El Grupo.

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Eran esas horas de la madrugada, una de tantas madrugadas frías, en donde una buena cantidad de adultos seguían despiertos para deshacerse del estrés en sus cuerpos, disfrutando de los grandes pecados que One Piece tenía todas las noches.
Un grupo, uno que al dar sus grandes pasos dejaban su huella en el suelo, causando terror a aquéllos que se mal pasaban y creían ser los reyes de esos lugares, esos hombres caminaban y conversaban de su día a día, parecía tener buena relación entre ellos... Como si estuvieran dando un paseo por un parque, aun qué, siendo exactos, lo era para todo aquél que quería cometer ilegalidades, aún por más joven que sea el pecador.

Estos hombres entraban a un lugar especial, donde uno de ellos había invitado, dándoles una buena recomendación por su servicio y la atención tan grande a sus clientes. Ya habían ido a varios lugares iguales, pero con el tiempo les aburría del contenido y se retiraban en busca de algo nuevo. Un color rosado acariciaba el lugar, para después cambiar a uno azul y después rojo y seguir con esos mismos colores, manteniendo ciertas partes de aquél lugar un tanto oscuro, pero en ciertas partes, como pequeños escenarios, que eran un tipo de jaulas, estaban iluminados por una sola luz blanca solamente enfocada a las mujeres que se encontraban bailando, con esas diminutas prendas y varios billetes arrojados por los clientes en el mismo escenario que pisaban las bailarinas.

El lugar tenía un tema un tanto masoquista, ya porque las mismas mujeres que atendían, bailaban y que coqueteaban con la clientela tenían una vestimenta con cuero o látex, sus rostros cargado de un maquillaje negro, labios rojos y de accesorios los típicos cuernos de diablo. Quizás tenían temáticas todos los días, para no aburrir a la clientela con un solo vestuario... ¡Vaya que esta vez encontraron algo nuevo!.

–Reserve el mejor asiento, señores. -Dijo el que había invitado.

Solo eran 5 personas, uno más alto que otro, se sentaron con cuidado y una de las mujeres se acercó para atenderles.

–Trae una botella de whisky, sake y vino tinto. -Ordeno la misma persona que fue el responsable de que todos ellos estuvieran aquí.

–Bien, ¿Y qué es tan especial este lugar?-Pregunto uno que se encontraba fumando dos cigarrillos, de cabello blanco.

–No lo se, bailan genial estas mujeres... Si saben entretener-Contesto el oxigenado.

–Eso dices siempre... -Regaño el mismo hombre que preguntó.

Los demás se mantenían callados, no querían reprochar, nisiquiera sabían como el que regañó al oxigenado había llegado con ellos, cuando este se supone que debería de detenerlos por las ilegalidades que han hecho en toda su vida.

El de aspecto más fino, como de un vampiro, ya miraba a su próxima víctima, quizás fue demasiado rápido pero así eran estos lugares, aparte esa misma mujer que lo miraba de lejos le hacía varias indirectas para que viniera a él. Este sin decir nada se levantó, sin esperar el vino tinto que su compañero le pidió, ellos a cambió sabían lo que iba hacer, por lo que no preguntaron nada... era lo más normal en estos lugares.
Minutos después el señor de cabello blanco, se levantó para ir al baño y durante su caminó consiguió a alguien con quien pasar la noche, no fue después de todo una mala idea venir a estos lugares, eran unos solteros de primera y no estaba mal que una mujer les diera atención.

Al solo quedar tres personas, dos solo comenzaron a tomar mientras varias mujeres se acercaban a ellos, el tercero se mantenía sin ningún gota de alcohol en su sistema, se mantenía preguntándose porqué había aceptado ir, y más cuando su madre no sabía de esto, pero que importaba su madre ahora, tenía a dos mujeres en cada lado, siendo embriagado con el perfume dulce de aquellas dos mujeres.

En eso el escenario más grande, que se encontraba enfrente de ellos, se iluminaba demostrando que había unos tubos.

–Esto les quiero enseñar, señores. -Dijo el rubio con una gran sonrisa en su rostro.

Los dos levantaron la mirada para ver como entraban varias mujeres, también con vestimenta de cuero, comenzaban a bailar en aquellos tubos, siendo atraídos por los movimientos seductores de esas mujeres, la música retumbando en sus oídos, dejando que la lujuria, el alcohol y las ganas se mezclarán entre sí... ¡Vaya, que gran poder tenían estos hombres!.

Pequeño Angel [One Piece]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora