Domingo 25 de agosto, 1968.La brisa corría con rapidez sobre su cabello, logrando despeinarlo un poco. El viento arrasaba libre, audaz, con fuerza y sin detenerse. El astro rey lentamente comenzaba a ocultarse sobre el horizonte, tiñendo a su paso los cielos con destellos naranjas. La noche estaba por caer. Podía sentir el sonido de los insectos paseando por todo el lugar.
María José estaba recargada en el oxidado puente de metal que se encontraba a lo alto del lago. Recordaba con nostalgia los momentos cuando era tan sólo una pequeña y sacaba una buena nota, su madre le premiaba llevándole ahí por un helado, disfrutando el maravilloso sol que el verano brindaba. Suspiró con tristeza. Ahora el panorama había cambiado por completo, ya no era aquella niña pura e inocente que solía ser.
Veía a su alrededor con un desespero invadiéndole. Su pie se movía contra el pavimento esperando por la llegada de la chica que le había prometido estar ahí. Comenzaba a hacerse tarde y la impaciencia era lo que caracterizaba a María José. Mordía sus uñas con nerviosismo, sin despegar la mirada del panorama a sus lados, con una pizca de decepción haciéndose presente. Su cabeza comenzaba a crear teorías que esperaba con vigor, no fueran ciertas.
Veinte minutos después, la chica estaba lista para irse. Siente una mezcla de enojo, tristeza y decepción opacar cada rincón de su cuerpo. Estaba totalmente segura que era lo más probable que pasase, pero aún así, le gustaba imaginar que no sería así. Le gustaba imaginar las cosas de una manera distinta, con esperanza.. ver el lado bueno. Pero debía aceptar la realidad, ¿Quién querría estar cerca de ella cuando sólo era una chica rota?
—¡Espera, Poché! —Sus pensamientos se ven opacados cuando escucha aquella serena voz llamarle. Para en seco, volteando su cuerpo con lentitud. Entonces la ve. Luce perfectamente hermosa. Tal y como la había recordado, con el cabello alborotado y las mejillas rojizas. Viste pijama y a juzgar por el par de pantuflas con estampados de conejitos, sabe que estaba por irse a dormir.
La menor intenta esbozar una sonrisa, pero al momento de hacerlo, el dolor de su pómulo derecho le hace arrepentirse. Su labio aún se encontraba ligeramente hinchado y un color morado lo opacaba. Trató de restarle importancia. Daniela era lo que realmente le importaba en aquellos momentos.
—Dani, has venido.. —María José envuelve en un abrazo a la mayor. Ésta sólo pasa saliva con dificultad, sintiendo un nudo en su garganta invadirle. Mira las marcas violáceas en los brazos de la chica y siente su corazón encogerse. Necesitaba desesperadamente respuestas, pero no apresuraría las cosas. María José siente una calidez al estar con el rostro recargado en la espalda de la mayor, una tranquilidad y paz.. Y entonces lo sabe. Ha encontrado su hogar finalmente, y llevaba el nombre de Daniela en él.
—Lo siento por tardar, Poché. Papá aún no dormía y podía descubrirme. —Explica, con la misma parsimonia en cada palabra. María José se siente segura en sus brazos, fuerte, y por un momento olvida lo que había sucedido días atrás. Quiere quedarse ahí todo el tiempo que era posible, simplemente al lado de la chica que estaba frente de sí.
—No tienes que disculparte, has venido después de todo.
Se dedican una sonrisa cuando el abrazo termina. Daniela trata de dejar pasar la incertidumbre de ver el rostro de la menor así, con marcas y moretones por doquier, pálida y con unas bolsas oscuras debajo de sus ojos que ahora yacen sin vida. Habían perdido aquel brillo que tenían, ahora sólo eran igual a dos faroles sin energía. Sus mejillas están sin color y su cabello suelto y despeinado. María José suspira antes de que la mayor diga algo, sabiendo qué pasa por su cabeza con anticipación.
—Escucha, s-sé que quieres una explicación.. —Comienza entre titubeos y Daniela asiente, con el ceño fruncido y una notable preocupación en su rostro. Poché suspira. —Han pasado muchas cosas los últimos días. ¿Sabes? —Su voz se quiebra y siente cómo su mirada se nubla, inhala ondo antes de continuar, no quiere lucir tan destrozada, aunque claramente lo está. —Ha sido duro, Dani. Y lo he intentado, lo juro. He intentado que éste mal abandone mi cuerpo, he rogado a los cielos por la cura de ésta enfermedad que me daña, lo he intentado de verdad, Daniela. —Siente la primera lágrima rodar por su rostro y la limpia al instante. —Pero s-simplemente no lo logro. No logro que éste sentimiento se vaya por completo.
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Eres Mi Religión. [Caché]
Fanfic1968, donde la homosexualidad era vista como un acto vil, repulsivo, un pecado que debía ser pagado con la muerte.. Una delgada línea entre el bien y el mal, el cielo y el infierno, el amor y el odio, la misericordia y la pasión desmedida. Daniela...