suelta una pequeña risa.

– ¡Suéltame! – exijo

– Oblígame – es lo único que dice.

– ¿Qué estoy haciendo aquí?

– Después de que te besara te desmayaste por la emoción – comenta como si esa fuera la verdad.

– Me ahogaste, me desmayé por eso, no porque me gustara.

– Si tú lo dices. Bueno después de eso aproveché que los bomberos estaban entrando por la puerta para cargare y entrar de nuevo al edificio por la parte que no estaba quemándose. Cuando llegamos a mi habitación, es decir esta, los bomberos apagaron el fuego y se fueron y entraron todos los pacientes – contesta, pero no a lo que yo había preguntado.

– Eso no contesta mi pregunta.

– Ahh, es que me apetecía tenerte en mi cama.

– Estás loco – digo levantándome lo que puedo para acercar mi rostro al suyo.

– Y tú también, por eso estas aquí.

Os traigo un capítulo cortito, pero os prometo que el siguiente no os decepcionará

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Os traigo un capítulo cortito, pero os prometo que el siguiente no os decepcionará.

Spoiler alert
Habrá una escena subida de tono.

Besos.

C.

Atrapada en mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora