III

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III. El Cementerio.



—¿Seguro que no quieres que te acompañe? —Emma me pregunta mientras acomoda mi moño negro que sustituye a la corbata.

—Lo estoy, más tarde regreso, y por favor, intenta hablar con Dione y trata de que entre en razón, tú eres la única amiga que tiene. —Le dije y ella asintió para después yo inclinarme y besar su mejilla izquierda. —Me tengo que ir.

—Ve, y descuida, lo intentaré. —Respondió y con otro beso, esta vez en sus labios, tomé las flores y salí de mi habitación y posteriormente del castillo.

Subí a la camioneta negra, ignorando la mayoría de las reverencias le pedí al conductor que manejara. El trayecto a mi destino no fue tan largo, pues el cementerio de la familia real no estaba tan retirado.

El vehículo se detuvo esperando a que las rejas del cementerio se abrieran, y al hacerlo, continuó andando solo que a una velocidad más lenta, en cuestión de unos minutos se detuvo totalmente y yo no esperé a que abrieran la puerta por mi, me bajé sosteniendo las flores y lo primero que noté fue a otra camioneta negra, algo apartada.

Ignorando el otro vehículo fui directamente a la tumba de mi padre, que estaba al lado de la de mi tío Nash, cuando estaba por llegar noté una figura varonil parada frente a estas, extrañado me acerqué, y a medida que lo hice noté que se trataba de mi tío Nolan.

Mi tío pareció escuchar mis pasos y se giró a verme, pude notar como con rapidez limpiaba sus mejillas para después sonreírme.

—Hola, Tecitio mío. —Saludó cuando me detuve frente a él.

—Hola tío Nolan. —Respondí abrazándolo. —No creí que te encontraría aquí. —Dije cuando me alejé.

—Ya somos dos, yo tampoco creí que tendría el valor de regresar aquí, pero quería sentirme cerca de ellos una vez más. —Contestó con su voz quebrándose ligeramente al terminar y entonces se aclaró la garganta. —Los extraño. —Concluyó.

—Igual yo. —Susurré mientras me inclinaba para ponerle tulipanes tanto a la tumba de mi padre como a la de mi tío.

—Siempre creí que de todos, él último en irse sería Sean, ya ves que tu padre parecía ser superior incluso a la muerte, nunca imaginé que se iría así, a manos de un traidor. —Negó, sus palabras parecían más para él mismo. —¿Cómo están tus hermanos? —Se interesó.

—Tratando de aceptar lo que sucedió. —Me limité a decir, no quería agregarle cargas innecesarias a mi tío.

—¿Y tú? ¿Cómo estás?

Suspiré. —Bien, tío, lo extraño, pero es algo que tengo que aceptar. Algunas veces la vida se lleva a quien más amamos, y si bien duele, es algo inevitable.

Niall asintió. —Tan sabio como tu padre. —Comentó y después señaló los peonies que aún sostenía. —¿Para tu madre? —Adivinó y yo asentí.

—No puedo venir al cementerio sin traerle sus flores favoritas. —Sentencié y mi tío sonrió.

Y así, mientras sonreía sus ojos se llenaron de lágrimas y su cara plasmó una tristeza infinita. Me abrazó llorando, y yo lo abracé sin decir nada, permitiéndole desahogarse.

—Eres lo único que me queda de mi Té, lo único que me queda de Sean, ¡incluso de Nash! Eres todo lo que me queda de ellos, Tecito. —Mi tío siguió llorando, sentía su dolor, y casi me atrevo a decirle la verdad, pero si lo hacía, no sabía cómo él iba a reaccionar. Mi tío se separó, colocó sus manos en mis hombros y me dijo: —Tú eres lo que nos mantuvo a todos unidos, el motivo para que no cayéramos hechos pedazos. Eres la razón de todos nosotros, y así mismo, aunque en sangre no seamos nada, yo te considero como mi propio hijo, así como consideré a tu padre mi hermano.

—También lo veo como a un padre, tío Nolan. —Sentencié, y él sonrió triste.

—Ten cuidado, Oceanus, ahora eres el rey y parece que la corona está maldita, ¡Dinamarca entera está maldita! Este reino me ha quitado a las personas que más amaba, a Nash, a Thea, a Sean... a Sky, ¡incluso volvió traidores a viejos amigos nuestros! Este reino nos ha quitado tanto a todos, y yo ya no quiero ver como nos sigue quitando...

Yo no entendía a que quería llegar, pero entonces agregó;

—Ya no quiero saber nada de Dinamarca, si algún día me necesitas, búscame en Irlanda, te recibiré con los brazos abiertos.

Esta vez fui yo quien lo abracé, sin duda, de alguna u otra manera la vida se empeñaba en quitarme a las personas que amaba.

—Yo entiendo, tío Nolan, y prometo que lo iré a visitar. —Hablé sin ningún reclamo, mi tío ya había pasado por mucho, y no quería agregarle más pena. —Y ya que es la última vez que lo veré en mi reino, ¿por qué no me cuenta su historia junto a mis padres y mi tío? —Pedí cuando me alejé.

Mi tío volteó a mirar la tumba de ellos. —Es una historia muy larga, literalmente, los conocí desde que tenía casi ocho años. —Respondió nostálgico.

—Tengo tiempo. —Lo animé y él asintió.

—Los conocí en el internado, a ambos, primero a tu tío y medio año después a tu padre...

Y me quedé callado mientras él me contaba su historia, poniendo especial atención a cada detalle y cada nombre que pronunciaba. Todo para mi era importante.

///

Cuando mi tío finalizó su historia miró una última vez las lápidas de sus amigos, se despidió de mi, y se marchó.

Me quedé un rato más en el cementerio, puse atención a las tumbas de mi padre y mi tío, lo único que estas exhibían eran sus respectivos nombres, nada más.

"Sean Madsen" y "Nash Geen".

Literalmente juntos hasta en la muerte... o algo parecido.

Dejando esas dos tumbas atrás fui a buscar la de mi madre del otro lado del cementerio, pues este se dividía en hombres y mujeres para así facilitar la búsqueda, yo lo encontraba altamente estúpido, pero así había sido desde hace años.

Al llegar frente a la tumba de mi madre me agaché para poder dejar las flores que le había traído, repasé las letras que formaban su nombre, y sonreí con amargura. Lo lamentaba, absolutamente todo lo que ella había pasado, me dolía, y si tuviera el poder de cambiar el pasado, lo haría, pero ¿de qué me servía lamentarme actualmente? Mamá ya había sufrido, y eso nadie nunca lo iba a poder cambiar. Y si bien mi padre había sido responsable de su sufrimiento, a él jamás lo podría odiar. No podría odiarlos a ninguno de los dos, porque son mis padres, y ambos dieron mucho por mi, a ambos los amo.

La gente dice que no somos nuestros errores, pero he llegado a la conclusión de que lo somos, esas son solo palabras para hacernos sentir bien, para hacernos sentir menos culpables.

Somos nuestros errores, cada uno de ellos.

Somos nuestras malas decisiones, cada una de ellas.

No podemos ir por la vida diciendo que únicamente somos las cosas buenas que hacemos, porque no es así. Somos lo bueno y lo malo, y debemos cargar con la responsabilidad de ello.

Le doy una última mirada a la tumba de mi madre, y entonces ahora si busco por lo que realmente venía; las tumbas de los hermanos muertos de mi tío y la hermana de mi padre.

Paso alrededor de una hora buscándolos, pero tan sólo encuentro lápidas con otros nombres o tan sólo lápidas vacías. No hay rastro de ninguna de sus tumbas, así también noto que tampoco hay rastro de la tumba de mi abuela paterna. Sin duda era como si Dinamarca hubiera decido esconder sus secretos para que nadie pudiera conocerlos.

Vaya, Dinamarca si que parece estar maldita.


Hola, hola. Aquí un nuevo capítulo que me dolió escribir porque siento que nos estamos despidiendo de nuestro duque de Irlanda, en fin, tengo el consuelo de que al menos él si está vivo. Gracias por su apoyo, los amo. ⚡️

DUEL  |K.M.|   #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora