Empezó a beber, trago tras trago, sin casi bajar el vaso para respirar. Terminó y de un golpe dejó el vaso en el suelo. Yo hice lo mismo, parando de vez en cuando, pero haciéndolo lo más rápido posible. Nos sentamos rectas, con las piernas cruzadas, una frente a la otra, nuestras rodillas estaban tocándose, se quitó la chaqueta de cuero, y me miró fijamente, como tantas veces, pareciendo querer descubrir hasta mis más escondidos pensamientos.
- No puedes hacerme esto- dijo, siseando levemente y casi sin vocalizar.
- No estoy haciendo nada.
- Sí, mírate, y mírame.- La miré, iba con su moño desecho, maquillaje oscuro y una camiseta que tenía escote lateral, unos pantalones vaqueros un poco deshilachados, y unas Martens negras.
- ¿Qué pasa? No entiendo nada.
- Estoy en tu casa, sin saber tu nombre, pero sí tu número, bebiendo, con ganas de mil cosas y quieta. Y tú, tú no te sabes ni mi nombre tampoco, mi número por el mensaje de hoy, y no sé qué es todo esto. En tan poco tiempo tanto, es raro.
- Es diferente.- Noté su sonrisa triste repentinamente.
Se tumbó en mis piernas de lado, dejándome ver el perfil de su cara, y de todo su cuerpo, cogí una manta, y le tapé, estuve haciéndole caricias en el pelo, hasta que vi que se durmió. Me levanté y la llevé a mi cama en brazos. Estaba preciosa, como siempre, como ella era, la tapé con las mantas, bajé la persiana y después de comprobar que estaba bien, me fui al sofá a leer hasta dormirme.
Me desperté con el olor a tortitas, ¿desde cuándo tenía los ingredientes para hacer tortitas en casa? Miré hacia la cocina, y la vi, con uno de mis jerséis favoritos, su pantalón deshilachado de anoche y sus pies cubiertos por sus calcetines grises. Me levanté mientras me rascaba los ojos, y me recogí el pelo en una trenza completamente desecha. Echó las tortitas a dos platos, apagó los fogones, apartó la sartén y se giró hacía mí.
- Siento haberte cogido el jersey, tenía frio, he salido a comprar huevos, harina y azúcar a la tienda de abajo, me fijé ayer que estaba. Buenos días.- Tenía el maquillaje medio quitado, y el moño de la noche anterior. Cogió uno de los platos y me lo dio, yendo a la isla a comer.
Corté un cacho, lo saboreé lentamente en mi boca, que bien cocinaba, otro detalle de ella, poco a poco le iba conociendo, a esa chica misteriosa sin nombre, con una sonrisa encantadora, y una mirada pensativa. Incluso su forma de coger el tenedor y el cuchillo al comer era delicada, cada detalle de ella, y era increíble, le tenía delante mía, desayunando, con mi jersey favorito y habiendo dormido en mi cama, entre mis sabanas.
- Siento lo de anoche, aunque no lo recuerdo muy bien, pero antes de beber, fui demasiado suelta al decirte tantas cosas, casi no sabemos nada la una de la otra.- Cogió el plato y lo metió al lavavajillas, se empezó a quitar mi jersey y le paré.
- Quédatelo, tendremos una excusa obligatoria para vernos, además, ahora sabes donde vivo, y tienes mágicamente mi numero.- Sonrió por mis palabras y se puso la chaqueta. Se acercó a mí y me acarició suavemente con su mano mi mejilla, haciendo a esta enrojecerse, cruzamos nuestras miradas, y se fue, como si hubiese sido un simple recuerdo. Yo me quedé allí, con el tacto de su piel contra la mía, el olor de ella entre mis sabanas, y el mensaje del día anterior para comenzar ese raro, diferente día.

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Ella. [parte 1]
RomantikElla, la conoció en una cafetería, y no se dio cuenta, pero iba a cambiar su vida poco a poco, e iba a convertir todo en algo raro, diferente.