Kim NamJoon, rey de Joseon, siempre ha sentido admiración y mucho cariño por su hermano menor YoonGi pero cuando se trata del trono y el poder que este le confiere, no está dispuesto a cederlo.
Ante la incertidumbre de perderlo a manos de este, dec...
Primero que nada, muchísimas gracias por las 1.2K leídas. En verdad significa un montón, cada voto, comentario y sugerencia me llena de alegría y me motiva a seguir escribiendo. Los quiero demasiado(*’∀’人)♥
Luego, como leyeron en el título, ¡este es un especial! Porque amamos el YoonMin y sé que muchos secretamente deseaban saber que pasó antes de la boda, les traigo con mucho cariño esta parte.
Ahora sí jaja, los dejo leer ¡Disfrútenlo mucho!♥
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dinastía Kim, 1491. Una semana después de la visita de la familia real a la residencia Park.
Estaba molesto, muy molesto.
Llevaba esperando más de media hora en una de las salas de reuniones del palacio. No podía creer que no solo había sido obligado a tener citas con alguien a quien no conocía sino que también tenía que aguantar ser tratado de esa forma tan irrespetuosa.
Un mohín se formó en su rostro y antes de que pudiera seguir maldiciendo al príncipe en sus pensamientos, escuchó pasos aproximándose a la habitación. La puerta se abrió y un calmado pelinegro ingresó en el lugar.
—Hasta que se digna a aparecer, príncipe—habló totalmente fastidiado mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
YoonGi detalló al castaño frente a él. No había porqué mentir, JiMin era precioso. Con aquellos ojos color chocolate, sedosos cabellos castaños, nariz perfilada y pequeña, labios voluminosos y esponjosos además de una figura delgada y delicada, era sin duda la persona más hermosa que sus ojos habían visto; sin embargo, eso no importaba ya que no sentía ni sentiría nada por él. Continuó analizándolo, vestía un hanbok sumamente sencillo y no portaba nada de maquillaje. Se notaba a leguas que no había hecho ningún esfuerzo por arreglarse e impresionarlo, cosa que le sorprendió porque estaba acostumbrado a que siempre quisieran llamar su atención. Al fin y al cabo, lo único que deseaban todos era formar parte de la familia real. A pesar de eso, no se dejaría engañar ya que podría tratarse de una estrategia para confundirlo.
—Lamento mi tardanza, tenía otras cosas que hacer—contestó despreocupadamente alzándose de hombros.
—¿No pudo entonces decírmelo? No crea que yo no tengo cosas que hacer, solo porque sea príncipe no tiene el derecho de tratarme de esta manera.
—Te recuerdo que yo no pedí reunirme contigo, fue mi padre el que arregló todo. Tristemente estaba ocupado—fingió un gesto de pesar—deberías agradecer que, después de todo, vine a verte.
—¿Agradecido? Lo que siento realmente es enojo e impotencia por la decisión que tomó el rey. No sé porqué, por un mísero minuto, contemplé la idea de que podríamos llevarnos bien y superar esta circunstancia—una leve carcajada llena de sarcasmo abandonó sus labios—Ahora veo que me equivoqué, eres una persona despreciable.