𝙃𝙚𝙩𝙚𝙧𝙤𝙨𝙚𝙭𝙪𝙖𝙡. ᵛᵒˡᵏᵃᶜⁱᵒ

𝟯

Había pasado ya tiempo de la separación de Horacio y Volkov.

Quizás lo que más le dolió a Horacio, es que esperaba, esperaba que un día tocara su puerta y le dijera que lo quería de vuelta. Pero nunca pasó.

Y no podía evitarse preguntarse si volvería, si de verdad lo había amado, pero como una vez le había dicho Gustabo, era tiempo de seguir adelante.

El llanto había cesado, pero la tristeza no, o quizás recordarse a sí mismo feliz, creyendo haber encontrado su verdadero amor.

Extrañaba sentirse feliz, cuidado, todo dolía más cuando veía a la alumna de pelos rosas, la que todos mencionaban, era la nueva pareja de su ruso.

Sólo podía seguir al frente, era lo único que le quedaba aún si dolía verlos abrazados o dándose besos en comisaría.

Nunca hacía nada así con el, debían 'guardar apariencias'.

Y fuera de hacerlo sentir inseguro por que era una mujer, a veces le daba rabia, por que lo había dejado sin siquiera pensarselo. Había tirado su relación de casi un año por algo estúpido.

—En estos momentos no tengo visual.

Se escuchó por la radio, en ese momento sacudió la cabeza y volvió a mirar hacia el techo buscando al tirador.

—De vez en cuando asoma.

Sólo miraba entrecerrando los ojos para poder enfocar mejor, alzó su arma, asomándose de su escondite.

Vio una pequeña silueta asomándose hacia el lado contrario, sonrió con algo arrogancia y apretó el gatillo.

—¡Abatido!

Anunció por la radio cuando vio el cuerpo caer, no pudo evitar esbozar una sonrisa.

Rápidamente corrió hacia las escaleras que daban al techo del edificio.

—¡A chuparla! ¡Soy el amo! ¡El puto héroe!

Gustabo también sonrió, hacia mucho no escuchaba a su hermano tan feliz, tan lleno de energía.

No tanto como en las primeras semanas de su rompimiento con el cabeza de hormiga.

“—Horacio, coño, vamos tío, sal de ahí, podemos hacerle algún lío al abuelo.

Había pasado poco de la ruptura del subinspector y el comisario, su amigo estaba demasiado demacrado, por no mencionar sus ojeras, la barba que comenzaba a lucir salvaje y su cresta descuidada.

—Solo vete Gustabo.

Se oía su voz cansada, quebrada y parecía un muerto, no se movía, no había ido a trabajar, incluso el superintendente se había preocupado.

—Venga el abuelo esta preocupado.

Horacio solo lo escuchaba, acostado en esa cama de la que solo se había parado al baño y para beber agua.

—No puedo.

Gustabo solamente se hinco y como pudo lo abrazo mientras sentía nuevamente el cuerpo de su amigo temblar.

—Aún lo extraño.

Sollozo Horacio, le dolía tanto y a Gustabo le amargaba saber que su hermano estaba ahí sufriendo y el niño asustado tenía algo con una alumna de por ahí.

—Ese guarro no te merece, vamos no te merecía, lo supiste desde el inicio.

Lejos de querer hacerlo sentir mal, solo quería decirle la verdad, Horacio siempre fue demasiado para Viktor, siempre tan dulce, comprensivo y empatico.

—Lo amaba más que nada.

Nuevamente ese llanto silencioso estaba ahí, se dio la vuelta para poder abrazar a Gustabo y llorar en sus brazos.

—Vamos mi niño, que esas lágrimas parecen diamantes en tu rostro.

Horacio lo miró frunciendo sus labios para calmar su llanto.

—Parecen diamantes, pero recuerda que no toda la belleza está en el exterior. Sino en el interior.

Acaricio su cresta y ahí fue cuando Horacio verdaderamente estalló en llanto. Fue cuando por fin libero todo su dolor.

En gritos, en sollozos, en lamentos, fue cuando sacó todo lo que llevaba dentro.

Pero después solo vendría calma para el corazón de Horacio y alivio para Gustabo y Conway.”

Rápidamente el del piercing en la ceja subió junto a su hermano para felicitarlo.

—Otro éxito para Dan y Fred.

Rápidamente posaron al lado del cuerpo para tomarse la característica foto de sus éxitos.

—Deja que los alumnos se encarguen de empapelarlos, vamos al hospital.

Horacio asintió al sentir un punzón en su brazo, desde hace rato sentía su brazo hormiguear. Al recibir una rozadura de bala.

Subieron a la patrulla de Gustabo, esta vez no había tocado llevar a 'Héroe' a la acción.

Mientras andaban en camino al hospital, Horacio decidió encender la radio para oír un poco de música.

Sonando 'Un Año' de Reik y Sebastián Yatra, soltó un bufido antes de empezar a cantar.

Aún le dolía lo de su relación con Volkov, pero quizás era tiempo de empezar a entender que por su bien tenía que seguir adelante.

Aún si había mandando todo a la mierda por el ruso, solo quedaba aprender y seguir.

Gustabo de vez en cuanto tarareaba la canción, una vez llegaron al hospital, ambos bajaron entrando al lugar.

Casi inmediatamente un chico con la mitad de la cara pintada en una calavera se les acercó.

—¿Que ocurre agentes?

Ambos chicos le sonrieron antes de voltearse hacía aquel hombre.

—Dan, creo que le rozó una bala.

Informó el rubio, antes de que el enfermero se llevara a su niño para curarlo.

—¿Se encuentra bien subinspector?

Preguntó Claudio, aunque ya sabía de quién se trataba, sabía que tenía que tener cuidado.

—Claudio, ya te he dicho que puedes llamarme Horacio mientras estemos solos, o Dan, como prefieras.

Sonrió mirándole mientras el contrario comenzaba a tratar su herida

Dan soltó un suspiro antes de sacar su capucha, estaba algo cansado, pero apenas estaba a la mitad de su turno, quizás tener un pequeño descanso no le vendría mal.

Claudio solo le sonrió y ambos se miraban, quizás demasiado fijo. Nunca habían traspasado esa línea de amigos, pero ahora mismo Horacio solo quería tocar aquellos labios.

Lentamente ambos se acercaron hasta tocar sus labios con los del contrario en un pequeño y suave beso.

En eso se escucho como abrían la puerta y ambos se separaron de golpe, voltearon, encontrándose con un ruso que se encontraba buscando al doctor para que atendiera a alguien más.

Quizás no hubiera sido sorprendente para cualquier otro, no se habría fijado como Viktor lo hizo.

Como Claudio estaba entre las piernas de Horacio, como Horacio sostenía la capucha entre sus manos o como las manos del doctor apretaban los muslos del subinspector.

No tenía nisiquiera las palabras para describir que había pasado, solamente el ruso salió de allí lo más rápido que pudo.

Dejando a un melancólico Horacio y a un confundido doctor.