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«-¿Y cómo te empezó a gustar Cindy?- preguntó el rizado con curiosidad, pero sin dejar de resolver el ejercicio que estaba en su cuaderno.

-Bueno, teníamos seis años- dijo mientras revolvía la mezcla de pastel que preparaba-, y yo no podía dejar de llorar porque un niño le había sacado la cabeza a mi juguete favorito.

-Ah, eres llorón desde pequeño- bromeó, recibiendo un codazo por parte del mayor.

-En fin- siguió-. Ella llegó, le volvió a poner la cabeza al juguete, me dio un beso en la mejilla para que dejara de llorar y de ahí sentí un pequeño algo que fue creciendo con el tiempo... ¿Soy fácil?

Freddy alejó la vista de su cuaderno para dirigirla al rubio y sonrió con emoción y ternura.

-No. ¿Pero qué pasó luego?

-Le ofrecí jugar conmigo... y ella decidió ir a jugar con el chico que había roto mi juguete.

-Ouh.

-Lo sé.

-Supongo que no es reciente lo de que le gustan los chicos malos.

-No sé si eso es realmente malo, pero para ese entonces supongo que sí. Qué se le puede hacer- dijo suspirando-. ¿Resolviste el problema?

-Claro que sí- respondió orgulloso e hizo un pequeño espacio entre él y el cuaderno para que el rubio se acercara-. Me dio -2.

-El resultado era 57- comentó decaído.

¿Era un mal profesor o Freddy un mal estudiante?

Cerró el cuaderno rendido. Le había explicado el tema cinco veces y la cabeza del rizado no parecía procesarlo. Era mejor dejarlo hasta ahí por ese día.

-El dos está cerca del 5 y se le agrega un 7 de la suerte que contrarresta el signo negativo. Estuve bastante cerca esta vez, ¿no crees?

-Mejor haz otra cosa en lo que termino de hacer la mezcla- aconsejó, volviendo a su puesto a seguir revolviendo.

-Bien. ¿Has pensado a qué le llamaríamos caca si la caca no llevara ese nombre?- preguntó bastante interesado. Gabriel lo miró perplejo.

-¿Qué?

-Si la caca no se llamara caca, ¿a qué crees que le diríamos caca? Tiene nombre de comida, creo. "¿Se le ofrece algo de caca, señor?"- imitó con voz grave y tono elegante-, no, tal vez sea más como un aperitivo y no algo de ricos, "me dio hambre, vayamos a comprar caca a la tienda de la esquina".

-¿En estas cosas piensas siempre?

-Síp.

"Y en Billy".

El ojiverde arrugó la cara con repulsión, pero luego meneó la cabeza viendo hacia arriba, pensando.

-Tal vez como una salsa. "Pásame la caca para echarle a las papas".

-¡O tal vez como el nombre de tu mascota! "Ven aquí, caca. Eso es, buena chica".

-Caquita- dijo entre risas el rubio y Freddy le siguió.

Siguieron hablando casualmente—si se le podía llamar así a los temas que tocaban— por un rato hasta que al mayor se le ocurrió una idea.

-¿Y si yo te ayudo a ti a conquistar a quien te gusta?- propuso el ojiverde.

Freddy se removió incómodo. Hacer eso implicaba decirle que se había enamorado de su hermano adoptivo (porque así los veían los demás, porque él realmente no lo veía como tal) y, para ser honestos, le preocupaba un poco su reacción.

Noticiero hogareño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora