Capítulo 6

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Le tomo un par de segundos, armarse de valor y entrar a esa oficina. Con el corazón en la mano, puso un pie dentro y luego el segundo, poco a poco su cuerpo se deslizo hacia dentro, a sus espaldas un golpe seco le hizo que brincara, era la puerta siendo cerrada de forma brusca, sin voltear fue caminando lentamente hasta la silla cerca del escritorio.

—Te dije claramente que te quería aquí en mi oficina en una hora— dice una voz ronca detrás de él. Tomándole de los hombros, se acerca su oído derecho — ¿O acaso eres imbécil? — la respiración del menor comenzó agitarse mientras que el doctor comenzaba a morder su oreja.

—Me... Me quede dormido, p-perdón Rick— el chico comenzó a tartamudear mientras trataba de excusarse con el mayor —No h-había podido d-do-dormir bien— comenzó a sollozar, limpiando las lágrimas de sus mejillas restregando sus manos, asustado por lo que el doctor pudiera hacerle. Ya estaba cansado de los acosos del otro ser, para tener que aguantar los castigos de él. —Ya no me lastimen, por favor —. Se acurruco en la silla, mientras que, a Rick, el enojo se le había bajado, la manera tan frágil en la que se mostraba el chico, le generaba tanta ternura que no pudo evitar situarse frente Morty, abrazándole sin previo aviso.

El corazón de Morty comenzó a palpitar de sobremanera, no se esperaba ese abrazo, tan cálido, tan tranquilizador, tan real. Por unos instantes, olvido por completo porque estaba ahí, en ese sanatorio. Desde que llego, sentía que poco a poco era olvidado y exiliado a la soledad de esos muros, ya que, a pesar de estar poco tiempo y solo tener al viejo bipolar de aliado, sus días pasaban lentamente, aumentando el tormento de la otra entidad que habitaba en su cabeza. Al sentir que el cuerpo de Rick se alejaba de él, el vacío nuevamente llego, añorando ser abrazado nuevamente.

—Deja de llorar, mariquita— no podía evitar insultarlo, quería a toda costa suprimir los sentimientos que crecían dentro del él. Era inaceptable que, siendo un genio de la medicina, estuviera teniendo estos arrebatos que solo le hacían ver, a su parecer, como un débil. No quería volver a sufrir de esa manera como en el pasado. — Solo porque me parecer patético no te castigare esta vez— Los pequeños labios del menor comenzaban a formar una sonrisa y sus ojos se iluminaban mientras veía al doctor —Pero a cambio quiero que hagas algo por mí— la mirada de Rick se tornaba perversa, sacando su celular de alta gama, ya que, las cámaras de dichos aparatos eran bastante potentes y no quería perder ni un solo segundo de lo que a continuación le pediría Morty — Quiero que te desvistas—.

Morty se quedó sin aire, intento procesar la petición que SU doctor le estaba sugiriendo —¿Quieres decir, que tengo que quitarme cada prenda, dejándote ver todo mi cuerpo? — decía, no podía evitar sentir vergüenza. Para que quería el doctor que se desvistiera, no quería que alguien más mirara su nauseabundo cuerpo, era desagradable —Me escuchaste bien, pequeña comadreja— se reía mientras miraba al menor. —P-pero no soy lindo, doy mucho asco— siguió diciendo mientras las lágrimas amenazaban con brotar nuevamente — Esas intentando contradecirme, mierda deja de llorar por todo, solo has lo que te digo. ¡Carajo! — La voz autoritaria de Rick hizo que morty comenzara rápidamente.

Ante los ojos de su doctor, se quitó la camisa, dejando ver su lechoso torso. Sus pezones rosados eran como pequeñas gomitas que se miraban apetecibles. Siguió con el pantalón, temblando poco a poco lo dejo caer hasta sus pies, sus calzoncillos eran totalmente blancos, un poco ajustados para su gusto. Sus piernas, blancas como la nieve, le generaban al doctor cierto cosquillo. No dejo pasar ni un momento, el celular seguía cada movimiento del menor. —N-no, no quiero quitarme la ropa interior Rick— siento observado por su doctor, sus nervios estaban por estallar —No te detengas, cariño— Rick estaba embelesado, ya no sabía que estaba diciendo, solo estaba viendo a Morty, al borde su propia cordura, quería ver más.

—P-pero, alguien más nos está viendo— dijo Morty con un tono asustado, Rick comenzó a mirar a todos lados, furioso ante la idea de que alguien los haya interrumpido. No había nadie en el recinto, haciendo que el doctor se cabreara de sobremanera —¡De que hablas idiota!, no hay nadie más que nosotros aquí— Morty solo miraba hacia un lado de la ventana, temiendo por su vida, prosiguió lentamente a desprenderse de sus calzoncillos, sin dejar de mirar esa sombra, tan oscura como la noche y tan alta que podía tocar el techo, que se escondía tras las cortinas. 

En el Psiquiátrico te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora