Mi Vecino Es Un Anti-fan (SooKai/KaiSoo)

C A P Í T U L O 7

  
Soobin pasó toda su mañana con Beomgyu, grabando una próxima colaboración en la productora. Al terminar, se despide del cantante y avanza en dirección contraria a su amigo, al centro comercial, un lugar donde están esperándolo. A pocos metros del establecimiento popular, ingresa a una florería, al empujar su puerta de madera, de inmediato haciendo sonar una de las campanillas, que cuelga sobre ella, siendo recibido con cortesía, por una señorita menor que él, la misma que viste un mandil de un tono marrón claro, y una blusa al interior, ésta de color crema.

El cantante le señala que necesita un ramo, y al escuchar preguntar ¿De qué?, le contesta que de unas flores con significado especial, en otra frase, algo que podrías darle a una persona con la que ya no te encuentras desde hace años. Para la señorita el pedido le resulta un tanto sencillo. Con una sonrisa se se separa de Soobin, para ir hasta el pasillo adecuado. Dentro de un envase están sus flores, eligiendo doce de ellas, cortándoles su tallo con unas tijeras, arreglándolas lo más perfecto posible y dándoselo al Idol, quien acepta sacarse unas fotos con la trabajadora, luego de que ella admitiera ser una Fan.

Con el regalo floral en sus manos y la hora a su favor, cruza por un paso de cebra hasta la otra acera, entrando al restaurante situado a las afueras del área. Le brinda su nombre al joven de la puerta y lo sigue hasta el salón, exactamente a una mesa mas apartada, uno de los tantos gustos de ella.

De forma delicada besa la mejilla de la mujer, que sonríe de oreja a oreja, mostrando el área superior de su perfecta dentadura. Los dos toman asiento, uno al frente de la otra persona, y, el Idol aprovecha el momento para darle sus flores, lo que le agradece, dejándolas un instante a un lado de la mesa.

—Creí que no te volvería a ver —empieza la señora, quien se pone sus lentes para mirarlo mejor—. Casi ni te reconozco.

—Mamá, por favor —comenta el cantante, sintiendo el calor en las mejillas—, no es como si hubiera pasado mucho tiempo.

—¿Bromeas? —reclama la mujer— Eras apenas un niño el día que quedaste seleccionado. Recuerdo perfectamente todo. Ese entonces tenías ocho años. De hecho, tengo una foto en la cartera.

La señora abre su bolso y saca de ella, su libreta, de la cual cae una de las instantáneas, entregándole la imagen a Soobin, quien la mira con detenimiento. Era una donde salía con el uniforme escolar, sus boleta de notas en la mano, y con la otra sosteniendo un archivo de su agencia actual, la que se había ocupado de darle su madre.

Ese día, su emoción se multiplicó por dos, consiguió quedarse en el primer puesto de la clase, y entró a la empresa que tanto anhelaba, lo que aumentaba su alegría. Con una sonrisa se tomó la foto, y con la misma expresión acompañó al resto de la familia a McDonald, el lugar en donde festejarían por su ingreso, la tarde anterior a su ida a la agencia.

El Idol decide conservarla, lo que la mujer acepta, ya que tenía otra igual en su poder. El mozo llega a la mesa con el pedido, y sirve a la pareja de inmediato, dejando una botella de vino borgoña al centro de ambos, una que fue requerida por la mayor antes de su entrada.

—En estos días es bastante dificil conseguir salir contigo —señala a su hijo, recordando las veces que lo llamó para verse, innumerable cantidad de ocasiones, todas con un "Lo siento, estoy trabajando".

—Sabes que no puedo hacerlo en cualquier momento, ni menos en uno que yo quiera —contesta con algo de dejadez—. Fuiste tú quien me enseñó a ser responsable, por más de que se trate de la familia.

—Estás utilizando las palabras en mi contra —contraataca la mujer—. Aunque es válido por esta vez. Me alegra que lo tengas presente.

—Además, mis horarios cada vez más aumentan. Pero no hay nada de que preocuparse, al menos no por ahora —responde mirando a su madre.