Un amigo

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8° Capítulo; Parte 1.

—¿Se te antoja té frío?

Asintió.

¿Qué había pasado? Daniel había sonreído vez tras vez y ella admiraba esa sonrisa. No era que Daniel le agradara ni nada por el estilo, pero realmente era la sonrisa más hermosa.

—La obra tardará unos 20 minutos en comenzar, así que puedes caminar, si quieres.

—¿Me acompañas?

—Sólo si tú lo deseas—Afirmó.

—Lo deseo—Continuó ella.

Caminaron hasta la puerta automática y se dirigieron al pasillo principal, no había nadie allí; y solo se escuchaban las voces del público que adentro estaba.

—¿Te preguntaste por qué me gusta la música clásica?—Ella caminaba un poco más adelante que él.

Daniel negó con la cabeza.

—Cuando mi madre vivía, ponía todos los días ese tipo de música por toda la casa. Al principio la odiaba, pero al paso de los años empecé a amarla. Tanto la amo que le pedí a mi madre que me inscribiera en clases de piano y violín; eso hace como 5 u 6 años.

—Ya lo veo... ¿No extrañas a tu madre cuando escuchas esa música o por lo menos te la recuerda?—Preguntó acercándose un poco a ella.

La miró un poco. La luz del centro del pasillo hacía que resplandecieran los ojos de aquella dama que estaba a su derecha.

Gwendolyn sonrió.

—Si, y mucho—Miró hacia abajo—. Por cierto, aún no te he dado las gracias por haberme traído aquí.

—Gracias a ti por invitarme—Sonrió.

—¿Aún puedo creer que has cambiado?

—Sí, lo he hecho.

—¿Entonces puedo confiar en ti?

Respiró profundo:—Sí, lo puedes hacer.

Ella esbozó una sonrisa complaciente. Era fantástico; un nuevo amigo.

8° Capítulo; Parte 2 .

Abrió la nevera esa noche. Tenía mucha hambre.

Mientras tomaba un vaso de leche y una dona, se recordaba lo que había pasado ese mismo día hacía un par de horas atrás.

Ella lo miró, y por alguna razón sintió temor. Sintió que lo estaba empezando a querer, como amigo, y algo le dijo que debía alejarse de él, que si en serio lo quería, era necesario.

Las fuerzas la obligaron a tomar el celular y llamar.

—...

—¿Hola?—Preguntó él.

—...

—¿Gwenny? Tengo identificador de llamadas, ¿lo sabes, no?

—Te quiero...

—...

—Lo siento, quizás estoy algo cansada. Ugh, soy una tonta.

—...

—Adiós.

—¡No, Gwen! No te vayas. Te quiero.

—Yo igual amigo.

—Gwenny, amiga, te quiero, lo sabes. Pero mañana hay que madrugar y tengo que dormirme de nuevo, no me odies.

—No te odio—Dijo murmurando—También tengo que hacerlo. Hasta mañana.

8° Capítulo; Parte 3.

Cuando salió del autobús vio a Emma sentada en una de las bancas junto con Harold y Anna.

Dejó sus libros en el casillero y se dispuso a ir hacia ellos.

—¿Qué va chicos?—Preguntó ella.

—Acabamos de comprarle paletas a George, ¿quieres?—Emma estaba sonriente.

—No gracias, creo que estoy resfriada. Ayer me serené; estaba en...

Luego se recordó. ¿Le debería decir a sus amigos que se estaba relacionando con el mismísimo Daniel?

¿Qué pasa si no lo aceptan?

Por la cabeza pasó la escena de la noche anterior junto con Daniel.

“—¿Entonces puedo confiar en ti?

—Si, lo puedes hacer.”

Claro estaba que si ella podía confiar en él era porque eran amigos, entonces ella no se avergonzaría, pues sabía que Daniel había cambiado. Lo había hecho, y de eso estaba segura.

Inspiró hondo:—En un concierto... Con Daniel.

—¿Daniel...?—Emma dijo algo confundida.

—¿Daniel? ¿Hablas del que siempre te anda gritando: “Santísima Gwendolyn”?—Preguntó Harold.

—¿De aquel que nos golpea y nos quita la tarea cuando puede?—Anna no podía creerlo.

Guardó silencio y luego dijo:—Sí. Ese Daniel.

—¿Estás mal, querida?—Dudó Emma.

—¿No me digas que se te ha pegado el efecto: “Me he enamorado de Daniel” que la mayoría de todas las chicas tienen en esta escuela?—Cuestionó Anna.

—¡No, claro que no! No me gusta, ni nada por el estilo. Me ha invitado y he aceptado; solo eso. Ha cambiado mucho, se los puedo jurar.

—Ojalá sea así. Porque si no...

Brannagh llegó.

—Ey, Boboleta. ¿Tienes la tarea de inglés?—Le preguntó a Emma.

—No te interesa.

—¿Que no has entendido? Dame la tarea.

De pronto, más atrás llegaron Catherine y Timmy.

—También la necesito—Catherine golpeó la cabeza de Harold.

—Ya basta Catherine, déjalo.

—Ay querida Pacífica, ¿qué hablas? Dala tú también.

Drake, Luke, Ethan y Drew se acercaron también.

No, no era el peor día. Aún parecía un día normal.

—Llamaré al profesor—Espetó Anna ya muy asustada.

Gwen vio a Daniel que se acercaba. Quizás había alguna salvación ese día.

—Daniel...—Murmuró.

—¡Eh! Daniel, te cuento que nuestros queridísimos amigos de Dios nos han querido prestar su tarea de inglés, ¿no te parece genial?—Dijo Ethan.

Hizo silencio por un momento:—Si...

—¿De quién quieres la tarea amigo? ¿Te gusta la hermosa letra de Gwen? Te la puedo dar con mucho gusto.

—Bien. Cuando terminen me avisan, estaré en el salón. Adiós boboletos—Quizás se equivocó. JAMÁS CONFÍES EN NINGUNO DE ESOS CHICOS; Y MUCHO MENOS EN DANIEL LAMARCK.

Cuando todo el tormento había acabado, ella empezó a derramar lágrimas.

—Lo siento mucho chicos, en serio. Pensé que Daniel era mi amigo.

—Gwen, entiende que sus amigos son ellos, y nosotros no cabemos en su mundo.

—¿Ese es la grandiosa persona en la que se había convertido? Wao. No esperaba más en realidad.

Daniel le había fallado. ¿Qué tanto podría decir?

Se arrepintió de todo. De haberlo dejado entrar a su casa, de haber aceptado ese boleto, de haberle dicho amigo y de haberle dicho que lo quería.

Daniel Lamarck era todo, menos un amigo.

¿Próximo capítulo?
Cuando este capítulo llegue a 10 estrellas:)

La Creadora de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora