Welcome to New York, Sam

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Samantha deambulaba por las calles de Manhattan mirando en la única dirección que pueden mirar los recién llegados: arriba. Maravillada y asustada a partes iguales por la grandiosa urbe que se alzaba ante sus ojos. Había pedido al taxista que la dejase unas cuantas manzanas antes de su hotel para pasear disfrutando de las vistas.
¡Se había atrevido! Finalmente, había dado a su vida el cambio radical que llevaba necesitando desde hacía más de un año, había cogido sus bártulos y había cruzado el charco en busca del sueño americano. Su sueño, tenía que admitirlo, no estaba lleno de promesas de un futuro formidable en la música, pero había conseguido un pequeño papel como corista en el musical de Moulin Rouge! que pagaba lo justo para poder permitirse una habitación cutre en una residencia y, sobre todo, le ayudaba a cambiar de aires. Su plan era simplemente evadirse e intentar buscar alguna oportunidad más.
Y ahí estaba ella, en Times Square, contemplando extasiada los neones luminosos que la acogían como si fuese una más, tan familiares y a la vez tan novedosos. Aún no se lo podía creer. Tenía ganas de llegar al hotel en el que se iba a quedar unos días hasta que pudiese entrar a su nuevo 'hogar' para ducharse y apoyar el equipaje, pero a la vez sentía que si se alejaba de los brillantes carteles, aunque fuese un par de calles, el sueño desaparecería y amanecería en la habitación de la casa de sus padres en Beniarrés.
Con un suspiro salió de su ensoñación, agarrando las maletas y poniendo rumbo al Paramount hotel. Había ahorrado lo suficiente para poder permitirse una buena habitación al lado de Times Square que iba a aprovechar para ser una turista más.
-Good morning! Have you booked a room?-le dijo amablemente la recepcionista.
Aunque tenía miedo por el idioma, su carácter abierto y el hecho de que llevaba un año tomando clases de inglés hacían que estuviese más tranquila de lo que esperaba.
-Yes, my name is Samantha Gilabert-contestó entregándole el pasaporte.
-Oh, another spaniard traveling 'solo' today, that's not frequent- comentó mientras tecleaba veloz y le entregaba la tarjeta de la habitación.
Cuando entró, soltó las maletas casi en la puerta y corrió a la ventana: era increíble, realmente estaba en Nueva York. Las vistas desde su octavo piso no eran de famosos edificios pero le ayudaban a darse cada vez más y más cuenta de la amplitud de la ciudad. Podía incluso ver como el río Hudson se extendía al final de la calle, rodeando la isla.
Se duchó canturreando New York State of Mind, de Alicia Keys y Jay Z. Cuando se hubo secado el pelo, decidió dar una cabezada pese a que se moría de ganas de investigar aquella ciudad, se le cerraban los párpados y no quería estar atontada en su primer día allí. Y así, sin quitarse ni siquiera el albornoz, se quedó dormida encima de la cama.

Cornelia StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora