Dividida en dos

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12° Capítulo

Cuando llegó a su casa, llamó a Domino's Pizza y pidió una pizza grande, solo para ella.

Este era uno de esos días en el cual el hambre la llamaba a comerse hasta una vaca, en forma figurada.

Cuando vio el reloj de la sala se dio cuenta que faltaba una hora para ir a la iglesia con Dylan.

Subió las escaleras y cuando abrió su clóset se dio cuenta que solo tenía un vestido algo ya viejo. Su madre se lo había regalado meses antes de su muerte.

Amarró su cabello en una cola de caballo.  Se miró al espejo. Su piel pálida, sus ojos azules y su cabello largo; era hermosa.

Tenía una que otra pequeña peca en su rostro, pero no se notaban mucho.

Salió de su cuarto rumbo a el clóset de su madre. Ella tenía infinidades de vestidos. Los vestidos más hermosos del mundo.

Caminó por todo el walkingcloset surrando su mano por los largos vestidos. Hasta que vio un vestido púrpura; era largo y parecía de aquellos que le hacían resaltar la cintura. Arriba tenía un chaleco.

Miró a su izquierda. Había un collar delgado, parecía de oro. Y un dije en forma de corazón.

Agarró las dos cosas. Estaba lista para esa noche.

Cuando su padre llegó, media hora después, le preparó la cena. Se quedó mirando el reloj; las horas se pasaban lento.

Chocaba las llaves con la mesa y de pronto, sonó el timbre.

Era Violett, su tía, junto con Théo.

—¡Hey, prima querida!—Exclamó sentándose a su lado—¡Adivina! Clasifiqué para la ronda final de Fútbol americano.

—Felicidades.

—Noto la emoción que le pones al tema—Sonrió sarcásticamente.

—¡Felicidades!—Volvió a repetir, esta vez con entusiasmo— ¿Cómo te fue con Hannah el miércoles?

—Pues bien, creo. Solo fuimos a hacer una tarea de español. ¿Por qué lo preguntas?

—Ay querido, se les cae la baba el uno por el otro. ¿Por qué no son novios ya?—Preguntó sonriendo.

—Todo a su tiempo...

—Vamos, quiero irme ya.

—Wow, espera, ¿tanto entusiasmo por ir a ver a ese tal Dylan?

Ella sonrió.

—Espero que sea un buen tipo, ¿eh?—Sonrió él también.

—¿Sabes que te quiero?

—Lo sé.

—Se dice: “Yo también te quiero”, no: “Lo sé”.

Rio:—Yo también te quiero.

Subieron al carro:—Cuídala—Espetó Violett.

Gwen vio hacia la ventana. La ciudad se veía hermosa...

Llegaron.

Bajaron y se dirigieron a la puerta.

Un chico en saco se veía un poco desesperado. La luz no dejaba ver muy bien quién era.

—¿Estás bien?—Preguntó Théo viéndole un poco nerviosa.

Gwen respiró hondo:—De maravillas.

Se acercaron más al tipito desesperado de la entrada.

—¡Es usted! ¿usted es Gwendolyn Martin?

La Creadora de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora