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V. Hipócrita.



Suecia

Eris

Veo a Alrik quien sostiene su cabeza entre sus manos. Está sentado a la orilla de la cama, únicamente en bóxer negro.

—Me duele la cabeza. —Se quejó como si no fuera obvio para mi.

—Ya, eso debiste de haber pensado antes de beber como adolescente en preparatoria. —Lo riño sin alzar mucho la voz, no quería irritarlo más.

Estaba parada, recargada en el marco de la puerta de aquel baño del hotel en el que habíamos pasado la noche.

Algunas veces, cuando ya no soportaba a mi madre le pedía a Alrik que me rescatara, y él, como cobrándome el favor, lo hacía con la condición de que lo dejara beber sin reprocharle, y eso es lo que había hecho anoche. Fuimos a un bar discreto a beber, pero al finalizar la velada él no estaba en condiciones de regresar a su casa, así que opté por rentar la habitación por una noche.

Mi prometido gruñó y se dejó caer de espaldas en el colchón. —Ven. —Pidió palmeando el lado derecho de la cama.

Suspirando le hice caso yendo a acostarme a su lado. Mi ropa era tan escasa como la de él, sólo traía mis bragas color azul marino.

Ambos quedamos boca arriba, mirando el techo en silencio, y por confianza y comodidad terminé pasando mi pierna sobre la suya. Sentí su mirada, por lo que terminé ladeando mi cabeza para poder verlo a los ojos.

—En dos meses nos vamos a casar. —Sentenció clavando sus ojos en los míos. —¿Crees que deberíamos de hablar del hecho en que ya no cogemos como antes?

Me reí. —¿Qué tiene que ver eso con que nos vayamos a casar?

—Pues imagínate un matrimonio donde no haya sexo, donde estemos frustrados y hartándonos del uno al otro. —Pausó apartando sus ojos. —El amor no es suficiente. Yo sé que tú me amas, y yo también te amo, pero no es un amor en el que podríamos basar un matrimonio.

El humor que tenía desapareció. —No tenemos elección, nuestro matrimonio es como un contrato que ya hemos firmado con el mismo diablo. Sé que no es lo que queremos, pero al menos nos tenemos el uno al otro, compartimos la misma condena, y pronto tendremos la misma cadena. —Comenté acurrucándome contra él. Alrik no tardó en abrazarme, lo sentí besar mi cabeza y yo agregué; —Quizá en un futuro nos apetecerá tener sexo otra vez, no deberíamos preocuparnos por ello. Respecto al amor no siendo suficiente, lo entiendo, es por eso que nuestro matrimonio no se basará en ello, sino en la amistad que tenemos. Seremos los mismos, lo único que cambiará será el hecho de que ahora llevaré tu apellido.

Alrik suspiró. —Me alegro que seas tú, de toda la mierda de nuestros padres, tú eres lo único bueno que salió de todo esto.

—Lo mismo digo.

Ambos nos quedamos en silencio, incluso cerré los ojos tratando de dormir un poco más antes de tener que marcharnos.

—¿Eris? —Me llamó luego de un rato, justo cuando ya me sentía conciliando el sueño.

—¿Si? —Respondí.

—Había olvidado comentártelo, pero me llegó la invitación para la coronación de Kian. —Informó, y el sueño que sentía desapareció ante la mención de aquel hombre, antes príncipe, ahora rey. —Sé que es muy reciente después de lo que presenciamos, y entiendo si no quieres acompañarme...

—¿Tú irás? —Lo interrumpí.

—Si, pero entenderé si prefieres quedarte tomando en cuenta todo lo extraño que hemos presenciado.

DUEL  |K.M.|   #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora