𝟰

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La luz de la molesta mañana entró por la habitación, lentamente abrió los ojos esperando ver a su niño con cresta al lado de él.

Pero ahí estaba, solo, o eso creyó hasta que se escucho un gran estruendo, recordó la noche anterior como Paola se había colado a su departamento.

El sólo quería tener un pequeño respiro, nisiquiera hacia bien su trabajo por tener a la alumna atrás todo el tiempo.

También por no recordar que de verdad era un desastre, siempre terminaba rompiendo u averiando algo.

Y sabía que no tenía por qué hacerlo, pero de vez en cuando la comparaba con Horacio.

Por más que trataba de convencerse que ahora debía ser así, no podía evitar pensar en su chico. Que este era mejor en todos los aspectos.

Se levantó colocandose un pantalón de chándal negro para ir hacia la sala y ver a Paola enfrente de unos cajones.

—¿Qué es ésto?

Preguntó la alumna sacando cada carta que alguna vez Horacio le había dado, miró hacia la chica algo confundida.

No por que no quería que se enterara, pero esas cartas tenían un gran valor sentimental.

—Son de una persona, ya, ya no importa.

Sólo quería dejar el tema de lado, se dio la vuelta pero el sonido de papel rasgándose le hizo regresar inmediatamente.

—¿Que coño crees que estas haciendo?

Preguntó de forma algo arrastrada al ver el papel roto en dos en el piso.

—Si ya no importa, no deberías seguir teniéndolo aquí.

De verdad que la chica era muy bruta, le faltaba tacto, justo cuando iba a tomar otra carta, la tomó del brazo para levantarla bruscamente del piso.

—Necesito que te vayas.

Dijo serio llevándola hasta la salida con una Paola necia, no quería irse, pero comparado con la fuerza de Volkov terminó pronto fuera del departamento.

Una vez la puerta se cerró Viktor corrió hacia la sala mirando el papel roto sintiendo un vuelco en su corazón.

Era lo poco que le quedaba de Horacio, no había sabido nada de él desde que terminaron.

Sus ojos se cristalizaron, sintiendo que de pronto se rompería.

Se sentía tan perdido, tan solo, por que había cambiado su relación, por algo pasajero. Había confundido amor con diversión y vaya que ahora lo lamentaba.

Ahora no sabía cómo volver a encontrar a Horacio, no sabía si seguía viviendo en su mismo edificio.

Dejó la carta rota en una pequeña mesa, después podría probar a pegarla, camino hacia la cocina y soltó una maldición.

—Joder, lo que me faltaba.

De ahí el gran estruendo, la alumna había vuelto a dejar caer una taza.

Soltó un bufido, la intentó recoger lo más rápido que pudo para hacerse el desayuno también, era difícil alistarse.

Extrañaba encontrar a Horacio cocinando mientras tarareaba, o que este lo despertará con mimos. Incluso cuando sus días de descanso coincidían, adoraba verlo dormir, parecía un ángel.

• ◯ •

Entró al hospital, habían ocurrido dos códigos 3 al mismo tiempo, uno donde sabía habían logrado abatir a todos los delincuentes.

Luego estaba el atraco donde había estado el, no había salido del todo bien, si bien habían logrado abatir a los delincuentes, la mayoría de agentes habían sido abatidos también.

Habían llegado con los agentes y dejó uno de ellos en el piso, había mucho trabajo en el hospital, así que decidió buscar algún doctor para sus hombres.

Lo que le llevó a deambular por el hospital, entrando por varias puertas, hasta encontrar una que parecía un consultorio.

Abrió la puerta entrando de frente encontrándose con dos personas que se estaban ¿besando?

Se hubiera disculpado y hubiera salido, hasta que ambos voltearon a la puerta, sintió todo su interior temblar.

Estaba su niño, estaba ahí, con otro hombre, que no era el, tocandolo.

Tenía sus manos en sus muslos y Horacio tenía una capucha entre sus manos, no pudo evitar ver también que Horacio al parecer tenía a un lado el chaleco del CNP.

Su mente no podía con tanto rápidamente corrió lo más rápido que pudo afuera del hospital.

Por suerte sus agentes ya estaban siendo atendidos, pero no se pararía a eso.

Rápidamente llegó a su patrulla y arrancó de esta conduciendo rápidamente, una vez alejado paro el zeta. Tomó sus cabellos despeinandolos sin creer lo que había visto.

—Puta madre.

Su corazón se estrujaba de sólo recordarlo, se sentía tan mal.

Soltó un suspiro tembloroso, nunca tuvo en cuenta que Horacio se volvería a enamorar, que alguien nuevo llegaría a su vida a darle toda la felicidad que el tiro a la basura.

Ahora realmente se sentía como la mierda, no tenía nada, eran esos momentos, donde sólo deseaba tener a Horacio con él.

Tratando de calmarlo y dándole mimos para subir su ánimo. Alguien que realmente le escuchará.

Aquella escena, donde su niño se estaba besando con ese doctor, realmente le había impactado, pero estaba seguro de algo.

Todo había acabado, lo había perdido.

𝙃𝙚𝙩𝙚𝙧𝙤𝙨𝙚𝙭𝙪𝙖𝙡. ᵛᵒˡᵏᵃᶜⁱᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora