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Naomi entró por la puerta de su casa, encontrándose a su hermano sentado en el sofá con un semblante serio. Ya se imaginaba la razón de su expresión y por ello se agradeció a sí misma por no decirle a Adrien que se quedara con ella. Se suponía que iba a estar sola ese día, pero sabía que su hermano iría a su casa tras enterarse de su aventura con el rubio.
— Tenemos que hablar, señorita — dijo tras levantarse y dirigirse hacia ella con los brazos cruzados.
— Por Dios, Haru. Pareces más mi padre que mi hermano.
— Alguien tiene que protegerte de los degenerados — ella rodó los ojos.
— Adrien no es un degenerado.
— ¿Ah, sí? ¿Entonces por qué se ha besado con esa chica? — su hermana frunció el ceño.
— Era un reto. Yo también me he besado con otro chico.
— Te estás descarrilando.
— ¡¿Sólo por salir con un chico y jugar a un juego con mis amigos?! Por favor. Pero si tú has hecho muchas más cosas que yo — él se sonrojó y carraspeó.
— Yo soy mayor.
— Y yo estoy creciendo. Soy una adolescente con las hormonas revolucionadas. Estoy en la pubertad y tengo mis necesidades. Si me enamoro te jodes y te aguantas. Adrien es un buen chico y mañana vendrá para que se lo presente a nuestros padres, cuando vengan de sus vacaciones.
Haru se quedó sin habla, su hermana estaba creciendo mucho cómo para plantarle cara de esa manera. Por una parte, le dolía, ya que no podría protegerla más de los chicos que solo quieran acostarse con ella para luego dejarla tirada; pero por otra parte, le hacía feliz que ella pudiera avanzar en su vida y enamorarse, solo esperaba que ese chico no estuviera jugando con ella y la tratara bien, porqué sino tendrían que ir preparando su funeral.
— Bien. Así lo conozco yo también y le hago unas cuantas preguntas — Naomi puso los ojos en blanco.
— Ni se te ocurra que te juro que le digo a Marinette cosas vergonzosas tuyas — su hermano abrió la boca indignado.
— No te atreverás.
— Ponme a prueba — le sonrió con malicia.
El chico chasqueó la lengua con indignación.
— Está bien. No molestaré a la rubia.
— Y deja de decirle rubia. Ese chico es muy masculino, créeme, lo he comprobado — se mordió el labio con una sonrisa.
Haru le miró abriendo de nuevo la boca. Su hermana no era tan inocente como la recordaba.
