¿Enamorarme?

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5° Capítulo.

Flashback.

*Sus piernas temblaban. Aseguraba que escuchaba su corazón latir.

Tenía miedo y miraba hacia atrás cada 5 segundos.

De pronto sus piernas pararon de correr. Lloraba demasiado.

En sus manos tenía una sábana muy enrollada. Era de noche y estaba nevando.

La casa que se encontraba frente a ella estaba pintada de un color crema, y ella sabía quién vivía ahí.

Se agachó un momento, dejó lo que traía en la mano y empezó a llorar.

Sacó un papel de su chaleco y lo puso encima.

“Sr. y Sra. Martin, saben muy bien quién soy, pero no diré mi nombre por seguridad mía y la de ella.

Quizás me encuentren, es muy probable que lo hagan. Pero no a ella, no con ustedes. Yo la amo demasiado

Y quizás haya cometido los peores errores que pueda cometer alguien, pero estoy más que segura que esta no es una de ellas.

¿Quién más que ustedes para darle de su amor?

Ámenla como yo nunca lo podré hacer.

Están al pendiente que cometí errores, y que ahora me arrepiento de todo. Nadie puede odiar tanto a alguien, y ella no tiene la culpa de mis errores.

Ya saben que la amo, y que no dejaré que nada le pase”

Algo dentro del bulto de sábanas empezó a hacer ruido y ella tocó la puerta fuertemente.

Se paró, descubrió la sábana.

Había un bebé.

Le besó la frente con lágrimas en los ojos, y se fue*

Alguien tocó la puerta.

Gwen caminó hasta la sala.

Ya estaba levantada hacía horas.

—Iré yo—Se ofreció.

—Está bien—Sonrió su padre mientras seguía acomodando la mesa.

Abrió la puerta.

Era él.

—Hola, Dylan. ¿Qué haces aquí?—Preguntó confundida.

—Hm... Kenneth... me dio tu dirección, ¿No te incomoda, cierto?

—A menos que seas un psicópata, pienso que no.

—Quería saber si... si querías dar un paseo.

Gwen vio a su padre.

Bajó la cabeza tímidamente.

—Dylan... no quiero que te confundas...

—Lo sé...—Dijo y luego bajó la voz— sé que no te permiten tener novios—Sonrió—. Yo solo quiero ser tu amigo, ¿hay algo malo en eso?

—No... Creo que no...

—¿Entonces me permites?—Preguntó.

Ella volvió a ver a su padre. Él asintió, le había dado su consentimiento.

—¿A dónde quieres ir?—Preguntó él.

—Me gustaría ir al parque.

—¿Bromeas?, vives al frente del parque—Rio.

—Si, lo sé.

Ambos rieron.

Gwen vio los ojos azules de Dylan. Sintió ver su alma en sus ojos.

La Creadora de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora