dieciséis

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Sus manos seguían en mis caderas, acariciándolas lentamente mientras de una u otra forma buscábamos acercarnos más... tener su cuerpo junto al mío era una experiencia que jamás creí sentir. Su tacto se sentía caliente aun por sobre la ropa, maldita tela que en estos momentos simplemente estorbaba.

No tengo ni la menor idea de cómo caminamos por el pasillo y logramos llegar hasta el sillón. Pero realmente estaba agradecida de poder tenerla sobre mí de aquella manera. Llámenme pervertida, no importa, pero hoy necesitaba de ella, quería sentirla en cuerpo y alma.

Sus manos acariciaban mis costados con mucho cuidado pero a la vez con necesidad mientras que dejaba besos húmedos por mi cuello haciendo que perdiera la cabeza mientras la hacía para atrás dejándole más espacio. Estaba perdiendo la poca cordura que me quedaba.

Desesperadamente quite su chaqueta dejándola caer a un lado del sillón, siguiendo con su camisa para dejarla solo en ropa interior superior con sus jeans ajustados. Trague saliva notoriamente mientras observaba su cuerpo.

Era... parecía tallado por dioses, el ejercicio sí que estaba dejando huella en ella. Pase lentamente mi mano por su abdomen marcado provocando que se tensara un poco al sentir mi mano tocarla sin pudor alguno. Escuche como intento ahogar un suspiro, levante mi rostro para encontrarme con sus ojos. Estaban llenos de hambre, de deseo, no vi ese castaño cautivante. Estaban oscuros, era un chocolate demasiado intenso que me hipnotizo más de lo que su cuerpo logro hacerlo.

Me acerque hasta su boca para seguir besándola, no había vuelta atrás. No quería que se detuviera, a estas alturas nada ni nadie podría detenernos. Regreso sus labios a mi cuello mientras sus manos abrían los botones de mi blusa, dejando mi torso expuesto ante ella.

Su mirada quemaba mi piel mientras me observaba, parecía como si ella fuera alguna clase de depredador y yo fuera su presa indefensa, una presa que no quería ser salvada. Regreso a mi cuello, pareciera que se había vuelto su lugar favorito. Mis manos jalaban su cabello apretando su cabeza contra mí. Me estaba volviendo loca.

-Te necesito -jadee mientras sentía sus besos en mi cuello -Lisa... te necesito -gemí al sentir su lengua en mi piel.

Se detuvo.

Levanto el rostro y me observo. Algo había cambiado, ya no tenía esa mirada hambrienta, ahora estaba llena de... ¿Miedo? ¿Qué era lo que había paso? Me observo de arriba-abajo y luego se observó a ella misma. Sujeto su cabeza con ambas manos y apretó los ojos mientras tensaba la mandíbula.

-¿Lili? -pregunte temerosa.

No obtuve respuesta.

-¿Lisa? ¿Qué pasa? -Seguía en silencio, pero su respiración se volvía irregular -Lisa, estas asustándome... dime que pasa -acaricie su mejilla.

Inmediatamente abrió los ojos para mirarme con terror, pero no se apartó. Dejo que mi mano acariciara su mejilla mientras volvía a cerrar los ojos y respiraba fuerte. Acaricie su otra mejilla y ella sujeto mis manos con fuerza pero sin llegar a lastimarme. Junte mi frente con la suya y cerré los ojos.

¿Qué había pasado?

-Yo... lo siento -susurro con voz quebrada.

-Lili... no te disculpes -mordí mi labio mientras abría mis ojos para ver su rostro tan cerca.

-Tengo que hacerlo... de verdad lo siento -su mirada se encontró con la mía y sentí como si algo dentro de mí se rompiera, otra vez.

¿Acaso no le gustaba de esta manera como para que estuviera conmigo? ¿El que estuviera embarazada ya se había vuelto algún problema para ella? ¿Qué era lo que pasaba? No lo sabía, pero mi mente trabajaba más rápido que mi razón y las lágrimas ya rodaban por mis mejillas antes de que pudiera darme cuenta.

Caminos cruzados (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora