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El tiempo fue pasando para ellos, llevando así casi un año de noviazgo. Todo les iba muy bien, Marinette acabó por acostumbrarse a la situación, es más, Naomi tenía sospechas de que había un chico que le gustaba, pero no sabía quién podía ser y ella tampoco se lo contaba. Estaba confusa, ellas nunca se ocultaban nada a no ser que fuera una sorpresa o pudiera molestarle a la otra, por lo que su curiosidad hacía que intentara indagar más en el asunto. No obstante, su obstáculo era Adrien... Cuando lo tenía a su lado se olvidaba por completo del mundo entero. Amaba hablar con él, reír con él, besarle, abrazarle, sentir su calor... Estaba perdidamente enamorada.
Su relación se había fortalecido tanto que hasta a veces iba a verle en alguna sesión de fotos, debido a que la presencia de ella lo hacía relajarse más y parecer más natural, eso lo había notado el fotógrafo y se le había pedido personalmente a la castaña que fuera a todas las sesiones que pudiera. Obviamente, ninguno de los dos se negó. A ella le gustaba ver a su novio posar, y a este le encantaba mirar a los ojos de su novia mientras sonreía a la cámara.
Lo malo vino después. Todo camino en la vida tiene sus obstáculos y cada uno debe saber afrontarlo para seguir hacia delante; y eso fue lo que ocurrió con ellos, aunque no fue muy grave, supieron afrontarlo de la mejor manera.
Todo ocurrió en un día normal en el que iban a una sesión de fotos, se encontraron con la presencia de una chica hablando con el fotógrafo. Naomi se quedó sin habla, pues, además de ser extremadamente hermosa, ella conocía a esa chica, y como no, si era una modelo bastante conocida en París, al igual que Adrien.
Este último estaba confundido, así que fue hablar con ellos.
— Buenas tardes...
La chica se giró hacia el remitente de esa voz, notándose un brillo en sus ojos, para segundos después acercarse a él con una sonrisa en los labios, una qué se notaba que era para cautivar a los hombres.
— Buenas tardes, Adrien. Mi nombre es Camile, aunque ya sabrás quién soy — el rubio frunció el ceño pensando. No, no tenía ni la más mínima idea de quién era. Aquello disgustó a la chica y le avergonzó. — ¿D-de verdad no sabes quién soy...?
— Ella es modelo, la mejor modelo de París — le susurró su novia por lo bajo, para salvar la situación y que no quedara como un inepto.
— Oh, sí, claro, ya me acuerdo. Perdóname, mi memoria a veces falla un poco — se disculpó con una sonrisa.
— No pasa nada, le puede pasar a cualquiera — la chica sonrió de vuelta.
— Pero... ¿Qué hace una modelo como tú aquí? — miró al fotógrafo.
— Va a posar a tu lado.
— ¿Eh? — él siempre lo había hecho a solas, no entendía ese cambio repentino.
— Tu padre ha diseñado una nueva colección de ropa interior y ha querido mostrar la sensualidad de estas, es por ello que ha contratado a la mejor modelo que había — Adrien se puso pálido.
