Aléjate de mí.

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10° Capítulo; Parte 1

—Te dije que sería divertido—Comentó Dylan—; ¿Sabes?, quiero presentarte a mi familia. Mi papá es pastor.

—Se llama Harry Fitzgerald—Se entrometió Vicky, y luego susurró—Dicen que lee la mente.

—Mentira, no le hagas caso.

—¡Es cierto!, te puedo asegurar que puede leer la tuya.

Gwendolyn podía asegurar que había escuchado ese nombre en algún lado: Harry Fiztgerald. Por alguna razón sentía miedo, mucho miedo.

—¿Qué hace tu papá?

—Solo predica.

—Expulsa demonios, eso—Volvió a interrumpir Vicky y ahora Sahara también estaba en la conversación.

—¡No!, eso no es cierto. Son chismes de la gente. ¿Cómo te atreves a decir eso de mi padre?

La mente de Gwendolyn se volvió un caos. «Alejen a ese hombre de mí»—Algo en su mente gritaba a todo pulmón.

—¿Quieres ir a nuestra iglesia?

Movió suavemente su cabeza de izquierda a derecha mientras sus ojos resaltaban el pánico.

—¿No?

—No...—Soltó de un suspiro.

—Ven, ya la han espantado con sus comentario absurdos—Se acercó Jeyzly acercándose a Dylan—. No te preocupes, es un buen tipo.

Gwendolyn aún no podía armar una frase compleja, y miró sus manos, estaban temblando un poco.

Pensó que tal vez si no le hablara... ¿pero qué tanto puede temerle a un hombre que no le ha hecho nada?

—Llévame a casa por favor—Su cabeza le empezó a doler y tuvo náuseas.

—¿Te pasa algo, Gwen?

—Sólo llévame a casa.

10° Capítulo; Parte 2.

El dolor de cabeza de Gwen no fue mentira; apenas Dylan y sus amigos la dejaron en casa, su temperatura subió y sentía un tremendo dolor en todo el cuerpo.

Charles acariciaba suavemente su cabeza mientras le sonreía.

—Mañana te sentirás mejor. Descansa, ¿vale?

—Papá...—Susurró ella—¿Sabes quién es Harry, Harry Fitzgerald?

Su padre quedó en silencio.

—¿Padre?

—No te acerques a ese hombre.

—¿Por qué?

—Me da mala espina, solo no lo hagas, ¿Vale?

—Vale...

Charles salió del cuarto. Gwendolyn quedó mirando al techo en su cama.

Su mano empezó a moverse y la dejó continuar.

La alzó, el abanico paró de una forma brusca y Wendy se paró de su cama.

Miro con discordia su muñeca.

Tuvo ganas de llamar a su padre, pero no lo hizo. Dirigió su mano hacia el estante de libros y nuevamente alzó su muñeca moviendo raramente sus dedos.

Los libros empezaron a moverse, primero a la izquierda, luego a la derecha; el libro amarillo, el de historia, cayó al suelo.

Su corazón comenzó a palpitar más rápido de lo normal.

La Creadora de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora