CAPÍTULO 20.

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Me desperté de nuevo con la luz del día, parecían las 12 y algo, me estiré y cogí el móvil para contestar a Sky:

"Hola Sky, me desperté en mitad de la noche pero prefería contestarte al despertar por la mañana ya que estaría más lúcida. Tranquila, nos vemos pasado mañana."

"Pensaba pasarme por tu trabajo pero como me has dicho que estarás muy ajetreada, iré preparando las cosas para mañana sin problema."

"Espero que el día te sea leve, y que seas de esas personas que mira el móvil de vez en cuando en el trabajo. Besos."

Dejé el móvil y me metí a la ducha, las gotas ardían en mi piel, pero esa sensación me gustaba. Estuve más de lo necesario bajo la alcachofa de la ducha disfrutando viendo como caía cada gota y hacía recorridos sin sentido.

Salí con una toalla enroscada en el cuerpo y el pelo goteando en el suelo, me hice un moño para que dejara de molestarme y me preparé una ensalada con gulas. Me preparé la mesa, me puse una camiseta de algún grupo y me llevé el libro para leer mientras comía.

Estuve la tarde leyendo y escribiendo. Durante la noche esperé algún mensaje de Sky, justo antes de irme a dormir me habló:

"Mañana a las once en la mesa de siempre en nuestra cafetería, pasaremos por tu casa después de desayunar, ve como siempre, preciosa, natural."

Le respondí:

"Ese misterio de por qué vamos a venir a mi casa me lo vas a ocultar, ¿Verdad? Bueno, no necesito respuesta. Descansa y hasta mañana, ven tan genial como tú eres, anda."

Puse la alarma del móvil a las diez, por si acaso, apagué la pantalla del móvil y me dormí. Al despertar me duché y preparé, me llevé un bolso con mi cuaderno de escribir, el libro y música, también le llevé un libro de los suyos por si acaso se lo había terminado.

Ella estaba tan simple y genial como siempre, llevaba unas converse, unos pantalones negros casi completamente rotos, una camiseta de tirantes negra y una chaqueta vaquera, me besó lentamente al verme, me hizo girar y me susurró al oído que estaba preciosa.

Al estar desayunando le vi pensativa, nerviosa, le pregunté que le pasaba, si había ocurrido algo, después de dudar un tiempo, me respondió:

- No me gusta estar atada a nada, pero de alguna manera a ti sí, aunque me haces no sentirme atada a ti. Bueno, que... no me gusta estar mucho tiempo en el mismo sitio ya que me resulta aburrido, y he pensado en irme, he dejado hoy mi trabajo, por eso ayer estuve todo el día allí metida, tengo bastantes ahorros, y quería que te vinieses conmigo si nada te lo impide, si te niegas lo entenderé, pero me encantaría que vinieras conmigo. Es por eso que quiero ir a tu casa, a que, si nos vamos, cojas todas las cosas que necesites.

Me quedé sin palabras, y después de pensarlo y tomar un par de sorbos de mi café, acepté.



FIN.

Ella. [parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora